Álvaro Recoba: el gol más lindo de su carrera y cómo era la interna en el Mundial 2002

Álvaro Recoba, actualmente entrenando a la Tercera División de Nacional, es uno de los grandes futbolistas que salió del país, dejando una huella importante en el Inter de Italia, además de destacarse en Danubio y Nacional, y de jugar una Copa del Mundo con la selección uruguaya.

En una entrevista mano a mano con el programa Seré curioso, de VTV, contó que la primera etapa en Danubio (de 1994 a 1996) lo agarró “en una etapa rebelde de mi vida”. “Ese año y medio le hice goles a Nacional y a Peñarol, pero, al mismo tiempo, había hecho un debut siendo muy joven; se da la citación a la selección mayor, y en medio de todo eso me tocó quedar afuera de una sub-20, de un par de sub-23, y te frustrás. Si estaba en un grande, iba a la selección, pero era el pibe de 17 años de Danubio”, ahondó.

Previo a su fichaje por Nacional, en el año 1996, “había dejado de jugar”. “Me quedé afuera de una selección sub-20 a lo último, vuelvo a Danubio y tenía tres o cuatro días, que terminaron siendo diez días, y dije: ‘No voy más’. Pasaron 15 días, volví y no me dejaron entrenar”, siguió, y añadió: “Me fui a mi casa como veinte días más, y Servando Vecino me dijo: ‘Tenés que empezar a entrenar’, y le dije: ‘No juego más’. Fui a la casa, lo llaman y era la gente de Paco [Casal] diciéndole que me tenían arreglado con Nacional”.

Luego de un año en el Tricolor, pasó a las filas del Inter de Milán, donde más tarde se convirtió en uno de los referentes del club. Relacionado a eso, habló de Massimo Moratti, expresidente de la intitución: “Siempre que voy a Italia, se entera que estoy y me llama para vernos. En su oficina tiene el sillón y arriba está mi camiseta en un cuadro”.

Uruguay y recuerdos

Consultado sobre el plantel de la selección uruguaya que disputó el Mundial de Corea y Japón de 2002, y sobre las diferencias entre jugadores que siempre se dijo que había, comentó: “No había bandos. Se decía que [Víctor] Púa [el entrenador] no tenía autoridad”.

“Siempre tuve buena relación con todos. Le podés preguntar a cualquiera si en algún momento yo me comporté mal con ellos o si me sentí agrandado, después, si alguno esperaba algo más de mí, y bueno, yo capaz que también esperaba algo más de los demás”, indicó.

Y recordó: “Ese Mundial no lo disfrutamos, primero porque estábamos en una concentración que estaba a 100 km del aeropuerto, teníamos cuchetas, y cuando nos enteramos de la eliminación e íbamos a juntar las cosas, nos enteramos de que en otra parte había mesas de ping pong y un futbolito. No estaban dadas las condiciones para estar felices”.

En 1999 jugó seis meses cedido en Venezia para después regresar al Inter, equipo en el que estuvo hasta 2007, para disputar una temporada en el Torino. Luego de eso, abandonó Italia después de una década para dirigirse a Grecia, donde defendió al Panionios. Dos años más tarde, volvió a Uruguay para vestir la camiseta que lo vio nacer: la de Danubio.

El 11 de abril de 2010 regresó al Gran Parque Central, pero con la camiseta danubiana. Ese día fue silbado por, prácticamente, todo el estadio, pero aclaró que esa silbatina fue “merecida”. “Lo mejor era ir a Danubio, pero sabía que me iban a putear, me puteó hasta mi viejo”, apuntó.

En total, en toda su carrera, convirtió 121 goles, pero destacó dos. El que le anotó a Wanderers el 19 de abril de 1997, en el que eludió jugadores desde la mitad de la cancha para definir dentro del área, “como belleza, es el más lindo”. Mientras que el que le hizo a Peñarol el 9 de noviembre de 2014 de tiro libre, para ganarlo sobre la hora, fue “el gol más lindo que hice en mi carrera. Ninguno tiene un significado como este”. “Hay veces que con el fútbol no tenés el modo de describir la emoción que sentís”, cerró.