Alejandro González se encuentra en Defensor Sporting. Tras casi seis años jugando en el exterior donde estuvo en Italia, Chile y Ecuador decidió volver al fútbol uruguayo y habló con FutbolUy sobre cómo está llevando esta etapa: sin fútbol y de aislamiento social por la pandemia del coronavirus.

"La llevo bien con una rutina bastante a mena. Tengo la oportunidad de quedarme en mi casa y la fortuna de tener a todas las personas de mi familia sanas. Paso la mayoría de los días en casa y cumpliendo con las rutinas que nos mandan desde Defensor Sporting", dijo el central de 32 años.

Su afán de estar entrenando y preparándose para la competencia le produjo estar prevenido para esta pandemia que azota a todo el mundo: "Tengo la costumbre, y por una cuestión física, de seguir entrenando. Por eso me fui comprando algunos elementos para entrenar. Me fui armando una especie de gimnasio en uno de los dormitorios que tengo libre en mi apartamento. Y, la verdad, que con bastante creatividad funciona como un gimnasio".

Tras las informaciones que surgían González decidió apurarse y armarse su gimnasio particular: "Presentía que, en un breve lapso de tiempo, el COVID-19 llegaría a nuestro país por las informaciones que había. La única solución para combatir esta pandemia: el confinamiento social. Entonces vi que elementos me faltaban y el viernes 13 de marzo (día que surgieron los primeros casos positivos de coronavirus en Uruguay) ya tenía montado el gimnasio".

El zaguero no dudó en remarcar el gran inconveniente de esta pandemia: "El problema está en no saber cuándo vuelve la competencia. Porque nosotros vivimos de la competencia y de entrenar al aire libre".

"Internamente nos preguntamos: ‘¿Para qué entrenamos?' Si ni siquiera sabemos cuándo vamos a volver. Entonces es importante tener un equipo multidisciplinario en el club, los médicos, psicólogos, directivos y el apoyo mutuo de los jugadores para mantener viva esa motivación", comentó.

Orfila

Defensor Sporting contrató para esta temporada a un director técnico desconocido en nuestro medio como es Alejandro Orfila. Tiene una basta trayectoria en el ascenso del fútbol argentino y González habló un poco de él.

"Es un entrenador que asumió un riesgo al salir de su zona de confort porque en Argentina él estaba bien. Además, el fútbol uruguayo es muy difícil a pesar de que la gente piense que es de un nivel muy bajo", explicó.

"Orfila se comprometió con un plantel de 25 o 30 jugadores y estos lograron desarrollar un estilo de juego. Tal es así que al mes nos sentimos que estábamos conectados con su filosofía y nosotros éramos, en la cancha, el pensamiento del entrenador. Eso es una gran capacidad del técnico: lograr que el equipo plasme su idea", aseveró.

Europa

En la temporada 2013/2014 le llegó a González la gran oportunidad de pasar al fútbol europeo: dejó Peñarol para fichar por el Hellas Verona de Italia.

"Haber llegado a jugar en el fútbol europeo fue uno de los mejores momentos de mi carrera. Son muy pocos los futbolistas que lo han logrado e imaginate lo que se te pasa por la cabeza cuando te comunican que vas a jugar en Italia, es algo increíble", expresó.

Pero en ese entonces contó que no tenía ganas de irse de Peñarol: "Ni bien me llegó esta posibilidad de ir a Europa no me quería ir de Peñarol porque estaba como entrenador Diego Alonso. Se trataba de una persona que fue un gran compañero de equipo y que, en ese entonces, estaba desempeñando otra función y le quería dar una mano".

Tras pensarlo varias veces terminó accediendo a la posibilidad de ir al fútbol europeo: "Aunque después lo pensé en frío y me dije ‘que estaba loco' porque no podía dejar pasar una oportunidad que se les da a muy pocos futbolistas".

González jugó en el Hellas Verona, Cagliari, Ternana, Avellino, Perugia todos en Italia para luego fichar por el Palestino de Chile, el Barcelona de Guayaquil y arribar a Defensor Sporting.

2011

El 2011 no es un año más para González. En esa temporada se afianzó en el once titular de Peñarol y llegó a jugar la final de la Copa Libertadores con ese club, algo que no ocurría desde 1987.

"Hacía tiempo que no se daba que un equipo uruguayo llegara a la final de una Libertadores. No quedó como una hazaña porque no se ganó, pero fue algo importante para el fútbol local", argumentó.

Comenzó a jugar en un puesto desconocido para él como fue el de lateral derecho: "Fue un momento inolvidable para mi carrera. Nunca había jugado de lateral derecho. Tras esa copa se me identificó en esa posición, pero siempre fui central".

"Diego Aguirre (entrenador de Peñarol en ese momento) me preguntó, en la mitad de la Copa Libertadores, si me animaba a jugar en esa posición y acepté. Era una época que mi gran característica era la exuberancia física. Además, ese puesto me permitió salir al exterior", soslayó el defensor.

En la final Peñarol se enfrentó al Santos de Neymar Junior. González le tocó marcar al crack brasileño y lo estaba haciendo de buena manera, pero en la segunda final Ney le dio una patada que provocó la salida del lateral/central.

Muchos hinchas carboneros sostienen que la historia pudo ser otra si González se hubiera quedado en la cancha y el mismo futbolista se refirió a esto: "Tiene cosas que son reales y otras que quedan en el imaginario de la gente. En esos dos partidos final tenía una función específica que era una marcación casi personal y que me facilitaba las cosas porque tenía una sola referencia".

"Si uno analiza el partido éramos dos o tres marcándolo a Neymar cuando él agarraba la pelota. Cumplí bien mi papel. Pero mi salida generó un desbalance porque tenía una función especifica de marcarlo a él", sentenció.