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Abel Hernández habló en extenso con el programa 100% Deporte de Sport 890 y tocó todos los temas posibles: su salida de Peñarol, las lesiones, el manejo del club respecto a la no renovación de su vínculo y el futuro, que se perfila hacia el exterior. Además, dijo que hubiese aceptado si le ofrecían un contrato a rendimiento, pero no hubo tal propuesta.
“Fue una decisión de los dirigentes y el entrenador. De Peñarol no me llamó nadie para decirme si iba a seguir”, contó la Joya, quien sostuvo que se enteró de la decisión del club respecto a su futuro “el 4 de enero por Instagram”, como otros compañeros. “Cuando hacía goles venían a felicitarme. Después me entero por Instagram que no sigo”, lamentó.
“Estaba en el club que amo. Sé que fue un año complicado y no pudimos conseguir los objetivos que nos habíamos planteado. En lo personal creo que cuando estuve dentro de la cancha lo hice muy bien y fue de mis mejores años, pero las lesiones me llevaron mucho tiempo y sentía que podía tener una revancha y hacerlo mejor que el año pasado”, dijo.
Las lesiones: distintos diagnósticos y pérdida de confianza
Sobre las lesiones, fue claro: “Parte puede ser culpa mía y parte no. Muchas veces me apuré. Ser hincha y querer estar siempre me llevó a tomar decisiones erradas y a apurarme. Y otras personas no tomaron la mejor decisión. En ese momento confiaba en esas personas y pasó lo que pasó con lesiones que debían recuperarse en un corto tiempo y me llevaban el doble”.
El 7 de octubre volvió de un desgarro en el posterior con Defensor Sporting, jugó un puñado de minutos y dos días después se resintió. “Yo tenía el alta de parte de Peñarol, pero mi doctor me había dicho que era imposible que jugara y que iba a resentirme con cualquier movimiento brusco. Entré siete minutos y solo corrí; no toqué la pelota. A los dos días, entrenando, hice un movimiento brusco y volví a sentirme”, narró.
“Ahí perdí la confianza en la sanidad de Peñarol. Confié más en la sanidad
de Peñarol que en la mía, que me conoce hace siete años, y el que tenía razón
era mi doctor. Esa decisión es una de las que me arrepiento. Hasta ese momento,
las dos sanidades veían las cosas muy parecidas. Pero si dos personas miren la
resonancia y una dice que estás bien y la otra que estás desgarrado, alguien
está mintiendo o alguien no está viendo bien las cosas”, comentó, y aclaró que tuvo una buena relación con Horacio Deccia, quien no sigue en la sanidad aurinegra. Tampoco continúa Edgardo Rienzi.
“Cuando sentí que se me abría todo de vuelta, le dije a Darío [Rodríguez] que creía que no iba a seguir jugando. Después llegué a casa y me puse a pensar: ‘Cuando yo estoy bien, adentro de la cancha se nota la diferencia. Puedo seguir jugando y se nota que lo hago bien’. Puedo seguir jugando un par de años más. Enfrié la cabeza y tomé la decisión de seguir adelante”, dijo.
Los cambios de directores técnicos y el futuro
Cuando habló de malas decisiones, también apuntó a los dirigentes. “Cuando te cambian tres entrenadores en un mismo año y vas primero, es complicado. No hay equipo que gane todos los partidos. Para la cabeza del jugador, te mata. Aparte, todos entrenadores de distinta metodología. A Alfredo Arias le gustaba jugar, Darío era un poco de lo mismo, y con Diego Aguirre es un fútbol más de ir e ir, pero no teníamos los jugadores para eso”, opinó.
Independientemente de eso, y de que “lo de afuera empezó a golpear muchísimo”, fue autocrítico respecto al plantel: “El último cambio de entrenador nos golpeó bastante y ya no pudimos levantar cabeza. Por más que ganamos la semifinal, estaba la sensación de que no éramos nosotros y que nos estaba costando el doble. En las finales Liverpool fue totalmente superior y nosotros no estuvimos a la altura de Peñarol”.
Hoy se enfoca en su futuro, que se resolverá “en familia para tomar la mejor decisión”. Lo llamó Miguel Russo para llevarlo a Rosario Central, una opción que “seduce por estar cerca de Uruguay y porque el fútbol argentino es muy lindo y dinámico”. “Creo que Central se puede adaptar a mi juego, pero fue una conversación por encima y habrá que ver qué pasa cuando pongan la propuesta arriba de la mesa”, indicó.
También lo sondearon de Turquía. “Estamos analizando todo con mi familia porque sería irnos lejos de Uruguay. Cuando tomamos la decisión de volver fue porque pensamos que era el momento de estar un poco más cerca de la familia, jugar dos o tres años, y ya retirarme acá. Aunque no sea a la mejor liga, sería volver a Europa con 33 años”, agregó, y cerró la nota con una frase tajante: “Estoy bien para jugar. Yo voy a decidir cuándo retirarme. El fútbol no me va a retirar a mí”.
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