El zaguero colombiano Julián Millán contó cómo fue su adaptación al fútbol uruguayo, su crecimiento en Nacional y por qué 2025 marcó un punto alto en su carrera, con título incluido.

Millán, de 27 años, cerró un año soñado en los albos, demostrando regularidad, números positivos y una consagración que terminó de confirmar su consolidación en el fútbol uruguayo.

El defensor colombiano, al que Nacional le compró el 50% del pase a Internacional de Palmira, habló en Blu Radio (Colombia) de la exigencia del medio, su rol en el equipo y la “mochilita” que logró dejar atrás.

Adaptación, título y números

“Es un fútbol muy difícil, muy físico”, dijo de su año en Uruguay, y mencionó: “Al principio me costó un poco adaptarme, pero cuando le agarré la mano empecé a sentirme muy bien y a ser regular. Se cerró con el título, que era lo que más quería”.

Millán se asentó como zaguero por izquierda, una posición que lo encontró cómodo y protagonista: “Estoy jugando ahí, escuchando, aprendiendo de todo lo que pasó en la temporada. La final fue muy linda por todo lo que se vivió y estoy muy feliz por este año tan maravilloso”.

Los números respaldan su temporada: 45 partidos, cuatro goles y dos asistencias: “He tenido la fortuna de jugar mucho y no lesionarme. Este año es el mejor de mi carrera: por estadísticas y por la final, en la cual pude dar el pase para el gol del título”.

Revancha, aprendizaje y mentalidad

El paso por Uruguay tuvo un fuerte componente emocional: “Sí, fue una revancha. Perdí una final en mi pasaje por Independiente Santa Fe y me quedó esa espinita. Había que pasar la página y seguir el camino. Siento que me quité esa mochilita que tenía cargada”.

También destacó el respaldo del vestuario y el aprendizaje junto a referentes: “Cuando llegué, estaban Sebastián Coates, Diego Polenta y otros jugadores grandes. Ellos me arroparon de la mejor manera, y me ayudaron mucho en lo mental, algo clave para crecer”.

Y dejó una reflexión que marcó su experiencia: “Los colombianos tenemos mucho talento, pero a veces nos falta mentalidad: creernos buenos, tener la cabeza firme y estar centrados. Uruguay me cayó muy bien en ese sentido; crecer en la parte mental fue tan importante como lo futbolístico”.

El cierre fue de gratitud: “Hablaba con mi familia y les decía que no creía el cariño que logré en un país tan futbolero y exigente. Es una bendición poder representar a mi país fuera de fronteras de la mejor manera”.