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Bueyes perdidos y encontrados
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OPINIÓN | Bueyes perdidos y encontrados

Promesas que me hicieron mal y sin embargo las quiero: el debate de los impuestos

Que lo ideal sería que bajara la carga impositiva no lo discute nadie. La posibilidad parece remota y, en todo caso, discutible.

Por Marcelo Estefanell

09.02.2024 15:43

Lectura: 4'

2024-02-09T15:43:00-03:00
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Entramos en un año electoral y las manifestaciones públicas de los políticos profesionales suelen adolecer de poco nivel. Predominan los contenidos paupérrimos y efectistas. Sospecho que esto no se debe a la falta de formación o de conocimientos de los protagonistas, sino a estrategias de comunicación que se han convertido en muletillas recurrentes que apuestan a las emociones del receptor, a los esquemas y a las reacciones primarias. De paso generan titulares momentáneos y difusión en las redes sociales.

Solo así se explica, por ejemplo, que el precandidato por el partido Nacional, Álvaro Delgado, afirme que si les toca gobernar nuevamente no van a subir impuestos cuando nadie ha planteado el tema ni está en ninguna agenda que se conozca. Pocas horas después, en un evento de Renovación y Victoria (lista 97), el mismo precandidato exigió a los líderes del FA que fueran claros con la gente, y pregunto a voz de cuello: “¿Van a poner más impuestos o no?”.

Luego, los comunicadores se encargan de realizar la misma interrogante a cada referente de los sectores opuestos porque la polémica —o seudo polémica— vende (invita al click).

De esa forma queda flotando en las conversaciones un asunto importante que merece análisis detenidos en vez de convertirse en una simplificada consigna.

Por otra parte, parecería que tratar el tema con profesionalismo no da réditos políticos; menos aún, a nueve meses de las elecciones nacionales. Sentarse a leer, por ejemplo, una nota que no lleva más de 10 minutos hacerlo, del economista Carlos Grau Pérez, publicada en agosto de 2022*, no atrapa a los incautos y no riza el verano nacional como lo hizo el discurso del precandidato blanco.

Sin embargo, vale la pena hacerlo si queremos ser un país serio, porque quienes pretenden dirigir los destinos de la nación pueden refrescar la memoria y aprender cómo ha sido la evolución de la presión tributaria desde la presidencia de Luis Alberto Lacalle Herrera hasta el segundo gobierno de Tabaré Vázquez. No se puede decir muy suelto de cuerpo que no aumentará los impuestos en caso de ser presidente cuando las necesidades de recaudación, muchas veces, son determinadas por coyunturas que nadie previó y circunstancias muy especiales que no dependen del voluntarismo proselitista. Vale preguntarse por qué en la administración Lacalle Herrera la presión tributaria aumentó 6,7%. Y por qué en el segundo gobierno de Sanguinetti subió13,17%. Luego le tocó el turno a Jorge Batlle y la crisis bancaria más aguda que tengamos memoria llevó esos porcentajes al 23,4% (ver cuadro 1)

Durante este período —2000/2005— se introducen nuevos tributos como la Contribución a la Seguridad Social (Cofis); se crea un Impuesto Específico a los Sistemas de Salud (Imessa); un impuesto sobre las Cesiones de Derechos sobre Deportistas; un impuesto sobre Organizadores de Sorteos; otro sobre las Tarjetas de Crédito (ITC); otro a las Telecomunicaciones (ITEL); un tributo sobre Control del Sistema Financiero y una alícuota adicional sobre el Impuesto a las Retribuciones Personales.

Con la reforma tributaria durante el primer gobierno del Frente Amplio (2007) se eliminaron más de 13 impuestos, se creó el IRPF, bajó el IVA y en todo el período (2005-2010) la presión tributaria significó un aumento de 0,7% (ver cuadro 2). Luego, durante el gobierno de José Mujica, el aumento de la carga tributaria fue de 0,4%. Y en la segunda administración del doctor Vázquez trepó al 10,4%.

Las cifras son objetivas; tanto la DGI como el BPS son la fuente. No hay lugar para especulaciones cuando existe muchísima información para el análisis responsable.

Que lo ideal sería que bajara la carga impositiva no lo discute nadie. La posibilidad parece remota y, en todo caso, discutible. De todas maneras, es un tema resbaladizo que de solo mencionarlo produce urticaria. Entonces, parecería que hay que tener a mano la “pomada salvadora” cuyo principio activo se llama “promesa electoral”. Muy efectiva en lo inmediato, por cierto, porque a los uruguayos, como a casi todo el mundo, no nos gusta pagar impuestos.

* La citas y los cuadros son parte de la nota publicada en La Diaria el 8 de agosto de 2022: https://ladiaria.com.uy/economia/articulo/2022/8/breve-historia-de-la-presion-impositiva-en-nuestro-pais/

Por Marcelo Estefanell


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