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Contenido creado por Gonzalo Charquero
Dentro del margen de error
Foto: Armando Sartorotti/FocoUY
OPINIÓN | Dentro del margen de error

La fuga de votos superó el muro de “espalda con espalda” que montó la coalición

Los uruguayos entienden muy bien cómo funciona el sistema electoral. Noviembre es otro partido y eso da más libertad a los votantes.

Por Mariana Pomiés

29.11.2024 16:24

Lectura: 5'

2024-11-29T16:24:00-03:00
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Los uruguayos elegimos finalmente un nuevo presidente. Desde hace muchos meses la candidatura del Frente Amplio (FA) reunía la mayoría de las intenciones de voto, y una vez definido Yamandú Orsi como candidato, siempre reunió la mayoría de las preferencias.

Pero la primera vuelta de octubre había dejado varias certezas y algunas incertidumbres. El FA sigue siendo el partido más votado y el Partido Nacional (PN) retiene casi toda su votación de cinco años atrás. Aumentaron los votos hacia el Partido Colorado respecto de los que había recibido en 2019, aunque sus dirigentes tenían expectativas de un crecimiento aún mayor. Cabildo Abierto (CA), la cuarta fuerza del país en 2019, se desploma, perdiendo más de dos tercios del apoyo que tuvo en 2019.

La coalición sumada reunió en octubre el 47,5% de los votos. Algunos ya se adjudicaban la victoria porque sumaban de arranque más que el FA. Pero los analistas advertimos del fenómeno de “fuga de votos” entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones, que siempre —salvo en 1999— había tenido la coalición (o proto coalición en el pasado). Este antecedente, válido en las cuatro elecciones de este milenio, debía ser tenido en cuenta a la hora de prever cómo sería la votación en noviembre.

Los dirigentes de la coalición —también conscientes de este peligro— se abroquelaron e intentaron mostrar una imagen de unidad, transmitiendo el mensaje de que “no se iba a escapar ni un voto” de sus partidos entre octubre y noviembre. En las semanas previas al balotaje se defendía esa convicción con argumentos que no necesariamente reflejaban la posición de algunos votantes de a pie.

Decían que la fuga de votos que hubo antes no ocurriría ahora, porque la coalición ya existía en octubre —a diferencia de lo que había sucedido en los ciclos electorales anteriores— y además había tenido un gobierno exitoso. Sin embargo, las encuestas previas a octubre mostraban que minorías de votantes de distintos partidos del oficialismo pensaban votar a Orsi —y no a Delgado— si su propio candidato no pasaba al balotaje.

Y eso fue lo que sucedió el 24 de noviembre. Delgado obtiene casi dos puntos porcentuales menos que lo que obtuvo la coalición en octubre y Orsi consiguió más de cinco puntos, más que el voto del Frente un mes atrás.

Orsi, a su vez, obtuvo más votos que el FA en octubre en todos los departamentos. Solo en Montevideo y Canelones crece menos de cinco puntos porcentuales. En todos los demás crece más de siete, llegando a 10 o más en algunos como Río Negro, Rivera, Rocha, Cerro Largo, Treinta y Tres y otros cinco departamentos de tradición blanca.

Además, Orsi vota mejor en el balotaje que el FA en octubre, allí donde Cabildo Abierto había votado bien en 2019. Un ejemplo es Rivera, que fuera bastión de CA, donde Orsi obtiene 16 puntos porcentuales más que el Frente en octubre. Otro es Treinta y Tres, donde CA había alcanzado el 20% de los votos en 2019, y Orsi consigue 15 puntos más que el FA en octubre.

¿Por qué varios votantes de los partidos socios de la coalición decidieron votar a Orsi para presidente? Hay muchas explicaciones posibles, y seguramente distintos votantes hayan tenido diferentes motivos.

Los uruguayos entienden muy bien cómo funciona el sistema electoral en el país: en octubre eligen el partido y candidato presidencial que más les gusta. Octubre es una etapa crucial sobre todo en el interior, donde los candidatos a diputados son figuras muy conocidas que tienen votantes que los apoyan y que les interesa que lleguen al legislativo para representarlos y pelear por sus intereses. Los caudillos, los líderes locales y los militantes se mueven mucho para llevar a su representante al Parlamento.

Pero los votantes entienden que noviembre ya es otro partido. Cuesta más votar a un candidato que no es de mi partido o de mi sector; se elige un presidente para todos, y eso da más libertad a los votantes. Y lo que quedó claro el domingo es que, más allá de la satisfacción con la gestión del actual presidente Luis Lacalle Pou, hubo una mayoría que buscó otra alternativa.

Lacalle Pou no se reelegía y había que optar entre dos candidatos “nuevos”.

Se “fugaron” con su voto porque Orsi los convenció más de que con su gestión lograría alguna de las muchas demandas que tiene el electorado: mejorar su situación económica personal, mejorar en el acceso al trabajo para ellos o familiares, mejorar la seguridad, o tal vez la educación o la salud.

En el juego político gana aquel que propone una esperanza de mejora creíble, un futuro un poco mejor. Tal vez la coalición no entendió que había entre sus propios votantes expectativas insatisfechas, que no todos aceptaron o recibieron el mensaje de los logros, o no les parecieron suficientes.

En estas semanas seguiremos reflexionando al respecto, pero también seguiremos viendo algunos “pasajes de facturas”. Esto es natural, sobre todo en algunos partidos más pasionales. Pero después deberán reflexionar sobre esta conexión con los votantes, sobre todo con los más distantes de la política, acerca de cómo escuchar, aceptar e incorporar las distintas percepciones y preocupaciones de cara al futuro. Porque en Uruguay, al otro día de las elecciones, empieza una nueva campaña política.

Por Mariana Pomiés