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Contenido creado por Paula Barquet
El negocio en busca de sentido
Anil sharma / Pixabay
OPINIÓN | El negocio en busca de sentido

La IA en la docencia: un camino para formar ciudadanos que hagan la diferencia

Integrar herramientas generativas de inteligencia artificial en la educación puede desarrollar pensamiento crítico, ética y creatividad.

Por Teresa Cometto
[email protected]

28.02.2025 12:27

Lectura: 4'

2025-02-28T12:27:00-03:00
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La irrupción de la inteligencia artificial generativa (IAG) en la enseñanza ha abierto un abanico de posibilidades que desafían los métodos tradicionales de aprendizaje y evaluación. Se ha hablado mucho sobre la amenaza de dichas herramientas en la integridad académica, a la vez que muchos docentes han aprendido a adoptarlas como aliadas para potenciar la enseñanza.

¿Cómo podemos equilibrar el uso responsable de dichas herramientas con el desarrollo del pensamiento crítico, la creatividad y el impacto positivo en la vida de las personas? Integrar estratégicamente dichas herramientas puede potenciar el aprendizaje, formando estudiantes con un sentido de propósito capaz de hacer una diferencia positiva en la sociedad.

La IAG facilita la comprensión de conceptos complejos personalizados en la educación, pero también puede utilizarse como un medio para formar individuos con capacidad de análisis, sensibilidad hacia las problemáticas sociales y compromiso con la construcción de un mundo mejor. El rol del docente es clave para establecer pautas que no solo promuevan un uso ético y productivo de la tecnología, sino que también inspiren a utilizarla para generar impacto positivo.

Los educadores pueden fomentar la reflexión crítica discutiendo con sus estudiantes beneficios y riesgos, tales como el sesgo algorítmico, la privacidad de los datos y el impacto de la automatización en el empleo. Así se desarrolla la conciencia sobre su papel en la sociedad.

De acuerdo con el Centro de Actualización en la Enseñanza Superior, la evaluación del aprendizaje en el contexto de la IAG requiere un rediseño de las estrategias docentes, a través de determinadas consignas. Aprender no es lo mismo que encontrar información rápidamente, sino incorporar intelectualmente dicha información y utilizarla como cimiento para concebir nuevas ideas, conceptos y teorías.

Las preguntas de bajo orden cognitivo pueden ser fácilmente resueltas por la IAG, pero las que desafían a pensar en soluciones para problemas reales invitan a los estudiantes a reflexionar sobre su impacto en la sociedad. Se trata de consignas que inviten a transformar la situación actual.

Las evaluaciones formativas y el desarrollo de trabajos en etapas permiten la retroalimentación constante y fomentan la responsabilidad y protagonismo en el proceso de aprendizaje.

El uso transparente de las herramientas implica que los estudiantes deben citar los contenidos producidos automáticamente por la herramienta, indicando específicamente cuál fue la herramienta utilizada y cuáles fueron los prompts más relevantes. Es necesario citar la fuente de manera correcta, según el estilo de citas recomendado, comprendiendo que la entrega de contenidos no propios, sin citarlos, constituye una falta a la integridad académica.

Para validar el aprendizaje, se sugiere combinar entregas escritas con presentaciones orales o iniciativas de participación en proyectos comunitarios aplicados en contextos concretos.

Es crucial que los docentes se capaciten y reflexionen sobre cómo guiar a sus estudiantes en el uso de la tecnología, no solo como generador de respuestas, sino como una herramienta para explorar nuevas ideas con una perspectiva de servicio y propósito. Proponer soluciones a problemas sociales y desarrollar pensamiento estratégico.

También puede ser valiosa para facilitar el trabajo en equipo. Por ejemplo, se pueden utilizar asistentes virtuales para organizar debates, generar ideas y mejorar la comunicación entre los alumnos en proyectos colectivos.

El debate sobre la utilización de herramientas generativas de IA en la docencia no es solo metodológico, sino ético y filosófico. No se trata solo de preparar a los estudiantes para el futuro laboral, sino de inspirarlos a convertirse en agentes de cambio. La educación debe ayudarlos a desarrollar un sentido de propósito, a entender cómo sus habilidades pueden impactar positivamente en la sociedad y amplificar su capacidad de hacer el bien.

La IAG es, en definitiva, una extensión de nuestra capacidad para aprender y enseñar. Su verdadero valor no está en la generación automática de contenidos, sino en cómo la integramos para potenciar el pensamiento, la creatividad y el compromiso con la transformación social. Los docentes tenemos el reto de guiar a nuestros estudiantes en este camino, asegurando que estas herramientas sean aliadas en la construcción de un futuro más equitativo, inclusivo y ético.

Por Teresa Cometto
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