Después de las elecciones pocas cosas parecen tan inútiles y obsoletas como la cartelería electoral en edificios, columnas y muros. Lo mismo sucede con los posteos en las redes sociales anteriores a la última votación: en el caso de los perdedores la muestra resulta patética; para comprobarlo alcanza con repasar la imagen insistente del doctor Andrés Ojeda asegurando que podía pasar a la segunda vuelta y liderar la coalición multicolor o, peor aún, cuando hizo alharaca de que estaba a tres puntos de Yamandú Orsi. Otro ejemplo lo dio Pablo Mieres pocas horas antes de la segunda vuelta, posteando la imagen de su candidato con este mensaje: “Quedó confirmado!!! Álvaro Delgado es el próximo presidente!!!”
Los diarios viejos, por lo menos, sirven para encender la parrilla. La propaganda de plástico y sus versiones digitales solo dan pena y, en el mejor de los casos, sugieren aprendizajes acerca de la vanidad, del dogmatismo, del oportunismo y de todos los esquemas que hay que evitar como al demonio.
Dicho esto, las conclusiones primarias de la primera vuelta son evidentes; se pueden manejar los números caprichosamente, pero sucede que las cifras finales son porfiadas. Basta comparar las elecciones de 2019 con las del 27 de octubre pasado para concluir que:
a) El Partido Nacional tuvo menos votos.
b) El Partido Colorado votó mejor, pero quedó lejos de los pronósticos de su candidato capricorniano cuando anunciaba que estaba a un punto de Álvaro Delgado. En verdad, el de mejor performance fue su correligionario Pedro Bordaberry.
c) El Frente Amplio fue quien obtuvo más votos, a tal punto que obtiene la mayoría en el Senado y fue el partido con más sufragios en 12 de los 19 departamentos.
d) Cabildo Abierto, por su parte, fue el gran derrotado: perdió dos senadores y nueve diputados.
e) Al Partido Independiente, aunque casi duplicó la votación de 2019, no le alcanzó para obtener la banca en el Senado como pretendía su líder. Parece condenado a ser una organización testimonial.
f) Otro derrotado: el Partido Ecologista Radical Intransigente.
g) Por el contrario, Gustavo Salle es el exitoso del momento dentro de los partidos menores y será el incordio de las prácticas parlamentarias.
Estos son hechos irrebatibles. Dibujen como dibujen los resultados la realidad se impone y presenta singularidades que van a determinar las políticas futuras.
Las cifras del balotaje también permiten sacar conclusiones en base a datos objetivos: la fórmula Orsi/Cosse ganó por casi cuatro puntos a la dupla oficialista. Cuando termine el escrutinio final es muy probable que la diferencia sea mayor. El Frente Amplio aumentó su votación en todos los departamentos con respecto a la primera vuelta. En total, obtuvo 138.173 votos más que el 27 de octubre pasado. Comparativamente, en Rivera fue donde más creció: pasó de 19.986 votos a 26.170 (34,8%).
Desde la noche del domingo 24 la coalición multicolor se está preguntando a qué se debe la derrota: ¿cómo es posible que aquella diferencia de tres puntos y medio por encima del Frente en la primera vuelta se haya convertido en una pérdida insalvable?
Por último, quedó demostrado que los cucos ya no funcionan, al menos, no como algunos esperaban. La ira y el insulto como herramientas políticas no hacen efecto en esta sociedad como en nuestros vecinos. El uso de Tribilín, de hologramas para reportajes inventados, tampoco rinden. Menos la irrupción de un seudoperiodista español de ultraderecha famoso en su tierra por inventar reportajes y difundir noticias falsas. Los Trump, los Bolsonaro, los Milei y los Maduro con sus enemigos inventados y sus descalificaciones a todos los que piensan diferente, no tienen mayor eco en estas tierras.
Al fin, quedan los discursos de Carolina Cosse, de Yamandú Orsi y de Álvaro Delgado luego de los resultados: los tres confirman que somos diferentes, que nos tomamos la política en serio y que creemos en la profundización de la democracia teniendo en cuenta al otro, con más razón cuando “ese otro” es la otra mitad de nuestro pueblo y los desafíos aguardan soluciones urgentes. Al fin y al cabo, como dijo Benito Juárez casi dos siglos atrás: “La democracia es el destino de la humanidad; la libertad su brazo indestructible”.
Esta es una buena oportunidad para demostrar que las palabras de aquel ilustre zapoteca son una realidad palpable.
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