La Red Nova, conformada por referentes en materia de innovación, otorga una serie de premios en conjunto con la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). Se trata del reconocimiento más importante en la categoría de emprendimientos y por primera vez la biotecnología ocupa los tres primeros lugares.
Kinzbio, ganadora del premio NOVA, busca combatir las infecciones bacterianas y la resistencia a los antibióticos mediante los bacteriófagos jumbo. Apunta a mitigar el principal problema de salud global de los próximos años.
Nanogrow construyó una versátil plataforma para el desarrollo de nanoanticuerpos que permite generar y seleccionar racionalmente los mejores candidatos para cada aplicación.
MetaBix Biotech ha desarrollado métodos para realizar muestreos en ambientes (aire, agua y suelo) con el fin de detectar patógenos. Está orientada a los sectores avícola y porcino mitigando riesgos y aumentando la productividad.
Los tres emprendimientos entusiasman, como también entusiasma Eolo Pharma, que comenzó ensayos en humanos para prevención y tratamiento de la obesidad en 2023.
¿La biotecnología está en condiciones de transformarse en un sector vibrante de la economía tal como lo ha hecho la industria del software?
Hay señales de que sí: la calidad de la investigación que se desarrolla en varias facultades e institutos lo dice. La experiencia que se está adquiriendo en investigación orientada por misión con potencial en concretar emprendimientos productivos también, pero hacen falta más y mejores herramientas para potenciar el sistema.
La protección de la propiedad intelectual
El PCT es el tratado internacional de cooperación en materia de Patentes. Tiene la adhesión de 157 países, incluyendo por ejemplo a Brasil, Cuba, China, India y todos los países desarrollados.
En mayo de 2018, la entonces ministra de Industria, Carolina Cosse, en el Foro de la Industria Farmacéutica anunció que el gobierno había elevado al Parlamento la propuesta de adhesión al Tratado de Protección de Patentes (PCT). En diciembre de este año, cinco años después, la actual ministra de Industria, Elisa Facio, declaró en El País: “Estamos en una lista corta (de países que no están adheridos al PCT) en la que no me da ningún orgullo estar”.
Y sin embargo aquí estamos, fuera de “la FIFA de las patentes”. Los investigadores deben salir a patentar al exterior para lograr cobertura. Los gobiernos pasan, pero seguimos siendo un país “raro”, complicado para pensar en un hub tecnológico en biotecnología.
La regulación
En el área de la salud también somos “raros”. No contamos con una agencia y la regulación es responsabilidad del MSP con grandes retrasos y falta de flexibilidad. Esto no es responsabilidad del personal, sino de estructuras inadecuadas a los ritmos del siglo XXI. El FDA es la agencia reguladora de los Estados Unidos, la más famosa. En la descripción de su misión se lee: “El FDA es responsable de mejorar la salud pública ayudando a acelerar innovaciones que hagan a los productos médicos más efectivos, seguros y accesibles”.
Necesitamos una agencia reguladora del siglo XXI, que además promueva la innovación en diálogo con la ANII.
Los ensayos clínicos
Eolo Pharma realiza los ensayos clínicos Fase I en Australia, que es un país referente en esta temática. ¿Es posible pensar en ensayos clínicos en Uruguay? No solamente para iniciativas de empresas locales, sino también para empresas de otros orígenes. Es importante estudiar el tema a fondo.
¿Tenemos fortalezas en ese segmento de actividad? ¿Cuáles son nuestras debilidades? ¿Qué nos falta? ¿Conocimiento, regulación, inversión? Hoy por hoy no lo sabemos, debemos llevar adelante un profundo estudio de la viabilidad de ingresar en ese segmento.
El capital de riesgo
La investigación y desarrollo en biotecnología requiere mayor inversión de capital que en el sector de tecnología de la información (TI), también tiene tiempos de maduración más largos. Esto pone énfasis en la necesidad de mejorar notoriamente el acceso al capital de riesgo. Han existido y existen iniciativas para promover fondos e inversores locales, también para atraer fondos internacionales. Sin desmedro de estas, también es necesario pensar y desarrollar “instrumentos de segunda generación”, como dice Marcel Mordezki, que faciliten la incorporación de pequeños, medianos y grandes inversores mediante un sistema de incentivos atractivo.
En el siglo XXI hemos sido capaces de construir un sistema innovador dinámico. En 2022 la facturación del sector TI alcanzó el 4% del PBI. La meta señalada por Carlos Acle, presidente de la CUTI, es alcanzar el 5% para 2025.
Sumar un sector de biotecnología pujante está al alcance si lo miramos desde el punto de vista del capital humano. Pero eso no alcanza. Hace falta internacionalizarse, hace falta gestionar las regulaciones con agilidad y promoviendo la innovación, y también hace falta mejorar notoriamente el acceso a capital de riesgo.
Por Fernando Brum
fbrum34
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