Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Weekend a la uruguaya

Weekend a la uruguaya

14.03.2007

Lectura: 6'

2007-03-14T08:30:01-03:00
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-¿Recuerdas Laura, aquel fin de semana que pasamos en...cómo era que se llamaba? ¿Venezuela?
-Uruguay, George.
-Claro, Uruguay, con aquel presidente con nombre indio que había nacido en Texas, igual que yo.
-No, George, tú no naciste en Texas y él tampoco. Los americanos no entendieron aquel chiste. Pensaron que se trataba de una de tus...
-¡Qué cordero, my god! Por no hablar de aquella multitud tan simpática que salió a saludarnos por la rambla de Buenos Aires.
-George, la capital de Uruguay es Montevideo.
-¡Oh yeah! Miles de personas vivándonos cuando llegamos a Montevideo. Recuerdo que Condolezza gritaba eufórica: “Castillo, banana, mirá qué caravana”.
-Y luego el Anchorena Ranch. con su  “gaucho style”, tan argentino.
-Y de noche la cena en aquel restaurante. ¡Qué fin de semana inolvidable, Laurie!

La evocación de George y Laura Bush de su visita a Uruguay puede ser anticipada casi al detalle. El presidente de Estados Unidos planificó un fin de semana de paz en medio de una gira complicada. En Brasil discutiría sobre los biocombustibles y la estrategia energética, en Colombia abordaría temas tan espinosos como el narcotráfico y la narcoguerrilla y en México debería explicar por qué  levanta un muro de concreto a sus socios del Nafta, pero en Uruguay, en cambio, pasaría un weekend a pedir de boca. ¿Y las protestas callejeras? Ah, sí, pero fue más la gente que salió a verlo pasar por la rambla que la concurrencia sumada de las dos marchas de repudio.  Entonces, ¿qué pudo preocuparlo en un país que quiere vender arándanos, software y carne de cordero?

Algunas almas incautas, propensas a creer en las consignas y los muros, piensan que Bush es el hombre más poderoso del planeta y llegan a llamarlo “el emperador del mundo”. Nada más alejado de la realidad. No sólo ya no tiene autoridad como para mover a voluntad su colosal ejército (con el que buscó vengar el 11 de setiembre y desató un baño de sangre) sino que tampoco puede hacer gran cosa para mejorar el comercio con Uruguay. Como las cuotas se resuelven en la Ronda de Doha y los aranceles en el Congreso de Estados Unidos (dominado por la oposición demócrata) su visita a nuestro país sólo pudo tener como objetivo supremo disfrutar del fin de semana. De paso, aprovecharía para darle un espaldarazo a Tabaré Vázquez, un presidente con fama de moderado, que enfrenta con determinación y dignidad los desplantes de sus vecinos y la billetera de Chávez.

¿Qué otra cosa podía traer a Bush a Uruguay? La estabilidad institucional y la paz social en la que vivimos; nuestra condición de remanso democrático del continente, que nos hace diferentes a los ojos del mundo. Eso es lo que llevó al presidente de Estados Unidos  a ponerse a golpe de teléfono, en caso de que Vázquez lo necesite, en una suerte de blindaje genérico que debió causar escozor en el Palacio de Miraflores y la Casa Rosada.
  
Una visión de corto plazo, mostraría a Hugo Chávez como el gran triunfador del fin de semana, sólo que su victoria no es sobre Bush, como quiere aparentar. Su “rival directo”, al decir de los comentaristas de fútbol, es el presidente Lula, quien se animó a conversar con su colega estadounidense sobre la modificación de la matriz energética para reducir la dependencia del petróleo. Chávez tendrá una verborrea revolucionaria pero no masca vidrio: a Estados Unidos va más del 60 por ciento de la producción petrolera venezolana, sin que Chávez sienta que traiciona sus convicciones bolivarianas.

Aunque el presidente venezolano tiene razón cuando advierte sobre la inviabilidad de producir combustible con alimentos, no puede ocultar su temor de que los países sudamericanos ya no dependan de sus petrodólares. Si a esto se agrega la estrategia brasileña de fortalecer el comercio entre el MERCOSUR y Estados Unidos, sus aspiraciones de liderazgo continental se hacen trizas. Un revolucionario “marxista-narcisista” como él no puede admitir semejante osadía.

Si se mira en una perspectiva de largo plazo, el camino elegido por Lula apunta hacia la profundización del intercambio comercial y tecnológico entre Brasil y Estados Unidos. Si ese es el rumbo, ¿quién podrá contener la locomotora brasileña? ¿Cuántas jugadas nos separan de la firma de un TLC? Mientras Lula apunta a un crecimiento desde el bloque regional hacia afuera (con Estados Unidos como socio preferencial) acorde a las exigencias de una economía globalizada, Chávez pretende reflotar el viejo sueño de Juan Domingo Perón del crecimiento autárquico, dentro de las fronteras del MERCOSUR.  

Pero hubo algo peor. Lula da Silva llegó a decir que Estados Unidos debería aprobar proyectos “que tengan un significado para los países pobres", de modo que "la gente no vea a los países ricos como países que los explotan". Nada más alejado de la visión tardomarxista de Chávez. Al abandonar la tesis de la explotación capitalista, el exlíder sindical se distancia definitivamente de la vieja izquierda latinoamericana, que siempre mostró una vocación irrefrenable por  discutir todo desde una perspectiva ideológica. Cuando Lula hace tales afirmaciones no piensa en las burocracias partidarias, universitarias o sindicales sino en la ciudadanía. El presidente brasileño reconoce en público sus nuevos puntos de vista, pero no como resultado de la pragmática sino de un sincero cambio de opinión. Sus razones podrán ser discutibles pero el procedimiento  ayuda a fomentar el debate cívico en lugar de la suspicacia. Un debate que la izquierda uruguaya sigue sin enfrenta públicamente  por miedo a desnudar sus concepciones antagónicas, de las cuales la venida de Bush fue sólo la expresión más reciente. 

Desde la dimensión estadounidense, la lista de pedidos del presidente Vázquez resulta tan modesta como sensata: carne ovina, arándanos y software. Es bueno aclarar que Uruguay coloca apenas el 10 por ciento de su producción de software en Estados Unidos, aunque no existe ninguna restricción comercial. El problema mayor es que en Silicon Valley no saben qué es Uruguay, si el nombre de un  país, un juego de PC o una secretaria biligüe. La lista de pedidos del gobierno uruguayo se completa con el programa de capacitación de docentes en el manejo del idioma inglés; articulado con el proyecto Ceibal (un escolar, una computadora) muestra una de las áreas en la que la Administración Vázquez se movió con más audacia y sentido de futuro.

Al menos en el discurso, Bush demostró comprender el desafío que enfrentan los gobernantes sudamericanos cuando afirmó que la estabilidad democrática se resquebraja si los ciudadanos no ven los resultados. América Latina está plagada de ejemplos trágicos, de los cuales Chávez es sólo su expresión más locuaz y desafiante. La gira de Bush abre la esperanza de que Estados Unidos comprenda qué rol debe jugar si de verdad quiere ayudarnos a superar nuestra secuela de despilfarro, corrupción, miseria, autoritarismo y falsos profetas.