Contenido creado por Inés Nogueiras
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Volver, con la frente floreciente

Volver, con la frente floreciente

Estuve una semana en Argentina. Visitar y observar desde adentro otra realidad nacional es siempre apasionante, y eso aumenta si los lazos personales son intensos y llenos de historias.

05.11.2013

Lectura: 4'

2013-11-05T16:59:00-03:00
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Y hacerlo luego de una campaña electoral y sus resultados concretos, aumenta mi interés. Allí estuve, mirando de reojo y no tanto el Uruguay y su intensa vida política. Pero quiero concentrarme en el regreso, no tanto en la estadía.

Volví hace pocas horas, el domingo. El domingo, en Aeroparque nos encontramos con dos intendentes, el de Flores Armando Castaingdebat del Partido Nacional y Artigas Barrios de Rocha y del Frente Amplio. Y tuvimos una larga e interesante charla. Entre uruguayos.

Y ese es un rasgo que quiero destacar: entre los uruguayos, más allá de que nos una o nos separe una de las grandes pasiones de nuestras vidas, de nuestra identidad, la política, conversar, dialogar, discutir se hace natural, es parte de nuestra mutua identidad. Somos y existimos por esas diferencias bien administradas.

No es algo idílico, artificial, impostado, es lo más natural. Si alguien nos hubiera escuchado conversando a los cuatro, (estaba mi compañera Selva), difícilmente hubiera pensado que pertenecemos a partidos diferentes que serán los más probables contendores en las próximas elecciones. Ellos venían de una actividad en Foz de Iguazú en la que habían participado junto a otros intendentes de Uruguay.

Viajar es comparar, al menos para mí. Y volver es comparar todavía más. No quiero ser chauvinista y menos agredir la sensibilidad de nuestros vecinos, cada uno con sus propias identidades, virtudes y defectos y todo lo demás, quiero simplemente reflexionar.

La vida política nacional tiene, a pesar de los huecos que todos reconocemos, de las debilidades conceptuales y en la profundidad de ciertos debates, un nivel muy intenso e interesante. ¿Está el poder? Sin, duda. "El olor a queso" como lo llamaba Seregni influye de manera determinante. Estar cerca, alrededor o dentro del poder cambia muchas cosas. A veces demasiadas cosas importantes.

Pero eso no debe ocultarnos que la discusión en la sociedad uruguaya sobre los contenidos políticos, las prioridades políticas, económicas, sociales, culturales, educativas, en materia de derechos e institucionalidad integran hoy una parte muy importante de nuestra vida política. No todo se reduce a una danza de nombres, hay también contenidos.

No nos debemos conformar, cuanto más debatimos de contenidos, más riqueza cultural y política tiene una sociedad. Todo lo que profundice en ideas, en proyectos, en miradas estratégicas y no en superficialidades personalizadas, le hace bien al país, a los ciudadanos, a la política y al funcionamiento de la democracia.

Y a pesar de que la crisis de la política también se manifiesta en Uruguay, me refiero a una zona gris de desencanto de los ciudadanos hacia la política y los políticos, hay diferencias. Una de las diferencias más notorias es la existencia de un sistema de partidos que representa políticamente a la ciudadanía, que tiene bases sólidas en los ideológico, político y lo trata de traducir en mensajes permanentes.

Partidos fuertes, consolidados y con un proceso constante de actualización, que muchas veces nos parece insuficiente pero, que existe, es la base de la salud de nuestra democracia e incluso de nuestra vida cultural. La política es cultura, en el más profundo sentido del término, y en ella se expresa la profundidad, la riqueza, la complejidad de una parte importante de la vida intelectual y cultural de una sociedad.

Hay cosas todavía más sutiles, una nación debe ser un sueño compartido decía Wilson Ferreira Aldunate y tenía mucha razón, sobre todo cuando somos un país relativamente pequeño entre dos grandes naciones. Un sueño compartido que cuando se agota, cuando se desgasta, se pone en peligro su vida democrática, su continuidad.

Los partidos uruguayos competimos, nos enfrentemos a veces de manera dura, pero nos necesitamos, construimos todos los días el sueño compartido.

Por eso para mi volver al Uruguay, desde distintas latitudes, lejanas o próximas es hacerlo con la frente alegre, muy lejana de la letra del famoso tango, aunque no fueron 20 años, sino 7 días. Me gusta más volver que irme.

Además. ¡Qué lindo es Montevideo! Emociona.