Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Violentos

Violentos

31.01.2013

Lectura: 3'

2013-01-31T12:07:28-03:00
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El fútbol de verano comenzó con violencia. El saldo del primer clásico del año fue de una persona herida gravemente antes del partido, un golero procesado, declaraciones infelices de los dirigentes y la decisión de la AUF de suspender los partidos de los grandes en Montevideo para instaurar un tiempo de reflexión.

No hay manera de mitigar la violencia en los espectáculos deportivos si no se la entiende como la expresión de un fenómeno que está asolando a toda la sociedad. Es en su seno donde se aprenden valores, límites y estilos de resolver problemas y conflictos. En todo caso, en el fútbol se amplifican los problemas por las características singulares de la alta competencia, los intereses económicos y su extraordinario impacto simbólico e idiosincrático.

¿Alguien piensa que será la reflexión y posterior acción de los dirigentes del fútbol lo que resolverá el problema? Alcanza con repasar las noticias que tuvieron en vilo a la sociedad uruguaya durante el mes de enero: advertencia oficial sobre actividades similares a las de las "maras" centroamericanas y la aparición del sicariato, ajustes de cuentas entre presuntos narcotraficantes, difusión del video en el que Tania Ramírez es agredida brutalmente por un grupo de mujeres, asalto y tiroteo en un centro comercial con cuatro heridos de bala, y solo en los últimos dos fines de semana no menos de cinco muertes violentas. ¿Por qué suponer que quienes resuelven sus conflictos o buscan satisfacer sus ambiciones mediante métodos violentos, van a actuar pacíficamente en el ámbito deportivo?

Todos los involucrados tienen responsabilidad en el clima que se vive en las canchas pero es a las autoridades nacionales a quienes les cabe la mayor. Podrá hablarse de cierta complicidad que sobrevive entre dirigentes y "pesados". Podrá decirse que mal pueden pacificar el fútbol quienes no pueden hacerlo en la vida cotidiana, ante la compleja trama social y cultural que extiende y legitima la violencia. Lo que no se puede admitir de las autoridades (nacionales o deportivas) es que la convaliden, como ocurrió cuando un grupo de hinchas de Peñarol escoltaron a la Policía para que pudiera salir del Estadio sin ser agredida, o cuando el encargado de seguridad aconsejó a un juez que continuara un partido en el que la hinchada de Nacional lanzaba botellas sobre el golero rival, por poner sólo dos ejemplos paradigmáticos.

El deterioro de la convivencia no ha sido acompañado de nuevas políticas que permitan prevenir o impedir que avance la violencia, y esto involucra a las autoridades del fútbol y a los poderes del Estado, pero también a buena parte del periodismo, que suministra un lenguaje bélico o dramático en sus coberturas a un público que no está acostumbrado a las metáforas, o que difunde mensajes cargados de desprecio y violencia como forma de calentar el ambiente antes de los partidos.

En la lucha contra la violencia todos somos responsables y tenemos algo para cambiar, pero es a las autoridades a quien tenemos que exigirle el coraje político de tomar las medidas que sean necesarias.