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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Vacas gordas y vacas flacas

Desde la antigüedad, ya en la Biblia se conocía de la existencia de los "ciclos económicos"; se decía que había "siete años de vacas gordas y siete años de vacas flacas", por lo que el consejo consistía en ahorrar en épocas de "vacas gordas" para luego poder afrontar las dificultades del período de "vacas flacas".
(Por Pablo Mieres)

02.04.2007 00:00

Lectura: 5'

2007-04-02T00:00:00-03:00
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En Uruguay parece que, a pesar de que el dicho esté vinculado a los vacunos, los distintos gobiernos con independencia de su "pelo político" han resuelto ignorarlo.

En efecto, nuevamente, en el marco de un período de expansión y crecimiento, el gobierno ha decidido convertir dicha expansión en gasto público. "Tanto creces, tanto gastas" parece ser la máxima que anima la toma de decisiones del gobierno frenteamplista; por si quedara alguna duda se podría agregar, además, "tanto crees que crecerás, tanto te endeudarás". Por lo que se cierra el círculo vicioso nuevamente.

El importante crecimiento económico que nuestro país está viviendo se encuentra directamente vinculado a una coyuntura internacional excepcional que ha determinado el aumento de los precios de buena parte de nuestros productos. Por lo tanto, nuestras exportaciones se expanden fuertemente pero siguen concentradas en los productos históricos y su evolución futura depende exclusivamente de que las condiciones de la economía mundial continúen en fase expansiva.

Por otra parte, hace unos días el Ing. Agr. Joaquín Secco llamaba la atención sobre la composición de nuestras exportaciones en el sector lanero, señalando que la rentabilidad de la lana decrecía cuanto mayor valor agregado se le generaba, en definitiva más valía vender la lana sucia que invertir en su procesamiento. Esta constatación demuestra de manera evidente que la competitividad de nuestro sistema productivo es muy pobre.

En estas condiciones el gobierno resuelve expandir notoriamente el gasto público, repitiendo la misma tendencia observada en el anterior período de crecimiento, aumentar el gasto público en línea con el crecimiento y, paralelamente, endeudarse a cuenta del crecimiento futuro. En efecto, ese fue el cuadro de situación en la segunda mitad de los noventa, durante el segundo gobierno del Dr. Sanguinetti.

El problema es que cuando llegue el tiempo de las "vacas flacas", que sin duda llegará como así ha ocurrido desde los tiempos bíblicos, encontrará nuevamente a nuestro país sin capacidad de respuesta ante la adversidad.

Si no se corrigen hoy estas políticas, como otras veces, su única respuesta consistirá en aumentar los impuestos para pagar el gasto público expandido que, como se sabe, es muy rígido y en esta ocasión se encontrará, además, con el obstáculo de que, reforma tributaria mediante, el margen de aumento de la presión tributaria será, sin dudas, mucho más escaso.

A su vez, para impedir el aumento de la inflación, que hoy ya se ha disparado, se han dispuesto medidas cuyo principal efecto es el retraso del precio del dólar, lo que generará inconvenientes crecientes en nuestra ya deteriorada competitividad. Por tanto, cuando el ciclo económico internacional cambie de tendencia nuevamente asomará en el horizonte el fantasma inexorable de la devaluación.

Para completar el panorama, la deuda pública que se está generando es muy importante y depende de un pronóstico de estabilidad de largo plazo en el crecimiento. A su vez, los acreedores serán innumerables tenedores de bonos distribuidos por todas partes del mundo, por lo que las dificultades de negociación serán, como antes, muy importantes.

La sensación de que "esta película ya la ví", con el agravante adicional de que corresponde al género de "películas de terror", es muy angustiante pues parece que es muy poco lo que los gobernantes uruguayos aprenden de nuestras propias experiencias y tragedias.

¿Qué se podría hacer en lugar de esta tendencia masoquista a la reiteración de las crisis? Sin duda, una de las líneas de trabajo consiste en desarrollar políticas anticíclicas que permitan generar ahorros importantes, aprovechando el ciclo de crecimiento, para luego poder afrontar con éxito las épocas de recesión.

Esto significa, antes que nada, controlar con mucha severidad el gasto público (lo que no implica que no se atiendan las problemáticas sociales más acuciantes) evitando promover un crecimiento de salarios y jubilaciones que genere compromisos de gasto irreversibles con el consiguiente impacto inflacionario que ya comienza a percibirse.

La otra línea de trabajo consiste en aprovechar la coyuntura para crear lazos comerciales abiertos con economías fuertes para que sirvan de refugio en los tiempos adversos. Hay que reconocer que ese ha sido un objetivo expreso del equipo económico, pero no menos cierto es que el mismo ha estado neutralizado por una contradicción interna que afecta al gobierno y que impide consolidar estas apuestas imprescindibles para "blindar" nuestro comercio exterior.

Por cierto, este pronóstico muy posiblemente no afecte negativamente las perspectivas electorales del actual gobierno, los tiempos políticos casi seguramente calcen con los tiempos económicos, el problema será el futuro posterior de nuestra golpeada sociedad.

Todavía estamos a tiempo de revertir estas tendencias tan preocupantes.