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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Urgencia educativa

¿Quién puede dudar que la enseñanza media atraviesa una fuerte crisis desde hace largo tiempo?

16.03.2009 09:13

Lectura: 4'

2009-03-16T09:13:00-03:00
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¿Quién puede dudar del deterioro de la calidad de nuestra educación media y de las graves carencias que expresa? ¿Quién puede dudar que es necesario actuar con urgencia ante estas circunstancias?

Es imprescindible acordar un paquete de medidas de urgencia que den respuesta a esta grave situación, con la mira puesta en una verdadera transformación de las condiciones en las que se produce el proceso educativo. No se trata sustancialmente de cambiar los planes de estudio, ni la legislación vigente, el objetivo es una transformación cultural de las formas en que se educa a nuestros niños y adolescentes.

Tenemos una estructura piramidal, jerárquica, burocrática y centralizada, afectada además por una masividad que impide un trato personalizado y a escala humana con nuestros adolescentes. A esta circunstancia se agrega la enorme crisis de la institución familiar que, en muchos casos, ha dejado de ser el sostén y el apoyo de la formación en valores y normas de nuestros niños y adolescentes. Los barrios también han perdido su capacidad de contención y su sociabilidad está herida, exhibiendo distancias y ajenidad.

En estas circunstancias, la apuesta central debe ser a la transformación de los centros educativos en auténticas comunidades educativas y, para ello deben recuperar su escala humana que haga posible el trato humanizado, cercano y directo. Nuestros niños y adolescentes tienen derecho a ser reconocidos por sus nombres y apellidos.

Para que ello ocurra debe existir una fuerte inversión en la construcción de casi un centenar de nuevos liceos que permitan redefinir los centros educativos en torno a no más de quinientos alumnos, lo que permite trabajar con grupos de alrededor de treinta estudiantes. Esta inversión es prácticamente equivalente a casi cien millones de dólares que equivalen al 8% del presupuesto actual destinado a la educación.

Sobre esta plataforma física debe desarrollarse una renovada actividad docente que consiste en afincar a cada docente en un único centro de estudios, reorganizando la actividad educativa de forma tal que el docente concentre su tarea en un centro, eliminando la figura del “docente-taxi” que corre de un lado a otro para completar su jornada laboral. Obviamente, esta reestructuración de la organización docente no se puede realizar de un día para otro, pero debe trabajarse en la perspectiva de obtener este óptimo en un par de años.

Una comunidad educativa requiere, además, de una mayor libertad de gestión. Es necesario que el Director de un centro educativo tenga potestades para resolver y gestionar actividades extracurriculares y poner en práctica innovaciones pedagógicas para que el liceo se convierta en un actor dinámico, capaz de agregar a la formación curricular, elementos extracurriculares que enriquezcan la formación de nuestros jóvenes.

También tenemos que fortalecer el papel del docente, para ello es imprescindible continuar el esfuerzo de recuperación salarial, pero debe asociarse la mejora en las remuneraciones a una responsabilidad vinculada a las evaluaciones de resultados, el presentismo y la capacitación de aquellos. Deben existir señales claras de que estas actitudes y conductas generan diferenciación a la hora de las remuneraciones.

Finalmente, es esencial crear puentes con las familias de los estudiantes, a los efectos de hacerlos más corresponsables del proceso educativo, por ello resulta importante que los padres de los estudiantes puedan evaluar anualmente a los centros educativos en los que se forman sus hijos. Esta evaluación será un componente valioso para el Director y su plantel docente a los efectos de ajustar y mejorar el funcionamiento del centro.

Son todas medidas realizables, urgentes y profundamente transformadoras de una realidad que nos duele y que, además, rompe los ojos. Lo primero que hay que hacer es “cambiar las cabezas” de quienes tienen a su cargo la conducción de la educación de nuestros adolescentes y jóvenes.