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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Universidad de la Educación: no consolidar la mediocridad

Hace mucho tiempo que está pendiente el reconocimiento universitario de los títulos docentes, cosa que ocurre en la gran mayoría de los países del mundo.

08.10.2013 17:44

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2013-10-08T17:44:00-03:00
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Por lo tanto, crear una institución universitaria encargada de la formación docente de los diferentes niveles es una iniciativa totalmente compartible. Para decirlo más claro, los maestros y profesores deben ser considerados profesionales universitarios formados en el area de conocimiento que corresponde a la misma educación.

Sin embargo, la clave para el éxito de la propuesta consiste en crear una institución que tenga una conducción clara y definida hacia la excelencia y la mejora sustantiva de la calidad de la enseñanza y de sus aprendizajes. Ello implica una explícita y contundente distancia con respecto a las estructuras actuales de formación docente.

La discusión multipartidaria que se ha llevado a cabo en los últimos meses llegó a un punto muerto ante la tozudez del partido de gobierno en aplicar el molde único del cogobierno a la estructura de conducción de la nueva institución. Conviene recordar que la fórmula del cogobierno no es la solución más frecuente en los esquemas de conducción de las universidades del mundo, más bien al revés, se trata de una fórmula poco frecuente que, sin embargo, se ha convertido en una especie de "tótem" intocable para la tradición frenteamplista vernácula.

También conviene señalar que un grupo numeroso y muy prestigioso de militantes y dirigentes frenteamplistas nucleados en la denominada Nueva Agenda Progresista, han salido a la palestra para cuestionar la postura oficial de su partido cuestionando el proyecto que fuera aprobado en la Cámara de Diputados con el voto de todos los legisladores del Frente Amplio y el Partido Colorado.

La opción por el cogobierno implica, desde el vamos, optar por reproducir la lógica empantanada y mediocre que hoy rige el funcionamiento de los institutos de formación docente en nuestro país. El proyecto que ahora será considerado en el Senado, en caso de ser aprobado, condenará a las futuras generaciones de docentes a un marco de formación y capacitación mediocre y poco creativo. Por obvia propiedad transitiva, generará también la continuidad de nuestra catástrofe educativa trasladando sus efectos negativos a los niveles formativos de las nuevas generaciones.

Por el contrario, la aprobación de una Universidad o, como nosotros creemos más apropiado, un Instituto Universitario de la Educación, debería ser la oportunidad para construir un nuevo modelo institucional que potencie la calidad y la excelencia de la formación de los futuros docentes de este país.

Por eso el debate que se dio en la Cámara de Diputados y el que tendrá lugar en el Senado es tan relevante. Porque de su resultado depende una parte significativa del futuro de nuestra educación. No habrá recuperación de nuestra catastrófica situación educativa si no generamos las condiciones para formar docentes en los diferentes niveles, de alta calidad, actualizados y con capacidad de generar aprendizajes acordes a los desafíos del siglo XXI.

Acabamos de conocer en las últimas horas que las mayorías especiales que, curiosamente, se generaron en la Cámara Baja debido al apoyo del Partido Colorado, podrían no concretarse en la votación del Senado debido a la resistencia de los sectores batllistas de ese partido. Ojalá así fuera porque en tal caso habránhecho una importante contribución al país y a su sistema educativo.

Es preferible que, en las actuales condiciones, no se apruebe la mencionada institución antes de que nazca con un defecto de fábrica que habrá de neutralizarla impidiendo que cumpla esa tarea fundamental.
Reiteramos que existe una deuda del país con los docentes con respecto a su reconocimiento universitario; pero no alcanza con una mera operación cosmética de cambio de nombre, bautizando las mismas estructuras caducas, débiles y de baja calidad que hoy se expresan a través de los institutos de formación docente con el nombre de Universidad.

Por el contrario, este proceso de transformación institucional debería ir acompañado de una profunda transformación de sus contenidos y de su conducción para dotarla del nivel de calidad requerido. El proyecto que acaba de obtener media sanción en el Parlamento garantiza, por el contrario, la condena a un destino mediocre a la formación de nuestros docentes.

Por eso, más vale esperar un poco más; pero cuando se concrete que se haga bien.

Todos sabemos que en nuestro país, como quizás en casi todas partes del mundo, después que se apruebe la creación de esa nueva institución con su defecto congénito será extremadamente difícil que se pueda modificar lo actuado. Si no es así, pregunten lo que ha pasado con la Universidad de la República cuya Ley Orgánica se ha convertido en una especie de normativa supraconstitucional que sobrevive al paso del tiempo y, también, a los reclamos de una obvia actualización de su funcionamiento institucional.

En definitiva, es imprescindible una profunda reflexión sobre este tema, antes de que el impulso de los que quieren cumplir con ciertos mandatos político partidario terminen de consolidar una situación contraria a los objetivos de superación y mejora de la gestión educativa.