Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Navegaciones

Una idea, un plan, un líder

Una idea, un plan, un líder

21.06.2011

Lectura: 4'

2011-06-21T10:42:59-03:00
Compartir en

 

El Plan Ceibal es muchas cosas. La más conocida es la distribución de 450 mil laptops “ceibalitas”a los escolares de todo el país y ahora a los liceales. La imagen de la maquinita verde es casi una presentación en la sociedad de la información para el Uruguay. Fuimos pioneros.

Es además la mejor – en absoluto – carta de presentación del gobierno de Tabaré Vázquez, de un gobierno de izquierda que asumió en un país que salía de una de sus peores crisis económica y social. Y salió hacia delante, apostando fuerte, invirtiendo mucha plata, recorriendo un terreno desconocido, que nadie antes había recorrido, desafiando la inmovilidad tradicional, las críticas y las resistencias. Que prometió y cumplió en plazo y forma. Entregó todas las máquinas que había comprometido.

Y sigue.

Pero tiene un mensaje, una enseñanza que es importante no sólo para el Plan Ceibal sino para gobernar, para hacer cosas importantes. Siempre hace falta alma, gente, capacidad. Las buenas ideas, necesitan no sólo chispazos, sino esfuerzo, constancia, inteligencia crítica. Y eso tiene nombre, no se diluye en la masa, son personas de carne y hueso que se asumen la responsabilidad. Plenamente.

El viernes escuché un reportaje radial a Miguel Brechner que desde su creación tiene la responsabilidad de la dirección del Plan Ceibal. En el anterior y en este gobierno. Responde seguro, serio, tranquilo, porque sabe, porque conoce, porque es lo suyo. Sabe de fortalezas, debilidades y de problemas. No es un propagandista de la inmovilidad y de la autocontemplación.

Sin Miguel Brechner no hubiera existido el Plan Ceibal. Es cierto que sin los millones de dólares que se invirtieron, sin la voluntad política del presidente Vázquez, sin el equipo que se formó para el Plan tampoco hubiera sido posible, pero a mí me interesa señalar el papel de las personas. Sin los dirigentes de los diversos frentes de la acción de un gobierno las cosas no se harían, o se harían de otra manera. Eso es así en un cuadro de fútbol, un centro de enseñanza, una empresa, un sindicato, mucho más en un gobierno.

Hace falta gente capaz, inteligente, que conozca, que estudie, que dirija bien, que le ponga alma a las cosas que tiene que hacer y que hace. No es cierto que los buenos proyectos los puede hacer cualquier compañero o compañera por el simple hecho de serlo. Estos seis años y pico de gobiernos nacionales de izquierda están llenos de ejemplos en un sentido, positivo, pero también de los otros. Lo mismo en los gobiernos municipales.

Hace falta gente capaz. Es imprescindible tener gente capaz de imaginar, de pensar, de gestionar, de administrar, de dirigir, de hacer.  Sin ellas y ellos nada es posible.

Hay en la izquierda zonas de una peligrosa subestimación a las capacidades políticas y profesionales, a veces justificada por una supuesta identidad particular o diferencias programáticas. Una de las promesas históricas de la izquierda fue que cuando asumiera el gobierno, o los gobiernos municipales, colocaríamos a los más capaces y no a los más nuestros. Y para ello no alcanza con las pomposas declaraciones, sino es necesario un método, un sistema de selección adecuado que no tiene porque subestimar los aspectos políticos, pero que también incluya las capacidades profesionales. Hay muchos izquierdistas recién izquierdizados o con largas trayectorias que no demuestran estar a la altura de las circunstancias, aunque sean excelentes compañeros. Y esas carencias las pagamos todos, pero sobre todo la paga la gente.

Si estuviéramos de acuerdo con esa exigencia fundamental de capacidad, deberíamos dedicarle más esfuerzo a la capacitación, a la preparación a crear además un clima político pero también intelectual de superación. Ganaríamos todos.