Contenido creado por Seguridad_Administrador
Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Un mal indicio

La semana pasada se instaló un debate en nuestro país que habla muy mal de la densidad moral de nuestra sociedad. Nacional enfrentaba el miércoles a Defensor por el campeonato uruguayo y un eventual triunfo de aquel podría favorecer indirectamente a Peñarol.

30.04.2007 00:00

Lectura: 4'

2007-04-30T00:00:00-03:00
Compartir en
Un dirigente de Nacional declaró que lo más importante para Nacional siempre es que Peñarol pierda e, indirectamente, dejó entrever que sería bueno que Nacional perdiera su partido del miércoles. Este episodio desató un patético debate público sobre cuál debería ser la conducta deportiva de Nacional en esa oportunidad.

En los informativos de televisión, en los programas periodísticos radiales y en los medios de prensa escrita se otorgó importante espacio a registrar las diferentes opiniones de la gente, de dirigentes y de jugadores sobre cómo debía ser la postura de Nacional en tal ocasión. Se especuló y se opinó de diversas formas sobre las conductas que deberían asumirse, como si fuera posible elegir entre jugar un partido como la ética deportiva lo indica, o jugar "echando para atrás" para perjudicar al tradicional rival.

Vimos una y otra vez la reiteración del gol de Juan Ramón Carrasco a Defensor en el campeonato uruguayo de 1997, ocasión en que, si Nacional perdía dejaba sin chance de salir campeón a Peñarol. Nacional ganó ese partido gracias a ese gol, y luego perdió ante Peñarol en más de una ocasión, por lo que finalmente Peñarol fue el campeón uruguayo de ese año.

Lamentablemente muchos todavía hoy no le perdonan a Juan Ramón Carrasco que haya hecho lo que un jugador profesional debe hacer, es decir hacer el gol cuando tiene posibilidad de hacerlo.

El debate se reeditó otra vez, y el mero hecho de que se produzca nos indica que algo anda mal en nuestros valores éticos. Algo anda mal si es discutible u opinable que un cuadro de fútbol tenga que "jugar en serio" o deba actuar de manera impropia. Algo anda mal si quien actuó como debía luego le han cobrado año a año, desde hace una década su conducta adecuada. Algo anda mal si los uruguayos dudamos ante una circunstancia como esta.

Nacional perdió finalmente contra Defensor y perdió luego ante Peñarol, las dos veces por goleada, y la discusión se esfumó porque la segunda derrota dejó en claro que la primera no tenía por qué haber sido fingida, aunque para aumentar las suspicacias Nacional presentó ante Defensor una alineación de suplentes con la presencia de sólo tres titulares.

El problema entonces, va más allá del partido entre Defensor y Nacional de la semana pasada o del jugado hace diez años. El problema es la actitud ética que permite que esta situación sea objeto de debate y que divida a la sociedad en dos posiciones diferentes.

Si trasladamos esta situación a la vida cotidiana de nuestra sociedad, tendremos que asumir que en muchas ocasiones en nuestro país, cuando una persona debe dar lo mejor de sí en su trabajo o en su actividad estará calculando si le conviene o no actuar de tal manera, dependiendo de quién sea el que obtenga el beneficio de tal esfuerzo.

Una postura que admite la duda entre la dedicación franca y profesional a su trabajo y el cálculo del esfuerzo según quien o quienes sean los beneficiarios, es una sociedad que no tiene mucho aprecio por sí misma y no siente una elevada autoestima.

Las sociedades exitosas, las que crecen y se desarrollan son aquellas en las que las personas ponen lo mejor de sí mismas en sus tareas, las que quieren ser lo mejores posibles y no están calculando cuáles serán las consecuencias de actuar con el mayor esfuerzo y dedicación. Si en una sociedad se instala el "virus" del cálculo sobre la aplicación de esfuerzos y energías; esa sociedad será débil y tendrá poca capacidad de crecimiento y superación.

Por las dudas, quien esto escribe es un inclaudicable hincha tricolor de toda la vida, que gritó con todas sus ganas aquel digno gol de Carrasco en el 97 así como disfrutó las espectaculares atajadas de Escames que mantuvo invicto el arco en el mismo partido.