Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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Un día en la vida de José Mujica

Un día en la vida de José Mujica

22.02.2011

Lectura: 6'

2011-02-22T09:58:13-03:00
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Cuando alguien opina de política, sobre políticos y gobernantes, lleva consigo la pesada mochila de sus propias ideas, sus prejuicios, sus propios proyectos. Lo malo sucede cuando esas cosas se ocultan y se contrabandean como análisis neutrales, casi asexuados. Yo pretendo no hacerlo. Ni con los compañeros ni con los adversarios. Mis opiniones son interesadas, muy interesadas.

El domingo pasado - como lo hago regularmente todos los días - leí la prensa escrita. Nada particular. O al menos eso me parecía, pero en realidad observando un poco mejor, lo que me interesó fue la cantidad de actividades que había cumplido el día antes, el sábado 19 de febrero del año 2011, el Presidente de la República, José Mujica.

No tengo que hacer una declaración de fe de independencia e incluso de tener mis diferencias con el actual mandatario. Son bastante conocidas, pero por eso mismo me siento en la obligación de transmitir lo que me produjeron esas informaciones.

Repasémoslas. Estuvo en pueblo Garzón en el departamento de Maldonado, una pequeña localidad, algo más que un caserío con 200 habitantes, con su prolija escuelita rural, su plaza y su comisaría y un hotel y restaurante que figura en las principales guías turísticas mundiales. Recorrió el pueblo, habló con la gente que salió a saludarlo, estuvo con Francis Mallmann, animador de toda esa movida gastronómica y hotelera. Almorzó en el lugar acompañado por su esposa, la senadora Lucia Topolansky, el ministro de Turismo Héctor Lescano, y los intendentes de Rocha y Maldonado, Artigas Barrios y Oscar de los Santos.

Fue a visitar la fundación de Pablo Atchugarry y dialogó sobre las tendencias a un mundo mucho más abierto y que siempre necesitará creaciones que nos identifiquen, que nos den identidad. Y de noche, en el Hotel del Lago -invitado por la fundación ASTUR (Asturias-Uruguay), que preside Enrique Iglesias - habló, trató de responde a la pregunta de la convocatoria sobre ¿hacia dónde van las economías del mundo y de la región? Habló del capitalismo subdesarrollado y sobre todo de que tenía más preguntas que respuestas. Una buena actitud para estos tiempos.

Ese mismo sábado llamó a la presidenta de Argentina Cristina Fernández con motivo de su cumpleaños y preparando además su próximo encuentro del viernes 25 de febrero, con temas que no se presentan simples ni fáciles. Y mencionó en sus declaraciones la astucia y la paciencia. Le hará falta como siempre una gran dosis de paciencia y astucia, porque sólo con pataleos no resolvemos nada. Fue un sábado de febrero y cualquiera que siga los informativos o lea los diarios podrá encontrar fácilmente un itinerario extenuante del presidente. Yo tengo la leve sospecha que tiene un doble. Me agoto sólo de leerlo.


La del sábado pasado no fue una jornada excepcional, Mujica está siempre en la vuelta. Hace dos fines de semana un amigo decidió ir a tomar mate a la rambla con la esposa y en su trayecto se encontró con un "Fusca" celeste viejo y lento, lo rebasó y cuando miró dentro de la antigualla motorizada, allí estaban el Pepe y Lucia circulando tranquilamente por la rambla. Sin guardia, sin edecanes, sin motociclistas. ¡Qué país!

Creo que ese estilo de mezclarse permanentemente con la gente, con los más diversos actores sociales, culturales, políticos, le da una fuerza enorme a su presidencia. Es bueno escuchar de mucha gente lo que piensa, lo que siente. A veces no se lo dirán, serán cuidadosos o se intimidarán ante el poder, pero al final siempre emerge el humor de las personas, de los productores, de los sabaleros, de los de Garzón o de las llamadas y el carnaval.

Mujica hace lo mismo que hacía cuando era orador de mateadas, legislador, ministro, candidato y ahora presidente. Lo que nadie puede dudar es que está, recorre y se acerca.

Uno de los peligros más graves que amenaza a nuestras sociedades modernas o post modernas es el divorcio creciente entre la política y la vida cotidiana y normal de la gente. No es un divorcio desinteresado, es una ideología que nadie se anima a reivindicar, pero que existe y debilita la democracia y la libertad de todos. Se puede predicar contra esta peste o actuar, vivir de manera de combatir ese debilitamiento de los proyectos y de las construcciones colectivas.

La libertad es en primer lugar la libertad política, la de poder incidir, disputar, participar, contradecir, enfrentar o construir el poder. Cuando eso queda en manos de especialistas cada día más alejados de la gente, el vacío que se crea es ocupado, siempre es ocupado. Y los peligros son mayúsculos.

El supuesto vacío es ocupado por la intermediación de los medios de comunicación que muchas veces cumplen una función esencial y otras esterilizan las relaciones, es ocupado por corporaciones de diverso tipo que se sienten representantes de la sociedad o de una parte fundamental. El vació no existe.

En un país de 3.400.000 habitantes, toda la fuerza de su libertad y de su democracia está en que los ciudadanos se sientan siempre ciudadanos y que el poder esté obligado a aproximarse a la gente y no encerrarse en el palacio o en los palacios.

A mí, ver a Mujica recorriendo el país me gusta como gesto democrático, y aunque a veces discrepe con lo que dice, apoyo con entusiasmo lo que hace. Me gusta un presidente presente. Me entusiasma un presidente de izquierda que hace del contacto con los ciudadanos, con su gente, un rasgo esencial de su gobierno. Es una opción que va más allá de la comunicación, es una visión del poder y del gobierno y sobre todo, de la sociedad.

Y como además no me chupo el dedo, o al menos lo intento, digo que políticamente le da un gran resultado. Es una fuerza muy grande la de jugar en toda la cancha y ocupar espacios políticos tan amplios, deja a sus adversarios sin aliento. Es difícil seguirlo, para compañeros y adversarios.

Otra cosa que me encanta es cómo usa a los medios opositores, ha transformado al semanario de la derecha, al que por omisión de los partidos opositores le ha tocado el duro papel de ser el opositor ideológico de la izquierda, en uno de los principales voceros del gobierno. Sencillamente genial.

Algunos se enojan, se sienten postergados y es comprensible; pero la verdad es que esa técnica de pegarse al adversario para que el fuego de artillería sea muy peligroso para las tropas enemigas - es decir, para el propio semanario y la derecha - es un hallazgo de nuestro presidente. De Garzón al bar de Uruguay y Rondeau, sin parar.