Contenido creado por Seguridad_Administrador
Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Todos nerviosos

Nuestra prédica decidida contra la mayoría absoluta parlamentaria ha generado reacciones cruzadas. En estos últimos días hemos visto como, tanto desde el Frente Amplio como desde los partidos tradicionales, han comenzado a deslizarse críticas y acusaciones hacia nuestro partido.

26.02.2014 10:13

Lectura: 5'

2014-02-26T10:13:00-03:00
Compartir en

Unos dicen que se trata de una estrategia que le hace el juego a los partidos tradicionales y argumentan que si el Frente Amplio no tiene mayoría parlamentaria, la mayoría será de la derecha, es decir de blancos y colorados; por lo que han convertido en un objetivo de primera prioridad para el partido de gobierno la mantención de la mayoría parlamentaria. Nos acusan de ser funcionales a los partidos tradicionales.

Los otros dicen que detrás de nuestra consigna se esconde la posibilidad de un acuerdo de coalición con el Frente Amplio, una vez que este no tenga mayoría propia. Algunos reclaman que digamos con claridad con quién formaríamos gobierno a partir de 2015.

Evidentemente, nuestra iniciativa se ha convertido en un tema central de campaña y nuestros adversarios exhiben un sugestivo nerviosismo con respecto a nuestra propuesta.

Pues bien. Comencemos respondiendo los argumentos frenteamplistas. No es cierto que si el Frente Amplio no retiene su mayoría absoluta, esta la tendrán los blancos y colorados. Al contrario, si el Frente Amplio pierde su mayoría absoluta será porque el Partido Independiente creció, en la medida que es el único capaz de captar a un electorado que votó al Frente Amplio, que hoy está decepcionado, pero no quiere el retorno de los partidos tradicionales.

Y si el Partido Independiente crece no habrá mayoría absoluta ni del Frente Amplio, ni de los partidos tradicionales. Muchos dirigentes frenteamplistas obvian esta situación y, en forma maniquea, dividen el país entre ellos y la derecha. Pero la verdad es bien distinta.

La pérdida de la mayoría absoluta del Frente Amplio no equivale a la mayoría absoluta de blancos y colorados.

Veamos ahora el argumento de algunos dirigentes de los partidos tradicionales. Reclaman que digamos con quien vamos a hacer acuerdos después de las elecciones. ¿Por qué? Nosotros le pedimos el voto a la gente para que apoye nuestra propuesta programática y esa será la bandera que sustentaremos como condición indispensable para cualquier acuerdo político post electoral.

El que gana, si no tiene mayoría propia, es el que tendrá que buscar los acuerdos correspondientes, y por lo tanto tendrá que elegir con quiere cogobernar. Si así son las cosas y al Partido Independiente se le formula una propuesta de este tipo, pondrá arriba de la mesa, como condición indispensable un conjunto de ideas que forman parte de nuestro programa partidario. La primera de las condiciones será una profunda y amplia reforma educativa con contenidos muy concretos y abarcativos.

Por otra parte, nuestra prédica contra la mayoría absoluta parlamentaria no es un simple capricho político, es el resultado de una profunda evaluación de cómo han sido las cosas en esta década de mayoría frenteamplista.

No es esta la primera ni la segunda vez en nuestra historia política que un partido político obtiene la mayoría absoluta en el Parlamento. El Partido Colorado la obtuvo en más de una ocasión durante el período neobatllista en los años cuarenta y cincuenta, luego en 1958 el Partido Nacional ganó con mayoría absoluta y cuando el Partido Colorado recuperó el gobierno en 1966 también alcanzó la mayoría parlamentaria.

Sin embargo, la diferencia fundamental con aquellas situaciones radica en que la mayoría parlamentaria frenteamplista funciona bajo la regla de una férrea disciplina partidaria que se ejerce desde la conducción de la estructura del partido. Por lo tanto, a diferencia de lo que pasaba con blancos y colorados, que dividían sus posiciones según las definiciones de sus diferentes fracciones, en el Frente Amplio se actúa bajo el mandato partidario que se ejerce desde una conducción cuya distribución de poder es sensiblemente diferente de la que surge del voto a ese partido.

Para decirlo más claro, en la conducción partidaria los sectores militantes poseen un peso sustancialmente mayor al que esos sectores obtienen en el voto popular. Pero luego los parlamentarios son mandatados desde la estructura partidaria.

Pero el problema mayor es que el ejercicio de esa mayoría ha significado batir el record de aprobación de leyes inconstitucionales, a pesar de la advertencia de numerosos constitucionalistas; la aplicación de esa mayoría absoluta ha impedido la formación de comisiones investigadoras en el Parlamento y ha significado la desaparición del papel de contralor del Parlamento sobre el Poder Ejecutivo.

Nuestra prédica va dirigida a generar las mejores condiciones para el próximo período de gobierno. Nuestro objetivo es que en el próximo período de gobierno, el que gane tenga que buscar acuerdos y entendimientos para que los cambios necesarios que el país necesita ocurran efectivamente.

Es una muy buena señal que desde distintas tiendas surjan cuestionamientos y críticas hacia nuestra propuesta; significa que hemos pegado en un asunto crucial para el futuro del país. Muchos uruguayos tienen claro que, con independencia de quien gane la elección, será muy bueno que no se reitere la mayoría absoluta que ha generado reflejos de soberbia y omnipotencia.