Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Tirón de orejas

Tirón de orejas

20.02.2008

Lectura: 3'

2008-02-20T08:29:00-03:00
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Una encuesta de Interconsult reveló que el 45 por ciento de los uruguayos cree en la aplicación de castigos físicos a los niños como un método pedagógico legítimo. Eso a pesar de que el año pasado el Parlamento prohibió los castigos corporales y psicológicos sobre los menores de edad. La encuesta reveló también que la mitad de los uruguayos cree que, llegado el caso, el ejercicio de la autoridad está antes que el diálogo y la persuasión, una conducta que sugiere que muchos compatriotas persisten en un tipo de conducta ilegal.

La ley no se refiere a situaciones de franca violencia, penalizadas desde hace tiempo, sino al coscorrón y el tirón de orejas, una práctica aceptada y extendida hasta nuestros días. La nueva norma fue aprobada en medio de una controversia sobre los límites de la acción estatal pero también podría servir para reflexionar sobre los de la hipocresía. Por cierto que el Parlamento puede promover una legislación de avanzada aunque contradiga usos y costumbres, sólo que en este caso media la sospecha. ¿Será que en los hogares de los legisladores no hay tirones de oreja ni rapapolvos? Si así fuera, deberíamos pensar que el 45 por ciento de los uruguayos, que aceptan en algún grado la utilización de la violencia y la imposición de la autoridad, carecen de representación parlamentaria.

¿Dónde habrá de detenerse el celo de la autoridad? Pues, sencillamente, no tiene límites. La defensa de los débiles se volvió tan específica y doméstica que puede llegar a condenar mañana el Vascolet sin azúcar o las tardes sin play station para escolares con notas bajas. Para el próximo período queda la legislación que haga obligatorias las caricias maternas y prohíba a los padres negarse a contar otra vez el mismo cuento. ¿Puede imaginarse mayores torturas psicológicas?

El resultado de Interconsult da cuenta de estas limitaciones: no queda claro cómo piensa la mayoría imponer su autoridad sin aplicar la violencia física o psicológica sobre los menores de edad. A pesar de eso, el 60 por ciento considera como necesaria la ley. El asunto es revelador de lo complejo que resulta educar a los hijos y de cómo suelen aparecer en la tarea sentimientos y conductas contradictorios. ¿Qué pueden hacer los legisladores ante los particularismos que generan tales circunstancias?

Pero la encuesta también deja de manifiesto cierta concepción mágica de las leyes, compartida por legisladores y legislados, qué duda cabe. Por eso alcanza con prometer paraísos y exponer propósitos nobles para que buena parte de los uruguayos caiga embelesada ante la sola evocación del bien.

¿Para qué tomarse el trabajo de debatir y educar si una ley puede resolver el problema de un plumazo? Ya no se tratará de discernir cuestiones morales en el ámbito personal o interpersonal sino de esperar que actúe el Parlamento, que para algo está. De ahí a consagrar una ley hay un paso. Y de ahí al ridículo y la tiranía, otro muy pequeño.