Contenido creado por Inés Nogueiras
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The Newsroom: entre la realidad y el deseo

The Newsroom: entre la realidad y el deseo

Creo que en Uruguay tiene muchos seguidores. Sobre todo gente del oficio, periodistas, informadores, productores televisivos y espectadores, que en definitiva son los mejores jueces del oficio. Es una serial de HBO sobre un canal de televisión por cable. Literalmente, es oficina de noticias.

30.07.2013

Lectura: 5'

2013-07-30T08:56:00-03:00
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La he visto varias veces. Es una serial que tiene tres componentes bien diversas que se combinan a veces con contradicciones. Por un lado los temas, es decir las noticias que interesan y preocupan a la dirección y a los periodistas, que son claramente liberales, en el sentido norteamericano, de gente progre, defensora de los derechos humanos, de las leyes y los derechos ciudadanos y que en general en la gran mayoría de las veces se sitúan en la vereda de enfrente del poder. Hasta el presentador republicano parece un liberal en la mayoría de las veces, más por razones morales que políticas.

Y son duros con ellos mismos. Son duros con el gobierno y el poder en los Estados Unidos, son duros con la sociedad norteamericana, con las campañas electorales, con el poder establecido. Una sociedad se debe medir por la propia capacidad de criticarse, de mirarse en el espejo de sus intelectuales, de su prensa, de su ficción, de su literatura, de su periodismo (que es una forma de literatura), de su cine y su televisión.

Esa mirada crítica, seria o sarcástica, o combinada es uno de los mejores indicadores de la salud cultural de una sociedad. Las sociedades panzonas, rechonchas y conformistas son eso, una parodia para consumo interno y sobre todo para exportación.

The Newsroom es en ese sentido una catarata de enfoques críticos, duros muchas veces con el poder, y de gran exigencia para sus profesionales.

El segundo elemento es la profesionalidad, el tratamiento de los temas, las formas de acceder, de confirmar, de tratar las noticias, no solo como noticias, sino como comentarios, como lenguaje corporal, como sentimientos y sensaciones. Los periodistas no son solo "medios bustos parlantes" y lectores en un telepromter (aparato para leer textos adosado a las cámaras de televisión), sino profesionales con una importante carga de personalidad, de emociones y de opiniones.

Esa profesionalidad que comienza en la búsqueda y en la construcción de los textos y de las imágenes es una tensión importante entre los periodistas y la dirección del canal. Es un tema y un enfoque muy interesante y lleno de mensajes y aristas complejas.

Demás está decir que es ficción. No es un documental sobre la redacción y el trabajo de una gran cadena nacional o internacional de noticias; es ficción. Y aquí comienza el tercer aspecto, los personajes, los diálogos, el envase general del programa. Es demasiado perfecto, demasiado inteligente, demasiado veloz, es como si cada cosa encajara perfectamente en un rompecabezas profesional donde las noticias y el producto hacen rotar la propia realidad humana y personal.

El cine y la televisión norteamericana son especialistas en vendernos un país que no existe, de policías mujeres y hombres, de médicos, de abogados y jueces, de gobernantes todos inteligentes, todos agudos, todos viviendo al límite y con diálogos que se destacan por su nivel.

Nadie puede dudar que si hay guionistas, productores, actores, directores, etcétera, que crean muchas obras de ese tipo, una parte de la sociedad norteamericana, de la intelectualidad norteamericana es así, es realmente inteligente, crítica y muy buena vendedora de la imagen nacional, incluso cuando la critican. Pero la realidad es un poco más compleja.

Para encontrar en una entrevista televisiva o de prensa a un jefe o a un simple policía que se parezca a los agentes de la mayoría de las seriales, tiene que suceder un milagro. Son casi lo opuesto. Y no puede ser que siempre nos toquen a nosotros, a los comunes mortales, ver esas policías, bellas, esbeltas, cultas, irónicas y refinadas en las seriales y esas respuestas planas y casi tontas en las verdaderas entrevistas en la prensa. Es demasiada casualidad.

Alguien que haya viajado a los Estados Unidos vio a una policía o un policía, - que por otro lado hay en todos lados en abundante cantidad -, parecidos lejanamente a los policías, o a los abogados de las películas o las cientos de seriales televisivas?

¿Alguien puede creer que se pueden afrontar los problemas personales, la convivencia humana y profesional al ritmo de vértigo y de sutileza y acidez de los diálogos de The Newsroom? No. Imposible.

Son casi todos jóvenes, elegantes, agudos, rápidos, con una lengua como una afeitadora de tres hojas y todas afiladas. Son un deseo.

Es un mundo de profesionales que afronta el mundo y en algunos casos lo enfrenta, desde su plataforma de perfección. Una sociedad que se critica a sí misma porque tiene sus observatorios casi perfectos.
Frente a los condenados a muerte con dudosas pruebas, a los norteamericanos asesinados por los drones, los aviones no piloteados que operan en el mundo sin ley ni respeto a las leyes internacionales, ante la voracidad de los banqueros y los bancos de Wall Street, están ellos mismos, las mismas criaturas de ese mundo que, movidos además por la despiadada disputa del "rating" que es una variable del mercado en el espectáculo-entretenimiento-información, que nos protegen de la impunidad del poder, que se protegen. ¿Es esa la realidad?

¿Es un deseo o un producto más para tranquilizarnos, para conformarnos, para conformarse? Aún sin quererlo, sin que sea una conspiración siniestra, sino el resultado de una necesidad cultural y social, son perfectamente funcionales al sistema.