Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Te perdonamos

Te perdonamos

25.04.2007

Lectura: 3'

2007-04-25T09:09:04-03:00
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a masacre desatada en Virginia por Cho Seung Hui no encuentra explicación. Los activistas de las más diversas causas debaten sobre las condiciones que llevaron a un joven estudiante universitario a matar treinta y dos personas a sangre fría. "Me arrinconaron y no me dieron otra opción", declaró Cho, notoriamente perturbado, ante su propia cámara. Sus amenazas apenas podían ocultar su fragilidad.

La tragedia fue aprovechada por los opositores a la tenencia de armas (consagrada en la segunda enmienda de la constitución estadounidense) pero también a sus defensores. Aquellos creen ver en la permisiva legislación la causa de la tragedia y estos señalan que la prohibición de portar armas en los centros educativos no fue obstáculo para que pasara lo que pasó. Es cierto que los pacíficos suizos tienen un ratio de armas por habitante mucho mayor que Estados Unidos y sin embargo no registran homicidios masivos. Y eso que los helvéticos cambiaron hace tiempo el arco de Guillermo Tell por fusiles de asalto. Y si bien un arma de fuego es un objeto inanimado que nada puede hacer sin la voluntad humana, ¿qué pasa cuando llega a manos de un psicópata?

El FBI estudió recientemente treinta y cinco hechos violentos en centros educativos de Estados Unidos pero no pudo trazar un perfil preciso de sus responsables. La única constante que apareció fue que todos acababan de pasar por una situación de fracaso personal (familiar, amoroso o escolar) a la que no pudieron hacer frente.

En tren de buscar explicaciones, el analista argentino Claudio Fantini aportó una de las más lúcidas.

A su juicio, Estados Unidos pasó de la economía de mercado a la sociedad de mercado. "La competencia deja de ser entre productos y empresas y se instala en la vida de los individuos".

Para Fantini, la "falsa disyuntiva entre éxito y fracaso" termina causando una verdadera "devastación psíquica y moral". ¿Valdrá la pena vivir en una sociedad que glorifica la búsqueda del placer y el esparcimiento, y al mismo tiempo, nos arroja a la vorágine de la competencia global y perpetua? Según la hipótesis de Claudio, cualquier persona puede resultar vulnerable a tales presiones.

Quizás convenga volver a escuchar a Cho Seung Hui, a quien un diagnóstico psiquiátrico había calificado como peligroso, tanto para él como para sus semejantes. Para Cho, el mundo era una competencia demasiado adversa, un escenario demasiado cruel. En su fragilidad, no pudo encontrar otra escapatoria a la vergüenza y la frustración que convertirse en una máquina de matar.

Sus compañeros del Virginia Tech prefirieron no juzgarlo. La placa mortuoria que lo recuerda, cubierta con flores y una bandera de Estados Unidos, luce igual a la de sus víctimas. La inscripción expresa una comprensión que, de haber llegado a tiempo, hubiera evitado la tragedia: "te perdonamos".