Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Simbólico

Simbólico

14.12.2011

Lectura: 3'

2011-12-14T07:46:45-03:00
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La semana pasada fue el chaleco militar venezolano y el domingo último la visita al congreso socialista. Ambos acontecimientos ratifican que para el presidente Mujica, hay un mundo de conceptualizaciones y significados ajenos a su sensibilidad. Me refiero al lenguaje de los símbolos, y más que eso, a sus significados profundos, de los que se valen los seres humanos desde los tiempos más remotos y que, paradójicamente, se han vuelto aún más importantes a medida que la ciencia corre los velos del misterio.

Mujica es sincero cuando dice que, así como se puso la chaqueta de un ejército extranjero (siendo el jefe supremo de las fuerzas armadas de su país) se hubiera puesto una frazada, porque su problema era no pasar frío. Si yo fuera venezolano, me ofendería. Supongo que para ellos una chaqueta militar con el escudo de su país, cualquier cosa que simbolice, es algo más que un pedazo de trapo.

Con la visita presidencial al congreso del Partido Socialista ocurrió otro tanto. La oposición se equivoca cuando la tilda de inconstitucional, puesto que el art. 77 de la Constitución ampara al presidente de los uruguayos a expresarse libremente, en toda circunstancia que no sea "formar parte de comisiones o clubes políticos", "actuar en los organismos directivos de los Partidos" o intervenir en la "propaganda política de carácter electoral". Nada de eso ocurrió, pero aun siendo constitucional, su acción no fue conveniente. Mujica volvió a fallar por no detenerse en las consideraciones simbólicas, de las que su investidura está repleta.

 ¿Qué es un presidente en un país en el que "todo ciudadano es miembro de la soberanía de la Nación" y "como tal elector y elegible", sino el símbolo en el que todos debemos sentirnos igualmente representados? A menos que tenga un plan de visita a los congresos sectoriales de todos los partidos, lo que sería una novedad y del que no teníamos noticia alguna, la presencia de Mujica en el caucus socialista violenta uno de los aspectos sustanciales de su investidura.

La función del símbolo es oficiar de nexo entre el mundo material, cada vez más evidente y manifiesto gracias al avance de la razón y la ciencia, y el mundo de los valores trascendentes. La apariencia, lo obvio, no es más que un aspecto de la realidad y quizás no el más importante. Cualquier ciudadano bien intencionado puede resolver los asuntos de gobierno que tienen que ver con el mundo de material. Si le erra, podrá argumentar que fueron sus asesores en economía, vialidad, medio ambiente o lo que fuera, quienes lo aconsejaron mal. Sin embargo, no cualquiera es elegido presidente y mucho menos con el apoyo que cosechó Mujica.

Quienes lo votaron vieron en él algo más profundo e importante que un estadista. Vieron al presidente de una República, que lo es más cuando asume que lo esencial de su función es invisible a los ojos, no es material sino simbólico y está en los pequeños detalles. Como distinguir una chaqueta militar de una frazada y una visita a un órgano partidario de una tarde de paseo con su esposa y su perra Manuela.