El presidente electo, José Mujica, está teniendo problemas con su nueva función. En los últimos días, ha tomado dos decisiones equivocadas, quizás porque no tuvo presente que el Presidente de la República, como la mujer del César, no sólo tiene que ser honesto sino también parecerlo. La primera decisión equivocada fue la de hacer un "escote" para financiar los festejos del 1° de marzo; la segunda fue continuar con su audición en M24 luego de asumir la Presidencia.
La colecta que se iba a realizar tenía como propósito ahorrarle al Estado unos ciento cincuenta mil dólares, que podían ser destinados a otros fines. La intención es noble pero el procedimiento inaceptable. El gobierno nacional no puede financiar sus actividades con dinero de empresarios amigos, y mucho menos si estos usufructúan servicios públicos concesionados por el mismo gobierno al que le financian las fiestas.
Mujica se mostró ofendido de que dos altos dirigentes del PIT-CNT pudiera pensar que él se vendía por "quince mil dólares atorrantes", pero nadie lo dijo ni lo insinuó y es probable que nadie lo piense. Felizmente, ese no es el problema. La decisión de Mujica establece un relacionamiento inadecuado entre el Presidente de la República y su gobierno con los empresarios, particularmente con aquellos que están unidos por contratos y concesiones.
Si las consecuencias que puede tener esta singular colecta recayeran sobre "el Pepe" sería un asunto personal, o en todo caso, partidario. El problema es que las consecuencias las pagará la institución presidencial, el gobierno y el Estado en su conjunto. Alcanza con pensar un instante en lo que pueden sentir los competidores de las empresas amigas si les toca perder una licitación en el futuro. Por no hablar de lo que podría murmurarse en los países de donde vienen los inversores a los que Mujica sedujo en Punta del Este, si se enteran que el presidente uruguayo hace colectas entre empresarios amigos para financiar los fastos de su ascenso al poder.
El segundo error que cometió Mujica fue su decisión de mantener la audición en M 24. Si se piensa que la emisora es una entre cientos de empresas que compiten por el favor público y que el futuro presidente va a comparecer ante la ciudadanía al menos dos veces por semana desde sus micrófonos, consagrará un favoritismo inaceptable. Por lo pronto, obligará a todos los demás medios a sintonizarla al menos un par de veces por semana, por no hablar del aumento en audiencia y facturación que podría generar el favor presidencial. De nuevo, lo que sería aceptable para "el Pepe" ya no lo es para el Presidente de la República
Las instituciones republicanas prosperan cuando sus ocasionales jerarcas toman las decisiones adecuadas siguiendo los procedimientos adecuados. Como la mujer del César, el Presidente de la República no sólo tiene que ser honesto sino de parecerlo.
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