Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Resistiré

Resistiré

21.03.2007

Lectura: 4'

2007-03-21T12:09:00-03:00
Compartir en


Muchos uruguayos creen todavía que en este país nunca pasa nada. Están equivocados. Últimamente, vamos de sorpresa en sorpresa. Una de las más recientes es la propuesta de algunos legisladores del MPP y del Partido Socialista de impulsar la instrucción militar obligatoria en los liceos.

La idea viene a cuenta de la hipotética invasión del país por una potencia extrarregional en un futuro no tan lejano y en procura del agua depositada en el Acuífero Guaraní, sobre el que reposa el 45 por ciento del territorio nacional. Para los promotores de la instrucción militar obligatoria la debilidad manifiesta de nuestras fuerzas armadas debe compensarse con el entrenamiento de los civiles.

¿Es necesario llegar a tanto? ¿Es cierto que las guerras del futuro serán por el agua? De momento, parece poco probable. Tal fuerza invasora requeriría un gran despliegue de soldados y pertrechos para protegerse de la resistencia militar y popular del MERCOSUR. Además debería disponer de un increíble convoy de barcos cisterna para llevarse nuestro tesoro líquido, salvo que se dedique a potabilizar y embotellar agua en territorio enemigo, expuesta a sabotajes permanentes.

Pero más que eso, la “guerra por el agua” sería innecesaria. Con la tecnología disponible, resulta más barato desalinizar agua de mar o devolver al estado líquido las nieves eternas del hemisferio norte que invadir cuatro países para apropiarse del agua que se encuentra a  ochocientos metros de profundidad. Más que una hipótesis de combate, la “guerra por el agua” parece el argumento de una mala película futurista.

En un escenario de escasez, los países del MERCOSUR tienen en el Acuífero Guaraní una fuente de recursos casi inagotable. Tomando sólo el caudal promedio del Río Uruguay, y a modo de ejemplo, cada habitante del planeta podría recibir unos ¡32.000 litros de agua por año sin necesidad de que se dispare un tiro. Por desgracia, la reciente enmienda constitucional nos impide vender un recurso natural que se nos dio en abundancia, una situación tan disparatada como sería para los árabes negarse a vender el petróleo o para los chilenos renunciar a las riquezas devengadas por el cobre. 
 
Sea cual fuere la hipótesis, la causa de la “instrucción militar obligatoria” incluye el entrenamiento en el uso de armas de fuego y es abrazada por legisladores del gobierno y oficiales del Ejército. Para sus promotores, la eventualidad de que la patria esté en peligro es razón suficiente como para entrenar obligatoriamente a los jóvenes en el conocimiento de tácticas guerrilleras y el uso de armas de fuego.  Si se tienen en cuenta las debilidades bélicas y demográficas de Uruguay, sería mejor evitar el despilfarro de nuestro bien más escaso, que no es el agua sino la vida humana. La táctica de la “guerra de guerrillas”, como las aplicadas en Vietnam e Irak, puede funcionar en países donde la población es joven y numerosa y  la expectativa de vida muy baja. En tales circunstancias, es más fácil entusiasmar a los combatientes sobre las ventajas de morir a manos del invasor y no del cólera. Sin embargo, parece alejada de la realidad nacional, a menos que la resistencia sea con bastones y el entrenamiento con sesiones de hidrogimnasia.
 
Para colmo, algunos uruguayos no estamos dispuestos a matar a nadie por ningún motivo, a menos que de esa acción dependa la vida propia o la de nuestros seres queridos. Salvar la patria o la hacienda es razón suficiente para realizar enormes sacrificios pero no para disparar un arma contra un blanco humano o permitir que eduquen a nuestros hijos con tales propósitos. Puesto que no está demostrada la ventaja moral y práctica de la violencia, podríamos ofrecerle a los adolescentes la oportunidad de elegir entre la respuesta guerrillera (enseñada por los profesionales del exterminio) y la lucha no violenta, para cuyo aprendizaje bastará enseñarles cómo dejamos  atrás una dictadura.
 
Con la debilidad militar y la esclerosis de Uruguay, renunciar a la violencia es, a un tiempo, cuestión de principios y de estrategia. Lo mismo con los contenidos de la enseñanza secundaria, acorralados   entre la escasez de recursos, el crecimiento exponencial del conocimiento y las pesadillas bélicas de los agoreros.