Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Rendirse jamás

Rendirse jamás

10.09.2008

Lectura: 3'

2008-09-10T10:50:49-03:00
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Cuando los globos rojos, blancos y azules dejaron de caer sobre el escenario del Xcel Energy Center, la multitud que vivaba a John McCain empezó a entender que algo estaba ocurriendo. Después de varios meses de jugar a la defensiva ante los fulgores carismáticos de Barack Obama, el viejo piloto y héroe de guerra de 72 años, les devolvía a los republicanos una razón por la que pelear. John S. McCain, el candidato que todos daban por muerto unos meses atrás, saludaba a la multitud con la escasa movilidad de sus brazos, fracturados una y otra vez por sus carceleros vietnamitas.

En la convención realizada en Saint Paul, Minnesota, nadie pareció disgustarse por la ausencia de figuras del gobierno. No sólo no estuvo el presidente Bush sino que tampoco se tuvo noticias de Condoleezza Rice, ni de Dick Chenney, ni mucho menos de personajes como Donald Rumsfeld o Colin Powell, alejados hace tiempo del gabinete.

No deja de ser paradójico que el relevo generacional de los republicanos haya quedado en manos de un anciano y una gobernadora conservadora, y para colmo, ambos blancos. El competidor es un afrodescendiente de cuarenta y cuatro años de edad, ex asistente social y abogado en Chicago, un hombre que llenó de entusiasmo a grupos hasta ahora apáticos con su promesa de retirarse cuanto antes de Irak y diseñar políticas sociales para los sectores más pobres.

A la distancia, parece una contienda entre un país multiétnico, de hábitos y concepciones liberales y otro aferrado a los viejos principios conservadores de raíz anglosajona (impuestos bajos, mercados libres, gastos fiscales controlados, rechazo del aborto y el matrimonio gay, etc.). Gane quien gane, algo habrá cambiado después de las elecciones: Estados Unidos tendrá su primer presidencial negro o su primera vicepresidenta mujer.

Si bien la mayoría de la opinión pública estadounidense parece dispuesta a tener su primer presidente negro; el asunto es si esa persona es Barack Obama. ¿Cómo fue posible que de perder por siete puntos el miércoles pasado, el veterano senador republicano lidere las encuestas por 50 a 46? “Yo tengo antecedentes y cicatrices para demostrarlo. Obama no”. Esa sencilla línea del discurso del jueves pasado es el ariete con el que McCain piensa apagar la buena estrella del candidato demócrata, un líder carismático pero con poco que mostrar. Como contrapartida, McCain deberá explicar por qué habla de cambio e independencia cuando votó más del 90 por ciento de las iniciativas de George W. Bush, incluyendo la invasión de Irak y el posterior aumento de tropas.

La contienda entre McCain y Obama lleva a las urnas dos expresiones de la compleja, opulenta y contradictoria sociedad americana que no siempre tienen una convivencia apacible. Más allá de las fluctuaciones en la opinión pública, el Partido Demócrata parece interpretar mejor el espíritu de la época. Pero el jueves pasado, cuando los globos rojos, blancos y azules dejaron de caer en el escenario del Xcel Energy Center, la multitud de republicanos que vivó a McCain empezó a entender que tenían una razón por la que pelear.