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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Que pague el que venga

La semana pasada se conoció que el gobierno está preparando un proyecto de ley que modifique el tope de endeudamiento actualmente existente. De acuerdo a la información disponible, el gobierno ya habría superado el tope legal asumiendo niveles de deudas no autorizados por la normativa vigente.

20.04.2009 09:26

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2009-04-20T09:26:00-03:00
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En el año 2006 se aprobó la “ley de endeudamiento público” que estableció criterios para determinar los límites máximos que el Estado puede asumir en materia de endeudamiento. Es muy buena cosa la fijación del tope de endeudamiento por ley porque marca límites de actuación al gobierno en un aspecto que siempre es riesgoso, puesto que de no existir límites cualquier gobierno puede ceder a la tentación de aumentar sus recursos por esa vía. Hay razones de buena administración que indican la necesidad de limitar esta facultad para no comprometer a nuestro país para el futuro.

Sin embargo, por la vía de los hechos, durante el año 2008 el actual gobierno superó el tope legal establecido por un margen de más de U$ 200 millones. Incluso la deuda pública asumida durante el año 2008 habría superado el tope aun admitiendo que la ley le otorga al Poder Ejecutivo la posibilidad de incrementar dicho tope ante situaciones extraordinarias justificadas (que no fueron aducidas ni existieron durante el año pasado) de todos modos se habría producido un endeudamiento excedente en más de U$ 100 millones.

Pero el problema principal no es lo que pasó en 2008. El verdadero problema está referido a lo que ocurrirá durante este año. El deterioro del déficit fiscal es notorio y está aumentando mes a mes. El riesgo que enfrenta el gobierno es que si no aumenta su endeudamiento no podrá hacer frente a los compromisos de gasto asumidos para el presente año.

Las previsiones de evolución de la economía para el presente año, como era de esperarse, son cada vez más negativas y, por lo tanto, las previsiones sobre la evolución de las cuentas públicas también se hacen crecientemente negativas.

Esto estaba muy claro desde hace más de un año, cuando el mundo empezó a exhibir una crisis económica y financiera sin parangón en largas décadas. Bajo este panorama y frente a ese horizonte, el gobierno programó sus gastos para el 2009 y asumió un fuerte incremento del gasto público que, en su momento y con insistencia nosotros señalamos que era excesivo y altamente riesgoso. Nada de lo señalado se tuvo en cuenta y se aprobó, con “bombos y platillos”, un fuerte incremento del gasto que curiosamente se alineaba con la existencia de un año electoral.

Hemos escuchado una y otra vez al ex Ministro de Economía, hoy convertido en precandidato de su fuerza política, asegurar que todo estaba bajo control. Es más, hace justo un mes, en el marco de la Expoactiva de Mercedes aseguró al público que el déficit fiscal sería bajo y en cualquier caso bajo control. Se hizo alarde de los resultados de una política económica que, cada día que pasa, demuestra de manera más notoria, que no preparó al país para un cambio de tendencia.

Es muy fácil gobernar en la abundancia y actuar en forma procíclica, cuando el entorno sólo envía señales positivas. Era el momento para preparar al país, resguardando reservas, reformando el funcionamiento del Estado y afirmando criterios de buena administración. Nada de eso se hizo. Por el contrario se gastó cada vez más sin mejorar en nada la calidad del gasto, y se gastó todo el incremento de la recaudación.

Ahora las cosas son diferentes y las cuentas se deterioran a todo ritmo. Ante esta circunstancia las alternativas no son infinitas, solo existen tres caminos a seguir: o se restringe el gasto público, o se aumentan los impuestos, o se incrementa el endeudamiento. Las dos primeras opciones no son convenientes para un gobierno en año electoral.

El pasado nos muestra como otros gobiernos de los viejos partidos tradicionales también “patearon la pelota para adelante” en el afán de ganar las elecciones. Este no se diferencia en nada de aquellos, tampoco en este aspecto. Ante el deterioro de las cifras opta por aumentar la deuda y pasarle el problema, agravado, al que venga.

Mientras tanto se seguirán “haciendo gárgaras” sobre el brillante resultado del actual gobierno. Cuando todo el mundo se de cuenta, ya será demasiado tarde y, en todo caso, será el nuevo gobierno el que tendrá que lidiar con la nueva situación. Así vamos.