Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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Por quien doblan las cacerolas...

Por quien doblan las cacerolas...

18.09.2012

Lectura: 6'

2012-09-18T08:52:52-03:00
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El jueves pasado se produjeron en Buenos Aires y en varias ciudades argentinas grandes manifestaciones y cacerolazos de protesta contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Fueron los más grandes y extendidos desde las protestas del campo contra los impuestos y cambiaron la situación política argentina.

Una amplia lista de lugares de la capital -incluyendo la mítica Plaza de Mayo- del conurbano bonaerense, y ciudades como Córdoba, Rosario, Salta, Bahía Blanca, Tucumán, La Plata, Mar del Plata, Bariloche, Gualeguaychú, Paraná y muchas, se llenaron de gentes protestando.

Las consignas eran las más variadas. Por la seguridad y contra la inflación, contra la corrupción y muy fuerte contra la re reelección. En realidad la síntesis fue una enorme protesta contra el gobierno por los más variados temas. Pero también - en otro plano - fue una dura lección para los líderes políticos en general, incluyendo a los opositores.

El análisis más lúcido a cargo de un político, fue - según mi opinión - el de Hermes Binner, el ex gobernador socialista de Santa Fe y líder del Frente Amplio Progresista (FAP).

"La gente se expresó anoche diciendo, una vez más, que se vayan todos", dijo Binner, agregando que las manifestaciones de protesta de ayer fueron "un reclamo generalizado donde todos tenemos algo de culpa. Por acción u omisión vivimos lo que se vivió hace diez años"

"Si no sabemos leer lo que ha pasado y lo que puede pasar, realmente no entendemos lo que es la Argentina, dijo también el ex gobernador santafesino en declaraciones al programa "El primero de la mañana" de La Ocho, afirmando que el suyo "es un país complejo, pero es un país necesario de gobernar a través del diálogo que no es lo común. La gente se expresó ayer, diciendo una vez más que se vayan todos. Y hace diez años no se fue nadie".

La presidenta, que estaba en ese momento en la provincia de San Juan, reaccionó muy a su estilo: "Yo nerviosa no me voy a poner, que se queden tranquilos", mientras que los medios oficialistas y diversos voceros del gobierno le restaron importancia a las manifestaciones, o las acusaciones de ser de gente rica y bien vestida y naturalmente de ser apoyadas por la conspiración de los medios. A lo sumo algún integrante de "Carta Abierta", un grupo de intelectuales "K", deslizó el comentario de que había que tener un oído atento.

Lo cierto es que las cacerolas, las plazas, las consignas sonaron muy fuerte. Era mucha gente enojada que, sin incidentes, sin el apoyo de ninguna organización política y social importante, y autoconvocada por las redes sociales, otra vez, en este caso en la Argentina, las protagonistas centrales de la política y la expresión popular, desbordaron todas las previsiones.

Y de esta manera apareció en el escenario político-social y cultural un nuevo actor: la gente en la calle, sin un vocero, sin nada que negociar o acordar, convocada por diferentes temas y un solo gran malestar contra el gobierno y contra los políticos que no responden a sus expectativas. Un actor político dinámico, de miles de cabezas. Si el gobierno -como anuncia la Cámpora- quiere responderle con otra manifestación, tendrá que pensarlo muy bien. ¿Y si es más chica? ¿Y si provoca una reacción y nuevas manifestaciones?

Ahora vendrá una catarata de interpretaciones políticas, sociológicas, ideológicas, de todo tipo. Pero la gente que golpeó las latas y que gritó su rabia es inmune, al contrario, la excitarán todavía más. Ahora cuando el gobierno hable por cadena, cuando vote una ley, cuando nacionalice una empresa para encubrir un escándalo, tendrá que pensarlo mucho mejor y ponerse bastante nervioso. O nerviosa.

Los partidos opositores también van a tener que ponerse nerviosos. Si alguien quiere hacer algún firulete con la reelección, su destino será la desaparición.

Lo que las encuestas comenzaban a reflejar tímidamente - porque en Argentina todo lo que afecte el "relato" del gobierno es tímido,- era la existencia de una importante mayoría contra la reforma constitucional para la re reelección de Cristina Kirchner, contra el abuso en el uso constante de la Cadena Nacional de Radio y Televisión, que los escándalos del vicepresidente Amado Boudou y la empresa Ciccone lo habían afectado y más en general registraban una caída en el apoyo al gobierno y una creciente insatisfacción social, que explotó en las plazas y en las calles.

Otro de los argumentos denigratorios para con los manifestantes consistió en acusarlos de hacer lo que hicieron para protestar por las limitaciones para la compra de dólares. Este elemento sin duda debe haber influido, porque en Argentina, esas medidas anteceden y anuncian otras bien peores, pero mirando las muchas imágenes, los carteles hechos a mano, y las consignas, se constata que los temas eran muy diversos y bastante dispersos, pero hay uno que debería llamar la atención de todos: la gente reclamaba "Libertad", y ese sólo elemento le da un valor especial a la movilización y muestra una especial sensibilidad sobre un conjunto de temas muy delicados de la política oficial. La gente reclama libertad, y no solo ni principalmente comprar dólares...

El Kirchnerismo va a responder. Es su estilo y su modelo político. Se va a poner algo nervioso y construirá un enemigo al acecho, una conspiración desde los medios o desde algunos periodísticos y arremeterá con fuerza. Es prisionero de su modelo, tanto económico, financiero y sobre todo político.

Aquí el problema es la Argentina, el rumbo de un país tan próximo, tan vinculado a nosotros, tan ligado por lazos contradictorios, pero que está de todas maneras en nuestros afectos y en nuestros intereses.

No nos pongamos eufóricos, razonemos. Solo a los que apuestan a una catástrofe les conviene una escalada, el país necesita construir caminos de diálogo, de búsquedas nacionales para salir de una situación que se va haciendo cada día más difícil e inmanejable. A los problemas financieros y fiscales, se suman ahora los políticos, se debería evitar que alcancen niveles de peligros institucionales. Cristina Kirchner es el problema y la solución. Aunque suene contradictorio. ¿Lo aceptará?

La primera responsabilidad es obviamente del gobierno. Pero los antecedentes no son los mejores, ni muy promisorios.

De todas maneras la oposición tiene que pensar muy bien sus próximos pasos, para que efectivamente las calles no vuelvan a tronar con el grito explícito de que se vayan todos. Hay que construir o fortalecer alternativas sólidas y creíbles. La única salida debe ser siempre institucional, democrática y lo más amplia y representativa posible.

No se sale de esta encrucijada cada día más compleja sin las grandes corrientes políticas históricas del país, ni levantando solo banderas de "anti", aunque hoy ese "anti K" sea cada día más tentador y redituable.

Las encuestas también muestran que los líderes más respetados de la oposición no son los más catastrofistas, los más locuaces, sino los más serios en sus propuestas. "Cuanto peor, mejor", no es una opción, sino una nueva derrota nacional.

Con atenciones diferentes, responsabilidades muy distintas, el gobierno y los dirigentes políticos argentinos no deberían preguntar ¿por quién suenan las cacerolas? Están sonando por ellos.