Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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Política y errores

Política y errores

18.10.2011

Lectura: 6'

2011-10-18T14:44:47-03:00
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Soy una autoridad en la materia. Soy soberbio y lo sé. Me cuesta terriblemente reconocer los errores y fui consecuente partidario de una teoría y una práctica en la que hablábamos de crítica y autocrítica pero los límites eran altos como enormes muros y cuando uno los cruzaba estaba del otro lado de la frontera. Exiliado en el revisionismo.

Los políticos – no importa el sexo – tienen entre su capital más importante el cometer aciertos tras aciertos hasta la victoria final. Por eso es tan difícil reconocer los errores. A algunos les cuesta mucho más que a otros. También es bueno reconocerlo y reconocerlos.

No se trata de cubrir todo con el piadoso manto de que “todos cometemos errores”, porque hay errores y errores; y por ellos se pagan diferentes precios en la feria de las vanidades y en la dura lucha política.

La última sucesión de episodios en filas de la izquierda, de mi izquierda, a la que asumo con todas sus grandezas y pequeñeces, con sus aciertos históricos y sus errores en la crónica y el color que pueden transformarse en errores históricos está sufriendo mucho más por sus palabras que por sus hechos. Hay una especie de desborde declarativo.

Son las declaraciones y su amplia repercusión en la prensa y en una parte de la opinión pública la que nos están causando problemas desde hace bastante tiempo. Antes de estas elecciones, en la campaña electoral, durante el gobierno y últimamente.

Algunos de sus protagonistas reconocieron el desacierto de sus declaraciones y en muchos casos la oposición se hizo cargo de organizar la macumba a la que se sumaron varios compañeros. Me incluyo.

Las declaraciones de los compañeros en general nunca han sido iguales y del mismo tono que las ferocidades de la oposición. No quiero demonizar a la oposición, nosotros cuando alguno de ellos mete la pata o la lengua, nos hemos encargado de bailar nuestra propia danza propiciatoria. No voy a recordar episodios. La política en ese sentido es bastante implacable. La política tiene que ver con el poder y su disputa es implacable, aunque a veces pongamos caras angelicales e invoquemos los mejores sentimientos.

Todo lo anterior no quiere decir que todo está justificado y que vale todo. También de esos ejemplos hay mucho en la política uruguaya. No todos los ex presidentes reaccionaron de la misma manera sobre las declaraciones de Vázquez. Batlle prefirió el silencio, Lacalle una mirada desde la complejidad del cargo de presidente y Sanguinetti sacó la cimitarra. Bien afilada.

Lo mismo sucede en nuestras filas. Hubo defensores a ultranza, quienes no compartieron la oportunidad de sus declaraciones, quienes no compartieron el fondo de las acciones y quienes además de todo aprovecharon para sus propias movidas sectoriales y sus “renovaciones generacionales y de género”.

Los líderes indiscutidos en el Uruguay hace tiempo que no existen más. Obviamente que no existen para el conjunto de la sociedad ni siquiera para sus propios partidarios. Y eso es bueno. Los indiscutibles e infalibles son un peligroso rasgo del atraso político. Aquí todos estamos sometidos al juicio político ciudadano permanente y exigente.

En la izquierda todavía más. Ya el cuco de no darle pasto a los adversarios fue sepultado hace tiempo, para que no se transforme en un perverso sistema de autojustificación. Discutiendo, analizando criticando llegamos hasta aquí. ¿podremos seguir?

El problema de fondo es sobre que cosas se discute. ¿Se discute de ideas, de propuestas y proyectos, de visiones estratégicas o incluso de políticas públicas o partidarias que trasciendan lo inmediato, lo coyuntural? ¿O se discute sobre todo de poder y de su distribución, a veces condimentado con algún moño ideológico?

¿La gran preocupación por la retirada de Vázquez es por su innegable aporte al Frente Amplio o casi exclusivamente por sus posibilidades de disputar con éxito la próxima contienda electoral? Es decir, el poder.

Estos últimos episodios han puesto al desnudo – una vez más – pero posiblemente con mucha iluminación pública las posiciones y las reflexiones o reacciones de cada actor político, en particular en la izquierda.

No podemos echarle la culpa a la prensa, a nuestros adversarios, a perversas conjuras, todo es de nuestra absoluta y plena responsabilidad. Las hilachas del apetito de poder se notan demasiado. El gobierno en disputa es algo que va más allá que un solo partido, el 1 de marzo del 2010 ya estábamos con las herramientas prontas. Y naturalmente los episodios que involucran a dirigentes relacionados con esa disputa por el poder resaltan, restallan, encandilan.

Como todas las cosas de la política, se ven de manera diferente y dependen del punto de observación. Desde las salas del palacio, independientemente del tamaño y la altura de las mismas, se mira con cierta similitud. Incluyendo las salas del Frente. No es una crítica, es una comprobación.

Obviamente no tengo que decir que desde la oposición se ven muy, pero muy diferente, entre el alborozo, la incredulidad y las declaraciones implacables. Ellos están en la de ellos. Quieren volver al poder.

Hay otra visión, otra mirada desde los ciudadanos comunes, muy cercanos, medio cercanos o muy alejados de la política con todas sus variantes y matices. Creo que muchos no se enteraron, otros pueden haberse sorprendido porque alguien tan medido y cuidadoso con sus declaraciones haya develado tamaña situación en este momento pero, creo que la mayoría no se sorprendió por la situación descripta. Con el gobierno argentino de aquellos tiempos todo era bastante probable, incluso el delirio. Así que en ese aspecto no se deben haber sorprendido mucho. Lo de pedirle a ayuda a Bush, aunque sea una declaración política de amistad, lo ponen en el inventario de la ferocidad de la política. Son más pragmáticos; ellas y ellos miden cuanto le cambió la vida concreta durante el gobierno de Tabaré y opinan a partir de eso. Y la vida les cambió mucho y a muchos.

Dentro de los ciudadanos de a pie hay un sector especial: el pueblo frenteamplista. Esos reciben el mismo impacto positivo de las políticas de los gobiernos de izquierda, del gobierno de Vázquez  pero sufren con estos episodios políticos, con las palabras inconvenientes que se suman a nuevos episodios en forma  constante. Con las declaraciones, las sorpresas y las retiradas. Miran a los adversarios, a los opositores y le tienen pavor a su retorno. Y sufren. Sufrimos.

Ellos son la parte fundamental del Frente Amplio, la continuidad de la historia y el motivo de todos los esfuerzos, son los artífices de las grandes victorias, de la defensa del gobierno y también de los malhumores. Están siempre allí. Vienen de la tradición o de un convencimiento nuevo y  fundado, no son prestadores del voto, son constructores de la fuerza y la identidad del propio Frente. Están en todo el país.

¿Seguirán estando siempre allí, soportándolo todo?