Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Piedras

Piedras

27.03.2013

Lectura: 3'

2013-03-27T07:29:19-03:00
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La violencia siempre se plantea en abstracto o como una conducta que practican otros. Como nos ocurre con la culpa, jamás sentimos que nos involucre. Más allá de la delincuencia, todos los actores sociales creen que la violencia se terminará si otros dejan de hacer lo que hacen, pero ¿quién puede tirar la primera piedra? Sí repasamos algunos acontecimientos de los últimos días, encontramos un panorama alarmante.

Un hincha de Peñarol agravia al presidente de aurinegro en público y este responde a los golpes. Juan Pedro Damiani intentó dejar la cosa por ahí argumentando que “son cosas del fútbol” y que él era “italiano”.

Un grupo de barrabravas de Nacional irrumpe en el Parque Central después del partido con Cerro para “conversar” con los jugadores porque no “meten” a pesar de ganar mucho dinero. Según el “referente” del grupo no pasó nada, aunque las cámaras de TV mostraron los forcejeos y la “pesada” contra jugadores, guardias y periodistas. Para colmo, algunos periodistas afirman que el episodio fue protagonizado por la “hinchada de Nacional”, cuando sólo participó un puñado de violentos.

El senador Bordaberry le propone al gobierno que fomente las experiencias educativas exitosas con partidas del Mides y el presidente Mujica desliza su respuesta hacia el terreno personal: lo acusa de tener una “percepción totalitaria” capaz de “llevarse todo por delante”.

Dirigentes nacionalistas afirman que el presidente del Banco República, Fernando Calloia, cometió abuso de funciones en el caso del aval de Boston Seguros, antes de que se expida la justicia. La oposición le da un tono escandaloso a toda la operación aunque no hay denuncias ni sospechas de corrupción ni sugieren cómo pudo resolverse mejor el descalabro de Pluna. En el fragor del combate, Calloia califica al representante nacionalista en el Banco Central de “infeliz”, y si bien niega haber calificado al Partido Nacional como un “grupo extremadamente corrupto”, por las dudas se disculpa.

En este clima, el ministro Pintado acusa a la oposición de buscar la destrucción “moral, ética y humana” de Calloia y el titular de Economía, Fernando Lorenzo. Hubiera sido más razonable acusarla de buscar rédito político, pero habría sonado pueril. A esta altura del partido, ¿quién de los involucrados habla desde la razón?

Lo peligroso de estas expresiones de violencia física y verbal (si es que se trata de categorías diferentes y no de dos caras de la misma moneda) es que viene de actores calificadísimos y que están cubiertas bajo un manto de justificación. Pretextar que son cosas “del fútbol” o “de la política” para agraviar o despreciar al prójimo, es un argumento débil y traicionero, asimilable a los famosos “códigos” de la mafia.

Pero el proceso auto exculpatorio no se detiene ahí. El paso siguiente es mirar al penoso vecindario, donde Uruguay constituye, en la mayoría de los indicadores sociales (incluyendo la violencia política, social y deportiva) una excepción. Como en América Latina casi todas las cosas están peores, terminamos blindados ante la autocrítica y la responsabilidad institucional.

Más vale no pensar qué pasaría si el país estuviera en crisis ni qué cabe esperar de la campaña electoral del año próximo.