Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Patrulla boricua

Patrulla boricua

23.01.2013

Lectura: 3'

2013-01-23T07:21:07-03:00
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"Somos policías, estamos trabajando para la embajada de Estados Unidos”. El dirigente nacionalista Gonzalo Baroni debió pensar que le habían cambiado el almanaque. De golpe, se encontraba en plena Guerra Fría y aquel operativo era parte de la lucha contra la guerrilla. Quizás sospechó por un segundo que aquello era una broma y que junto a los muchachos altos, rapados y con “pinta de marines” se encontraba Maxwell Smart, el Super Agente 86, quien saltaría de una de las camionetas negras, con vidrios polarizados y matrícula extranjera, confundiendo al joven nacionalista con un agente de Kaos.

Nada de eso. Baroni caminaba por Carrasco una noche de enero de 2013 y fue interceptado en plena vía pública por una patrulla binacional, para cuya conformación el gobierno de los Estados Unidos pone la logística automotriz y el personal de “apoyo” y el Ministerio del Interior el funcionario encargado de interceptar a los paseantes. ¿No parece una escena ambientada en las calles de San Juan de Puerto Rico? Como en toda buena comedia de enredos, lo mejor estaba por venir.

La embajadora estadounidense, Julissa Reynoso, dijo que este modus operandi es un “servicio a la comunidad” que forma parte del dispositivo de seguridad de su personal diplomático y el ministro interino del Interior, Jorge Vázquez, pretendiendo justificarlo, aseguró que este tipo de vínculos tiene unos veinte años. La respuesta no atacó lo sustancial pero nos permitió al menos descartar que los muchachos de las camionetas estuvieran persiguiendo algún agente soviético o de la desaparecida Alemania Oriental.

El operativo tenía como cometido evitar que los delincuentes hagan daño a los diplomáticos estadounidenses mientras circulan por la vía pública. Como utilizan las mismas calles que los lugareños, comparten generosamente los beneficios de tan celoso dispositivo de seguridad. Los argumentos de Reynoso y Vázquez son tan frágiles que varios legisladores oficialistas reaccionaron con indignación y señalaron la gravedad del hecho.

No se sabe qué es peor: la naturalidad con que lo encaró el jerarca ministerial, la prolongación en el tiempo de semejante patrullaje o que buena parte de los montevideanos, cansada y asustada por la delincuencia, lo justifique.
El razonamiento es peligroso pero lógico: por lo menos están patrullando y previniendo delitos, dicen algunos ciudadanos. Por lo visto, daría lo mismo que patrulle la policía uruguaya con apoyo de la CIA o la Guardia Nacional Bolivariana. De hecho, cualquier país extranjero podría contar con su propia patrulla y brindar su “servicio a la comunidad”.

Si las residencias diplomáticas no se concentraran en Carrasco, sería un buen final para esta comedia boricua, ver camionetas negras con matrículas y agentes de México, Irán, Brasil, Israel o China, patrullando las calles de la ciudad con un agente policial autóctono para que intercepte sospechosos. Seguro que bajaría la cantidad de delitos, lo que beneficiaría a las instituciones de la República. O lo que quede de ellas.