No hay duda de que en el año 2004 el progresismo logró colocar en el centro de todos los escenarios las palabras "cambio" y "cambiemos", con todas las connotaciones políticas, sociales, culturales y hasta históricas que implican para un país de fuertes tradiciones. En torno a ese concepto-palabra rotó toda la campaña electoral.

En 1985, Julio María Sanguinetti impuso la palabra "paz". El cambio estaba implícito en la propia realización de las elecciones luego de 13 años sin ellas. El agregado fue el concepto de "paz" ("El cambio en paz") y le funcionó, incluso arrebatándole el eje central al Partido Nacional y al Frente Amplio que habían sido, sin ninguna duda, las fuerzas principales de la resistencia contra la dictadura.

Hay muchos ejemplos en otros países. Volvamos al Uruguay y al ahora. El Frente Amplio no ha logrado hasta el momento colocar una o varias palabras claves y de definición. Si estoy equivocado, los que prefieren que nos despertemos en octubre o en noviembre y nos pasemos las cuentas que digan cuáles son esas palabras definitorias.

En general, la experiencia muestra que esas palabras nunca tienen que ver con la "fuerza" ni con la posibilidad o no de la victoria: tienen que ver con conceptos, con ideas que refieran a la vida de la gente, a su futuro y sus expectativas.

La campaña de Luis Lacalle Pou se basa en tres palabras: "positiva", "renovación" y "ahora", con otras subsidiarias. Me refiero al manejo adecuado de todos los medios para instalar esas palabras-conceptos: grandes avisos gráficos, todo el discurso político, la publicidad, el jingle y el uso de las redes. Esa es la única manera de lograrlo.

Todas ellas están bien elegidas y son falsas, totalmente falsas; son humo y no sustancia. Mejor dicho, cuando el humo se disipe y aparezca la sustancia será una desagradable sorpresa. Tratemos de evitarla.
Los otros partidos políticos tienen sus mensajes, sus contenidos, sus ideas con las cuales se puede discutir y polemizar. Lo difícil es discutir al humo pero hay que hacerlo, en primer lugar identificándolo.

"Positiva" es una palabra-concepto totalmente fumosa que no tiene nada que ver con la realidad. Durante 9 años Lacalle fue un firme y férreo opositor a las políticas de los gobiernos progresistas. No es un personaje montado a lo largo de los años, es directamente una gran bomba de humo organizada por el marketing en pocos meses que ya logró ocultar al wilsonismo y devorarlo y que ahora se propone la operación mayor: reconquistar el gobierno para una alianza conservadora de derecha.

"Positiva" es falsa porque sus propuestas y sobre todo su política económica y sus consecuencias sociales ya se anuncian claramente, por debajo del humo, como un retroceso total de los avances obtenidos por los gobiernos progresistas. Transferencias sociales, salarios, jubilaciones e ingresos familiares, inversiones públicas y derechos humanos son algunos ejemplos.

"Renovación" y "ahora" es la combinación del concepto de la juventud al poder y ya, incluso a costa de mostrar los efectos de la edad en su contrincante, al punto en que en el video "glamoroso" donde muchas imágenes corresponden a logros del progresismo sin embargo se incluye la imagen de "la bandera".
 Seguramente lo midieron en sus grupos motivacionales y les dio positivo, sino no lo harían. Es un cachetazo en medio de un arrorró.

El progresismo debe elegir sus centros. La suma de muchas voces puede ser importante para mostrar la pluralidad de ideas y para la disputa electoral interna, que existe, pero no necesariamente logrará instalar los centros del debate, nuestras palabras-conceptos claves.

Nuestras palabras claves y conceptos claves no deben ser de continuidad, por mejor que hayamos hecho las cosas. No deben ser desde el poder sino desde la gente, desde la creciente sensación de que en el renacimiento nacional hemos participado todos y no solo el gobierno. Deben ser respetuosas de las sensibilidades nuevas que se han creado en el Uruguay y sin embargo deben apelar a la memoria.

Sin memoria estamos perdidos, sin futuro más perdidos todavía. Debemos unir esos dos conceptos.
Debe haber compañeros trabajando o que ya resolvieron esta situación; otros podrán pensar que alcanza con los nombres de la fórmula, como en buena medida funcionó en el 2004 y en el 2009 (Tabaré -Nin y Mujica-Astori). Para los que estamos trabajando y preocupados, esta es una reflexión más.

Lo cierto es que queda poco tiempo y para llegarle a los 2.400.000 potenciales votantes hace falta un gran dinamismo y mucha sensibilidad.

Las ideas fuerza -que fue otro concepto muy importante de otras campañas- siempre están precedidas por palabras-fuerza.