Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

País blindado

País blindado

28.03.2007

Lectura: 4'

2007-03-28T12:13:52-03:00
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Los acuerdos comerciales celebrados con Brasil coronan una de las líneas de acción más exitosas del gobierno. No tendremos un mejor MERCOSUR, pero nos beneficiaremos más de su socio mayor, sin solucionar los problemas derivados de las asimetrías comerciales pero  tamizándolas bastante. Atenazada entre las rémoras ideológicas y la cruda realidad, la Administración Vázquez parece sortear estos desafíos con una justa dosis de pragmatismo y fortuna.

El blindaje de autos que Uruguay exportará a Brasil, puede ser visto como el símbolo de un país que busca hacer de su pequeñez y fragilidad el trampolín de su proyección comercial y que termina blindado por sus principales socios comerciales. El conflicto con Argentina, el sordo enfrentamiento entre Venezuela y Brasil, la consolidación del eje Caracas-La Paz-Buenos Aires y la visita de Bush a la región, son algunos de los acontecimientos más notorios que desencadenaron el actual estado de cosas. Al gobierno uruguayo le cabe el mérito de animarse a buscar un lugar entre el TLC con Estados Unidos y su impracticable anhelo de “más y mejor MERCOSUR”. La fortuna lo acompañó cuando Brasil decidió lanzarse a recuperar protagonismo, espantado por la expansión del chavismo y alentado por el espaldarazo de George W. Bush. Un espaldarazo que también se sintió en el pequeño, democrático y “cariñoso” Uruguay.

Por ahora, Lula y Chávez celebran acuerdos de inversión que enmascaran las  diferencias estrategias entre ambos presidentes. Según Astori, no sería de extrañar que Brasil avance hacia un TLC con Estados Unidos, que podría tener su puntapié inicial el próximo fin de semana en el encuentro de Camp David entre Lula y Bush. Como Brasil ya adelantó que no habrá negociaciones bilaterales, esta disyuntiva deberá ser dilucidada en el MERCOSUR. De todos modos, el escenario es más complejo de lo que parece. Brasil tiene una alianza estratégica con China en la Organización Mundial de Comercio contra los subsidios a los productos agrícolas por lo que difícilmente acepte el levantamiento de sus barreras arancelarias fuera de la Ronda de Doha. A menos que la colocación del etanol, que tras la visita de Bush a Brasil despertó también el interés de la Unión Europea, sea el combustible que encienda la chispa de un intercambio comercial más fluido.

Si alguien duda que las visiones de Lula y Chávez sobre el futuro del MERCOSUR son dos caminos enfrentados, alcanza con tener en cuenta algunas declaraciones recientes. La primera es del ministro de Industria de Brasil, Luis Fernando Furlan, quien estuvo en Montevideo en los últimos días. Para Furlan, el rol de su gobierno es ayudar a facilitar negocios, pero éstos deben ser concretados por los empresarios. Dicho de otra manera, la integración regional debe tener una matriz comercial y de mercado a la que los gobiernos podrán favorecer. Para Chávez, en cambio, esa versión del MERCOSUR refleja un pecado de origen. Según el líder bolivariano, la unión aduanera fue creada cuando “imperaba o regía la corriente económica neoliberal”, por lo que debe ser refundada priorizando “los proyectos sociales por encima de los planes económicos y financieros”.

La pobreza de millones de sudamericanos opera a favor de la visión “social” del MERCOSUR, aunque en el fondo se trata de un espejismo: no hay política social que pueda sostenerse si no tiene de dónde sacar los recursos, y éstos sólo se generan si funciona adecuadamente la economía de mercado. El debate divide a dos tendencias fácilmente apreciables en el discurso político latinoamericano. Por un lado están quienes ven a la economía como un conjunto de reglas generales para todos los agentes económicos sobre las cuales el gobierno debe abstenerse de intervenir, salvo para garantizar su vigencia. Por otro, están los que creen conveniente y necesario operar sobre los diversos instrumentos de política económica, tales como el tipo de cambio, el crédito y los estímulos a sectores específicos. En nuestro país, estas dos concepciones económicas resurgieron en las últimas horas con el debate sobre la ley orgánica del Banco Central y enfrenta al ministro Danilo Astori con el senador Alberto Couriel. El uruguayo Francisco Panizza, profesor del London School of Economics, planteó lateralmente estos asuntos al referirse a la necesidad de que las reformas planteadas por el gobierno uruguayo sean sustentables en el largo plazo. Panizza observa que algunos sectores del oficialismo “se abrazan a los resultados” sin entender “la necesidad de tener en cuenta sus costos”.

Por ahora, estas visiones encontradas han podido convivir con relativa normalidad. Expuestas al contacto con el mundo civilizado, las singularidades de la política y la economía sudamericanas suelen quedar al desnudo como lo que son: una colección de anécdotas que alimentan el vergonzoso prontuario latinoamericano.