Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Sanguinetti sabe como hacerlo

POR GERARDO SOTELO

Cuando todo hacía prever un final de campaña anodino, el Foro Batllista arremetió con una temática traída del fondo de los tiempos.

20.10.2004

Lectura: 3'

2004-10-20T00:00:00-03:00
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La apelación al documental de los tupamaros desató el malestar en el Encuentro Progresista y la prohibición de productores e implicados. Antes de eso, ya se veía a Sanguinetti hacer referencia a una inexistente ''invasión piquetera''. Justo es reconocer que la jugada atrajo la atención de la opinión pública e instaló al alicaído coloradismo en el centro de la escena. Pero el clima electoral terminó enrareciéndose y el expresidente quedó una vez más abrazado a la expresión más agresiva y reaccionaria de la escena política nacional.

Si lo que se buscaba era llamar la atención para mejorar la chance electoral no se podía esperar un resultado mejor. Si lo que se buscaba era atraer el voto de los ancianos conservadores, quizás se tuvo éxito.

Sin embargo, la campaña es poco compasiva con la realidad política y la sensibilidad de la mayoría de los uruguayos. Y es poco compasiva con el accionar de los tupamaros en los últimos veinte años. A decir verdad, la trayectoria de los principales dirigentes del MLN tras su liberación ha sido cualquier cosa menos violentista. La apelación forista sólo puede instalarse en almas temerosas, asustadizas y poco informadas. Es en ese sentido una de las formas más gruesas y perversas de la propaganda, porque no deja más que miedo en los que la comparten, rencor en quienes la condenan y un sabor amargo en el resto de la sociedad; porque apela a los instintos más primitivos del ser humano, una zona donde la cultura cívica cede ante la brocha gorda.

¿Es esto lo mejor que tiene para ofrecer Sanguinetti? ¿Qué hay de aquel hombre de Estado, de aquel orador brillante, de aquel intelectual que interpretaba los desafíos de la sociedad y parecía saber por dónde debíamos transitar el futuro?

Quizás la jugada le reporte algún voto, pero las soluciones para los problemas de fondo del Partido Colorado están en las antípodas de esa movida. Apelar al miedo y la manipulación para captar votos de ancianos conservadores de derecha es un suicidio en el mediano y largo plazo.

Sus principales dirigentes se aferran a la teoría de que la paupérrima votación que le auguran las encuestas es consecuencia de la crisis que devastó la región en el 2002. Fingen desconocer que la tendencia a la baja de los partidos tradicionales lleva cuarenta años. Para bien o para mal (el tiempo lo dirá) el crecimiento de la izquierda tiene sus causas más profundas en un cambio de época que afecta la forma de ver y de sentir la política y que está barriendo las viejas prácticas para instalar otras que lucen más a tono con los tiempos que corren.

Lejos del poder que lo vio nacer y crecer, arrinconado en una bancada mínima, herido de muerte en su sistema de reclutamiento, el partido de Rivera y Batlle deberá refundarse en doctrina, prácticas y dirigentes o quedar relegado a un tercer puesto. Sí, la jugada del Foro logró mostrar al Partido Colorado otra vez en movimiento, pero por un camino que ya casi nadie quiere transitar.