Por Esteban Valenti

Un día nos levantamos y el Presidente de los EE.UU. ordenó, y sus FF.AA. ejercitaron un bombardeo de alta precisión, mediante drones, contra una caravana de vehículos que partía del aeropuerto de Bagdad asesinando a todos los pasajeros, incluyendo al general Iraní Qasem Soleimani y otros importantes dirigentes chiitas. Y se desataron tensiones en toda la región e incluso más allá.

Yo me quiero formular algunas preguntas junto a ustedes: ¿qué sucedería si un día "la bestia" la limousine súper blindada de varias toneladas de peso en la que viaja el Presidente Trump estuviera recorriendo alguna ruta con una amplia caravana de motos, de agentes del servicio secreto y en el horizonte apareciera un rayo, un misil que impactara en la caravana, mejor dicho directamente en "la bestia" y murieran todos sus ocupantes, incluyendo el presidente?

Ustedes se imaginan las reacciones, las declaraciones, las especulaciones, las amenazas y no solo, sino los planes concretos para vengar tamaña afrenta. Y todo eso sin que nadie se atribuyera el ataque, pero son tantos los potenciales enemigos y fuerzas nacionales que estarían interesadas en ese desenlace que las posibilidades serían muchas.

De la noche a la mañana habría cambiado el mundo, porque la vida de un ilustre ciudadano de los Estados Unidos vale mucho más, infinitamente más que la de cualquier otro habitante de este planeta. Al menos para los norteamericanos.

Mientras que la muerte por directa responsabilidad y confesión de un líder de otro país, ordenada por el jefe de la Casa Blanca, en pocos minutos la integramos a la naturalidad de estos tiempos de locura y decadencia, la respuesta venga de donde venga sería la afrenta del siglo. ¿Por qué?

¿Por qué el mandatario norteamericano es una destacada personalidad intelectual, moral, un estadista de primer nivel mundial que contribuye con su obra y con su vida al progreso de la humanidad?

¿Por qué el jefe de la Casa Blanca ha sido señalado por la providencia para situarse por encima de todos los demás habitantes del planeta y puede atentar contra el comercio mundial, contra la lucha para enfrentar el calentamiento global o es la última palabra en materia de equilibrios militares en cualquier parte del mundo y por lo tanto es "sagrado"?

No, todos sabemos perfectamente que ni siquiera inmaculado tendría alguna de esas prerrogativas, pero mucho menos cuando es el tercer presidente en la historia de los EE.UU. al que le iniciaron por votación de la Cámara de Diputados un proceso de cese en sus funciones, un empeachment, menos por sus tuits matutinos que muchas veces lo ponen no solo al borde sino un poco más allá del ridículo, ni de sus marchas y contra marchas en temas de alcance global.

Un ataque contra él, tendría ese alcance catastrófico, por una simple razón, porque los EE.UU. disponen del mayor poderío militar del planeta y la han utilizado y lo utilizan HOY, como su principal argumento.

Esta especulación es, en cierta manera el resumen más crudo y terrible de la situación internacional, del nivel de decadencia de las relaciones entre las naciones, de los peligros que vivimos a diario.

¿Alguien puede asegurar con un mínimo de seguridad, que a los poderes en los EE.UU. y en especial a su jefe máximo, surgido de un proceso electoral plagado de irregularidades, perdido en la cantidad absoluta de votos, y ganado por el manejo preciso de las nuevas tecnologías y su despliegue socio-geográfico en el territorio que le permitió " lo impensable" alcanzar la presidencia, tiene mínimos niveles de control, tiene límites?

Los más destacados analistas políticos, diplomáticos y militares se las ven de figurillas para realizar su trabajo de análisis, porque hay un factor fuera de control, alocado, descontrolado. Va mucho más allá del imperialismo y la imposición del libre comercio. Muchas veces es lo contrario, es la búsqueda de crear una ciudadela comercial impenetrable en los EE.UU. y si para ello hay que afectar décadas de complejas relaciones y negociaciones financieras, comerciales y políticas, él va hacia adelante o hacia atrás y hacia el precipicio. Hasta ahora no saltó al vacío, pero...

Hace solo quince días que comenzó el año nuevo, deberíamos seguir entusiastas en desearnos los mejores deseos, pero en estas materias que hoy tratamos, seríamos unos irresponsables.

No se trata de ser voluntariosos. Seguir promoviendo el rechazo a ese tipo de políticas ya tiene a nivel internacional un nivel de repudio en la opinión pública e incluso en los líderes de sus países aliados que no tiene antecedentes. Dentro de los EE.UU., la clásica y simplista visión de que las grandes cadenas de medios de comunicación están en contra o a favor de alguien, esa es la mayor garantía del triunfo o del fracaso, ya se demostraron un esquema del pasado, aún con toda la literatura "tradicional" de apoyo.

Lo que queda por esperar, es seguir opinando y sobre todo esperar que las próximas elecciones en los Estados Unidos, elijan un presidente con los equilibrios básicos asegurados, sin pedir milagros ni ángeles que nunca llegaron. ¿Pero alguien se anima a asegurar que no habrá reelección?