Contenido creado por Cecilia Franco
Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Opinión | ¿Y por casa cómo andamos?

El voto al Frente Amplio es el voto por un statu quo dominante que mantendrá al país encerrado y sin cambios en sus principales problemas

30.09.2019 13:26

Lectura: 6'

2019-09-30T13:26:00-03:00
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Por Pablo Mieres |@Pablo_Mieres

En los últimos días la estrategia de campaña del partido de gobierno se ha concentrado en señalar las diferencias entre los partidos de oposición y, en función de esta constatación, proponer al electorado los riesgos que supone un gobierno de coalición entre partidos tan diferentes.

De este modo, el Frente Amplio pretende desviar la atención sobre sus enormes diferencias internas que han afectado de manera radical su capacidad de gobernar o, peor aún, han ido configurando un panorama en el que se imponen los sectores que representan a la izquierda más radical, ortodoxa y dogmática.

En efecto, vayamos por partes.

Dentro del Frente Amplio hay muchos dirigentes y técnicos que comparten la necesidad de una profunda reforma educativa para anteayer. Sin embargo, se han impuesto los que sustentan el statu quo de manera tozuda y exitosa impidiendo que se lleve adelante ningún cambio ni siquiera medianamente relevante. El resultado es que tenemos una educación estancada y con indicadores que nos dan mucha vergüenza.

Nada indica que ello vaya a cambiar en un cuarto gobierno del Frente Amplio, entre otras cosas porque algunos de los responsables directos de este fracaso forman parte del círculo interno del candidato presidencial.

En materia de seguridad, hace años que existen voces dentro del Frente Amplio que creen que el desmantelamiento de las comisarías fue un gravísimo error de la política de seguridad del partido de gobierno, sin embargo, han consentido y acatado una orientación totalmente contraria que ha llevado al país a un descalabro profundo de la seguridad de todos los uruguayos.

Con respecto a la necesidad de abrir el país al mundo existen, también, dos posturas diferentes. No hay duda de que nuestro país necesita desarrollar un conjunto potente de iniciativas de acuerdos comerciales con la mayor cantidad de países posibles, para que nuestros productos ingresen con aranceles competitivos o directamente sin aranceles.

El Canciller intentó desarrollar esa política de apertura al mundo y sólo obtuvo el freno y la oposición de los legisladores de su propio partido, que ven en cualquier acuerdo de libre comercio, un brote "neoliberal". Así es que en todo este período de gobierno sólo se ratificó un acuerdo muy poco significativo sobre servicios con Chile que demoró más de dos años en votarse por la oposición de los legisladores frenteamplistas.

Ni hablar con respecto a la vergonzosa posición del gobierno sobre la dictadura corrupta y sangrienta de Maduro en Venezuela. Una buena parte de los sectores del Frente Amplio defienden a "capa y espada" a ese régimen oprobioso y han llevado de manera dominante a todo el gobierno a estar abrazado de manera cómplice con esa dictadura.

De modo que las diferencias dentro del partido de gobierno son, también, nada más ni nada menos, sobre lo que es la democracia. Es decir, hay sectores dominantes dentro del Frente Amplio que, directamente, no son democráticos o que pueden sostener a un régimen dictatorial si se trata de un amigo ideológico.

Existen en el Frente Amplio los que dicen que este país no resiste más impuestos y lo sostienen en la campaña electoral, mientras los ortodoxos impusieron en el texto del programa de gobierno que habrá nuevos aumentos de impuestos. Y, no tengan dudas, que, si el Frente Amplio gana, se cumplirá lo que imponen los sectores mayoritarios que representan a la izquierda radical y ortodoxa, como ha sido desde hace muchos años.

Podríamos seguir largamente demostrando hasta qué punto la acusación que promueve el partido de gobierno le cabe al milímetro. Es decir que el Frente Amplio es una conjunción muy heterogénea de grupos y sectores con posiciones muy diversas que han puesto de rehén al país durante largos años impidiéndole avanzar en las transformaciones ineludibles.

Con dos agravantes. La primera es que se imponen siempre las posiciones más radicales y contradictorias con los intereses del país y la segunda es que votan todos juntos bajo el mismo lema acumulando para un solo partido.

En la oposición, sin duda, existen importantes diferencias. Pero cada uno está en su propio partido y promueve sus propias ideas, sin acumular para planteos contradictorios. Es más, la definición del 27 de octubre determinará, mediante el voto ciudadano, qué opciones serán las que tendrán mayores respaldos y, a partir de ese veredicto soberano, se deberá trabajar por la construcción de una coalición de gobierno que lleve adelante los cambios que han quedado frustrados durante tantos años.

Nosotros sentimos que nuestro papel en un gobierno de cambio será definitorio del contenido y de la dirección que tendrá el cambio en el próximo período de gobierno. Nosotros no vamos a avalar cualquier cambio, postulamos un cambio con sensibilidad social, políticas sociales robustas y medidas concretas de lucha contra la corrupción y por eso es tan importante que la ciudadanía nos de un rotundo respaldo electoral.

La diferencia entre la situación del Frente Amplio y el escenario de la oposición, es que cuando se vota al Frente Amplio se suma dentro de un mismo partido que tiene enormes contradicciones y, además, con un dominio hegemónico de los más dogmáticos, autoritarios y anacrónicos; mientras que cuando se vota a un partido de oposición, el ciudadano puede elegir a qué partido prefiere y, por cierto, darle al cambio un contenido definido y distinto.

Por eso decimos y reiteramos que somos la garantía del cambio. La garantía de que el cambio valga la pena y sea un cambio hacia adelante en vez del retroceso o la conservación. Mientras que el voto al Frente Amplio es el voto por un statu quo dominante que mantendrá al país encerrado y sin cambios en sus principales problemas. Esto es así porque los sectores que están representados en la convergencia entre el MPP, el Partido Comunista y un Partido Socialista dominado por los sectores radicales han sido y siguen siendo los predominantes y lo seguirán siendo por el evidente poder de su aparato militante.