Contenido creado por Cecilia Franco
Sergio Botana

Escribe Sergio Botana

Opinión | Vacunarse es vacunar

Vacunarse es volver a compartir una conversación sin miedos. Es volver a reunirnos sin prevenciones y salir a trabajar sin temores. Es disfrutar de esas pequeñas libertades que se nos volvieron tan grandes

10.03.2021 12:10

Lectura: 6'

2021-03-10T12:10:00-03:00
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Tengo COVID. Me dio leve. Apenas un dolor de garganta, que incluso atribuí a haber andado mucho al sol durante el fin de semana. Para mi salud la única consecuencia será la de unas leves molestias y para mi vida, el encierro por unos días. Es decir, nada.

Lo complicado es lo que uno provoca. De lo que uno pasa a ser responsable. Si no te ocurre, no llegás a tener siquiera una vaga idea de lo que significa.

Amigos que no podrán ir a trabajar. Familias que no se ganarán el pan. Riesgo de vida para otros. Eso no es nada lindo. Todo, culpa o no culpa, pero sí a causa de uno.

Por mi actividad mantuve múltiples reuniones. Estuve dialogando con docentes que no concurrirán a dar sus clases. Mantuve contacto con policías que no cumplirán con sus turnos. Me reuní con médicos que no podrán dar sus consultas por algunos días porque tendrán la responsable obligación de resguardarse. Los camioneros con los que estuve hablando, no podrán salir a hacer su zafra anual. A sus casas este año no llegarán los pesitos de la zafra. Tampoco a la casa mi amiga vendedora ambulante, que me vino a visitar. Ahora está en cuarentena. No se puede revolver.

Me junté a hablar de unos detalles del funcionamiento del fútbol y de las oportunidades de trabajo en la construcción con dos amigos prestigiosos deportistas. Ellos no van a poder trabajar ni en el futbol ni en la construcción. Lo peor, la suegra de uno de ellos es persona que atraviesa por una situación de riesgo sobre su salud. Situación similar vivo en mi propio entorno familiar. Nadie se puede imaginar el peso de responsabilidad que se siente cuando está en riesgo la vida de personas queridas. Se espera con desesperación el momento en que se nos alivie la carga de conciencia con la noticia de que desapareció.

Lo legislativo parece menor. No lo es. Los proyectos que se demoran. Las cosas que no se resuelven embroman gente. Personas que a veces no nos duelen porque no conocemos. Igual, compatriotas que sufrirán las consecuencias de los días que se pierden porque demoramos acuerdos o etapas legislativas. Mucha gente perderá tiempos que Dios quiera pueda recuperar. Tiempos que es siempre más difícil devolver en períodos de crisis. Esto pesa, aunque nadie se dé cuenta.

En estos días hemos asistido a hechos complicados. Manifestaciones masivas y campañas antivacunación hechas sin dar la cara.

El día de la mujer hubo convocatoria y movilización. Fue todo organizado. No fue casualidad. Debemos preguntarnos si sabrían lo que estaban haciendo. Si eran conscientes del daño que se genera con el contagio. Si sabían el perjuicio sobre la salud de tantos, y sobre el pan de tantos otros. No se puede hablar de solidaridad sin ser solidario.

Ser solidario es compartir no dañar. Ser solidario es sentir en carne propia la necesidad ajena. No hablen de solidaridad con el que necesita, si por irresponsabilidad lo mandan a guardarse sin salir a ganarse el pan por más de medio mes. No me hablen de sensibilidad si al que sale a ofrecer sus pasteles o sus maníes o sus helados, le sacan los clientes de la calle porque tuvieron que encuarentenarse todos. No es así. Eso es política de la mala. Es poner el interés político por encima de la salud de los demás. Es no importarse de si el otro puede trabajar o no. No dejar trabajar al que trabaja es cortarle las manos a futuro. Ninguna renta básica sustituye al cliente perdido. No paga esos cambios de hábitos que hacen perder al que comprará mañana. La ayuda del Estado siempre se termina antes de que cambie la suerte.

Lo que sucedió no fue un descuido. No falló la convocatoria. Lo que estuvo mal fue convocar. No estuvo mal con el Gobierno. Estuvo mal con el trabajador por cuenta propia. Con el que no tiene alero estatal o sindical que lo proteja. Quieren embromar al Gobierno, pero lo fortalecen. Dicen querer proteger a la gente y únicamente la dañan. No generan lindos sentimientos. Representan a una mujer que es la del modelo ideológico que importaron y no a la mujer madre o abuela de nosotros. Esa mujer de los odios no es la nuestra. La nuestra es de pleno amor. Jamás quitaría el pan de una mesa en nombre de reivindicaciones políticas. Menos pondría en juego la salud en situación como la que atravesamos.

La ignorancia no es la razón porque no existió. Desde hace rato el Gobierno advierte y advierte el GACH. No les gusta el Gobierno. Está bien. Que expliquen su sentimiento hacia el GACH. Hay que rasgarse las vestiduras reclamando por recursos para la ciencia, y cuando la ciencia advierte hay que escuchar. El GACH dijo que la multiplicación pasaba a ser exponencial. Sucedió. El GACH cuantificó el escenario más probable. No le erró. El GACH nos advirtió que el contagio dejaba de ser individual para ser grupal y de traza difícil de establecer. Fue cada día más difícil encontrar orígenes e identificar la totalidad de los contactos. El personal de la Salud se vuelve loco. Trabaja y trabaja. Arriesga su propia vida por nosotros. Les respondemos dándoles más trabajo y más riesgo. No es la manera.

Ahora empezó la vacunación y en simultaneo una campaña en contra. La campaña se hace a través de "trolls", es decir sin dar la cara. Los dirigentes de la izquierda deben dar la cara. No deben quedarse mirando para otro lado. Es cuestión nacional. Están en juego el trabajo y la vida de los uruguayos. Deben decir con claridad que hay que vacunarse. Deben decir que hay que vacunarse por solidaridad. Que no es por uno mismo. Uno se vacuna para que el otro no se contagie. Nuestra inmunidad es la protección del otro. Será nuestra libertad ambulatoria cuidando del otro. Libres para ayudar y no esclavos de la amenaza de dañar.

Vacunarse es vacunar al otro. Es volver a compartir una conversación sin miedos. Es volver a reunirnos sin prevenciones. Es poder salir a trabajar sin temores. Es juntarnos donde queramos y por el tiempo que queramos. Es disfrutar de esas pequeñas libertades que se nos volvieron tan grandes. Es decirle basta a ese enemigo que no conocemos ni vemos. Ya falta poco. Salgamos a vacunarnos por nuestros hijos y por nuestros viejos. Vacunémosnos por el amigo y por el que no conocemos. Es por ellos. No por nosotros. Es por el Uruguay.