Contenido creado por Brian Majlin
Ana Jerozolimski

Escribe Ana Jerozolimski

Opinión | Una simbología que debería preocupar a las madres palestinas más que a Israel

La solución de dos Estados es la vía de la paz, pero las autoridades palestinas alientan el martirologio y la violencia.

25.10.2022 10:32

Lectura: 8'

2022-10-25T10:32:00-03:00
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No he hecho un estudio profesional de opinión pública que me permita determinar cuántos palestinos apoyan el terrorismo y cuántos sueñan con la paz. Conozco personalmente a gente que vive en Gaza y a palestinos de  Cisjordania, que no tengo dudas quieren para sus hijos lo mismo que yo para los míos: que crezcan con salud, que vivan en paz, trabajen bien, se enamoren y críen a sus propios hijos con felicidad. Pero hace ya mucho que lamentablemente tampoco tengo dudas de otra cosa: que los moderados, llamémosle gente normal, no es al parecer la que da el tono. No es esa la voz que se impone.

Y lo planteamos no solamente por el recrudecimiento de la violencia y el terrorismo en los últimos tiempos, sino por los distintos fenómenos que lo acompañan, que transmiten mensajes muy negativos.

Ante todo, la recurrencia de diferentes tipos de ataques es notoria. Según los servicios de seguridad, en los últimos meses fueron frustrados más de 340 atentados de envergadura. Es mediante las incursiones nocturnas a los campamentos de refugiados en Jenin y Nablus principalmente, aunque no sólo allí, que eso se logra. Incursiones antipáticas sin duda, desagradables para quienes no están involucrados, y ni que hablar cuando en los tiroteos es alcanzado en el fuego cruzado un civil. Para Israel son operativos ineludibles para salvar vidas, dado que  se detiene o elimina a terroristas que están planeando grandes ataques.

El último ejemplo fue en la noche entre lunes y martes. El ejército israelí entró a la así llamada Kasba de Nablus, previa información precisa de Inteligencia sobre la ubicación del laboratorio central de explosivos del grupo “Arín al-Usúd”, responsable de varios de los últimos atentados. Fue uno de sus hombres el que hace pocas semanas fue detenido a tiempo por un policía alerta cuando se hallaba en Tel Aviv buscando el punto más concurrido para cometer un atentado. En la incursión militar israelí fueron muertos cinco palestinos armados que participaron en los tiroteos, entre ellos un miembro de un servicio de seguridad de la Autoridad Palestina. Israel logró destruir el laboratorio de explosivos y luego las tropas salieron del lugar.

Las incursiones son casi diarias, siempre que hay información de Inteligencia sobre atentados que están siendo planeados contra blancos israelies.

El más reciente —al menos hasta el momento de escribir estas líneas— fue el apuñalamiento el sábado al mediodía de un joven judío que caminaba por la calle en Jerusalem. Un palestino se abalanzó sobre él, le clavó un cuchillo en la espalda y lo hirió de gravedad. El terrorista huyó y trató de mezclarse entre niños (al parecer árabes) que jugaban al fútbol en una cancha en Shej Jarrah.  Todo quedó registrado en la cámara de video que llevaba el policía en su uniforme, como determina el reglamento. Se ve claramente cómo salta una cerca, cómo le grita (en árabe) que se detenga, que se tire al piso, pero el individuo no le hace caso y sigue allí entre los niños. Finalmente, el policía le dispara y lo neutraliza, cuando trata de acercársele.

Cabe señalar que a juzgar por el acento del policía, cuya voz se oye en la filmación también cuando reporta a sus superiores lo que está ocurriendo, debe ser árabe o druso. No es por cierto el único en la Policía israelí. Un árabe quiso asesinar, otro salvó vidas.

El terrorista tenía sólo 16 años. Era de la aldea Anata aledaña a Jerusalem. Y tenía evidentemente plena libertad de movimiento.

Lamentablemente, extremistas que se consideran con libertad para arruinar la vida de la gente, se encargaron de radicalizarlo, de difundir por las redes mensajes de odio y demonización de Israel. Hasta que él salió de su casa con un cuchillo, quizás de la cocina de su madre, decidido a matar. Qué vida desperdiciada tan prematuramente…

El problema al que nos referíamos al comienzo de esta nota es que las autoridades palestinas abrazan a los terroristas. No los condenan ni tratan de detenerlos. Los presentan como héroes cuya acción debe ser emulada.

En realidad, el fenómeno no es nuevo. Desde hace años, aunque parezca mentira, la Autoridad Palestina, que tanto se queja de su presupuesto insuficiente y su falta de fondos, destina sumas millonarias al pago tanto a familias de terroristas que murieron perpetrando atentados —a los que llaman mártires— como a las de terroristas presos en Israel. Cuanto más letal haya sido el resultado del atentado, más dinero reciben. Increíble, pero cierto.

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, dijo en más de una ocasión que aunque no tenga un céntimo, no renunciará nunca al pago a sus “héroes”.

Eso es un mensaje que, si yo fuera una madre palestina, no quisiera que mis hijos oigan: que se llame héroe a quien murió asesinando .

Pero a ello, que no es nuevo, se agregan los mensajes explícitos de figuras públicas palestinas en favor de los responsables de atentados. De las propias autoridades de la AP, de miembros claves de Al Fatah, el grupo central de la OLP, encabezado por el propio Abbas. Y también ha aumentado la cantidad de miembros de los servicios de seguridad de la Autoridad Palestina que participan en atentados o que van oficialmente, uniformados, a presentar condolencias a las familias de palestinos muertos en choques con Israel mientras trataban de detenerlos por atentados ya cometidos u otros en camino.

Especialmente notoria fue la visita días atrás del primer ministro palestino, Dr. Muhammad Shtayyeh, a Fathi Hazem, oficial de alto rango en el servicio de Inteligencia militar de la AP, dos de cuyos hijos cometieron atentados terroristas . Desde entonces, especialmente al morir el primero en un choque con la policía tras haber matado a tres civiles que estaban cenando en un café en Tel Aviv, el padre se convirtió en un símbolo al que todos abrazan.

Y yo me pregunto, ¿nadie se pregunta si eso es normal? ¿Si ser padre de un asesino es un orgullo? Claro está que él alimenta su condición de símbolo, llamando a la continuación de atentados.

Hace algo más de dos semanas, un palestino del campamento de refugiados Shoefat al noreste de Jerusalem se bajó de un coche en un puesto de control carretero, disparó a distancia cero hacia un grupo de efectivos uniformados, mató a la joven soldado de la unidad de los pasajes Noa Lazar, hirió a otras dos personas y logró huir. Se convirtió en un héroe en la sociedad palestina, lo cual se intensificó por el hecho de que durante 12 días Israel no logró ubicarlo. Y finalmente, cuando llegó el último sábado a la entrada de la ciudad de Maalé Adumím  y disparó a los guardias, fue baleado mortalmente por uno de ellos. Si no lo hubieran detenido, cabe suponer que habría podido cometer una matanza de civiles. Además de su arma de fuego, llevaba un cuchillo y una carga explosiva.

Centenares de hombres armados salieron a las calles en diferentes ciudades de Cisjordania, enmascarados, al frente de miles que gritaban el nombre del terrorista, Udai Tamimi, prometiendo “redimir su alma”. También marcharon en su honor numerosos palestinos de Shoefat, que tienen la misma libertad de movimiento que yo en Jerusalem, que pueden ir al mismo centro comercial que cualquiera y trabajar en cualquier parte de la ciudad. 

No olvidamos ni por un momento que cuando se libra una lucha contra el terrorismo, a veces pagan justos por pecadores. Cuando se cancela permisos de trabajo en Israel a familiares de terroristas que cometieron atentados, no tanto como medida punitiva sino como intento de disuasión, claro que entre los perjudicados puede haber gente que realmente se opone a la violencia. ¿Pero acaso hay una forma absolutamente clara para combatir el terrorismo sin este tipo de problemas? 

Los atentados palestinos no son una lucha de liberación. El terrorismo árabe contra Israel, que en las últimas décadas es principalmente palestino, comenzó antes siquiera de la fundación del Estado de Israel, cuando no había “territorios ocupados” ni asentamientos. Todas las propuestas de fórmulas de paz presentadas por Israel, que incluyeron amplísimas retiradas y hasta la entrega de parte de Jerusalem, aunque la ciudad nunca fue capital de nadie más que del pueblo judío, absolutamente todas fueron rechazadas por el liderazgo palestino. El terrorismo es el arma del “todo o nada”, la actitud que lamentable y trágicamente siempre adoptaron los palestinos.

Seguimos contándonos entre aquellos que consideran que la mejor fórmula sería dos Estados para dos pueblos, o sea un Estado palestino junto a Israel. Pero debe ser en paz y sin nuevas constantes exigencias, algo que el liderazgo palestino jamás aceptó.

Envenenando la mente de sus hijos con discursos de odio y mensajes en favor de la “shaháda”, el martirologio —presentado inclusive en programas de televisión como una meta a cumplir—, todos aquellos que se presentan como defensores del pueblo palestino lo sumen en una continua tragedia.