Contenido creado por Lorena Zeballos
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Escribe Mariano Vila

Opinión | Una nueva oportunidad para Argentina

El empresario y director general de Llorente & Cuenca Argentina habla sobre las elecciones en el país vecino este domingo.

22.10.2019 14:58

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2019-10-22T14:58:00-03:00
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Latinoamérica está viviendo días, y horas, de máxima tensión. Perú, Ecuador, Chile, Bolivia, México están inmersos en crisis políticas con una fuerte presión social en las calles. En medio de estos acontecimientos, Uruguay y Argentina deben elegir Presidente de la Nación el próximo domingo.

En el caso puntual de Argentina, el proceso electoral se da bajo un contexto de fuerte contracción económica, con una inflación interanual mayor a 50%, un índice de pobreza que supera los 35 puntos y un presidente, Mauricio Macri, que busca su reelección tras haber sufrido una derrota dura en las internas primarias - PASO - ante un peronismo encabezado hoy por Alberto Fernández, un ex jefe de gabinete k, que dejó el gobierno en 2007 y fue muy crítico de Cristina Fernández, quien hoy es su compañera de fórmula. Paradojas del peronismo.

El pasado domingo, en lo que fue el segundo debate presidencial de la campaña, tanto Macri como Fernández dejaron bien claro que la denominada grieta existe y seguirá existiendo un buen rato, independientemente de que ambos hablen, en modo campaña, que hay que terminar con ella y unir a los argentinos.

"No somos lo mismo", dijo el candidato por el oficialismo en un pasaje de su intervención; "Definitivamente no nos parecemos en nada, Sr. Presidente, gracias a Dios", fueron las palabras del líder opositor. Mientras tanto, los otros cuatro competidores eran testigos de una discusión donde se repetía el "ELLOS y NOSOTROS", algo que lamentablemente los argentinos nos acostumbramos a escuchar.

Argentina no es la excepción a la regla. El mundo de hoy se rige por divisiones antagónicas, aunque aquí nos cuesta sostener la idea que el diálogo debe primar para poder tener, o al menos pensar, un país de mediano y largo plazo, en lugar de vivir en un cortoplacismo constante. Esta es una de las razones principales en la cual se ve con claridad el dramatismo absurdo que reina esta elección, cuando debería ser una buena excusa de celebración. La democracia que recuperamos hace poco más de 30 años, todavía tiene mucho por consolidar.

El contexto local y el regional sin duda no es el mismo que hace cuatro años y pensar un eventual gobierno de Alberto Fernández (quien obtuvo aproximadamente 15 puntos de diferencia en agosto, por encima de Macri) similar al modelo kirchnerista de Cristina Fernández es, por lo menos, anticiparse a los hechos. El propio Macri, en caso de que logre forzar a un ballotage y ganar la elección, debería cambiar significativamente su forma de hacer política. Quedó demostrado que con su sola presencia, no alcanzó. En general los índices de su gestión, fueron de mal en peor.

La región no cuenta con los mismos "socios" que en 2015 y por estas horas está en tela de juicio qué pasará con muchos de los liderazgos. Es cierto que Macri ejerció una diplomacia presidencial como muy pocos lo han hecho; de alguna manera, Argentina se reinsertó en el mundo. También es verdad que Fernández ya marcó sus pautas respecto a lo que piensa del Grupo de Lima y a la resolución del tema Venezuela, en caso de que asuma la Presidencia. No obstante, gane quien gane, la relación con el FMI (encubiertamente con Estados Unidos) será determinante para saber qué tipo de apoyo tendrá la Argentina en materia financiera, elemento vital para poder pensar un nuevo país, que como ya es costumbre, cada 4 años se vuelve a replantear su dirección.

La relación con Uruguay

Este año, Argentina y Uruguay celebran el 27 de octubre sus elecciones presidenciales y el futuro de la relación bilateral, entre ambos países, dependerá del resultado de sus respectivos comicios. Si el Frente Amplio uruguayo logra un triunfo de la mano de Daniel Martínez, el candidato argentino Alberto Fernández podría encontrar en él un socio estratégico para abordar la cuestión venezolana. Esto se debe a que Fernández ya manifestó que, de ser electo, abandonará el Grupo de Lima y adoptará una posición intermedia ante el conflicto entre Maduro y Guaidó, semejante a la del México de López Obrador y el Uruguay de Tabaré Vázquez.

Por otro lado, el futuro del Acuerdo Estratégico del Mercosur con la Unión Europea, podría ser una fuente de fricción entre los países vecinos del Río de la Plata; independientemente de que sea Luis Lacalle Pou o Martínez quienes obtengan la victoria, Alberto Fernández ya puso en duda la voluntad de su eventual gobierno de seguir adelante con el acuerdo. Todavía no sabemos si esto fue más una promesa de campaña, que un deseo real.

En ambos casos, y si gana Mauricio Macri en Argentina, la relación también cambiará por el simple hecho que Uruguay sí tendrá un nuevo Presidente. Claramente aquella relación será más llevadera si se impone el Partido Nacional, quien además encabezaría el inicio de una transición generacional importante en la región, un aspecto clave para los próximos años de América Latina que de alguno modo Macri intentó hacer.