Contenido creado por Manuel Serra
Sebastián Da Silva

Escribe Sebastián Da Silva

Opinión | Si las personas no cambian, ¿qué podemos esperar de Carolina Cosse?

El paroxismo de hacer campaña con dineros públicos llegó con este afán de repartir “solidaridad frenteamplista” a manos de la intendencia.

12.02.2021 14:37

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2021-02-12T14:37:00-03:00
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Mi abuela Celsa, mi adorada Ata, me dejó, entre muchas enseñanzas, una que decía: "Mijo, mire que la gente a determinada edad no cambia".

Una lección que, a medida que uno iba creciendo, la podía comprobar. El tropezar dos veces con la misma piedra puede ser un buen sinónimo de esta especie de predicción perfecta de comportamiento humano. Veamos cuántas decepciones hemos tenido, cuántas veces se puede predecir una acción de antemano y cuántas esperanzas han sido destruidas a la espera de que se cambie un comportamiento.

En la actividad política, esta máxima de aquella paisana de la Unión de Vecinos del Cerrezuelo en Durazno nos permite anticipar conductas de quienes están en lugares de poder.

El festejo por el cincuentenario de la fundación del Frente Amplio es un claro ejemplo de lo que me decía mi abuela. Un llamado solidario a colaborar con los lugares donde se ayuda a paliar la compleja situación derivada de la pandemia se transformó en una patética discusión política por pretender usar el Estado a favor de una causa partidaria.

La Ing. Carolina Cosse ha tenido una meteórica carrera política. Su profesión y sus conocimientos la posicionaron en el Movimiento de Participación Popular como una de sus máximas dirigentes con capacidad de gestión. Fue así que casi en forma desapercibida paso de tener una oficina municipal a su cargo a ser una de las figuras más visibles de la Administración Mujica cuando la nombro al frente de Antel.

Ya en la Torre de Cristal construida bajo la Presidencia del Contador Licandro demostró dirigir los logros de su gestión al beneficio personal o partidario. Muchas de sus acciones o logros se enmarcaron en la creencia de que los fondos administrados eran casi que de su propiedad. Esta discrecionalidad casi infinita se comprueba en el poco pudor en justificar los gastos en publicad del ente, la infantil justificación al explicar los motivos surreales por los cuales estos gastos aumentaban en la campaña electoral hasta violar flagrantemente la Constitución al disponer de millones de dólares para construir un gimnasio de basquetbol. Este proceder deliberado y siempre amparado en decisiones confidenciales llevó a que artistas uruguayos fueran subvencionados por la empresa telefónica y otros absolutamente ignorados. Esta voluntad determinó que el Carnaval fuera la única expresión cultural a la que se apoyaría en forma millonaria, ignorando la existencia de cientos de expresiones en el interior profundo que podría cambiarle la vida la sola colaboración con unos pocos miles de pesos.

Administró para sus amigos, y sus amigos la rodearon y administraron para ella hasta el paroxismo de justificar canchas de baby futbol en el Antel Arena que costaron más que una de las mismas características en Qatar o Dubai o lo que es peor pagando notas en medios internacionales para promover una empresa monopólica en Uruguay o incursionar en la carrera espacial lanzando un satélite al espacio en un país donde miles de personas tienen que subir un cerro para tener señal en su celular.

Cuando fue ministra continuó gastando como si fuera plata propia, se alquiló oficinas de lujo, continuó con un séquito de asesores, algunos de ellos que se pavonean en autos de alta gama por las playas esteñas al punto de tener una denuncia del gremio del MIEM por acomodos arbitrarios al dejar esta cartera de estado.

Esta manera de cumplir sus caprichos con dineros públicos no fue obstáculo para que su perseverancia la colocara en el segundo cargo más importante que el pueblo uruguayo puede elegir.

Conocidos son los contratos realizados inmediatamente, las apariciones no espontaneas rodeadas de cámaras pagas por el contribuyente incluso burlándose del Digesto Municipal. Lo que demostró que no pretende cambiar su forma de actuar en el ámbito público fue en este intento que funcionarios y empleados pagos por patentes de rodados, contribuciones inmobiliarias, multas e impuestos de puerta lleven mensajes de solidaridad frenteamplista a las esquinas donde la gente espera un plato de comida para poder llevar una situación difícil. Elija Ud. una localidad del conurbano bonaerense, elija Ud. al más peronista de sus Intendentes y no encontrara jamás semejante osadía. Elija Ud. la iglesia de la religión que quiera para comprobar si se cambia un plato de comida por una ostia o una alabanza.

El espíritu de izquierda que llevó hace 50 años a Seregni, Juan Pablo Terra, Crotogginni, Alba Roballo, Erro o Zelmar Michelini a fundar un frente potente en lo ético para ser potente en lo político es inversamente proporcional a esta actualidad.

Depender del Estado para vivir, hacer lo imposible para mantenerse dentro de esta dependencia de vida, no imaginar una existencia sin el amparo del contrato de turno y amontonar personal de confianza política para sostener una ambición presidencial es parte de este 2021 donde como siempre nos encontrará en la vereda de enfrente.

El sacramento saravista de "Dignidad Arriba y regocijo abajo" no vendría nada mal en este perfumado Palacio de Mármol.