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Escribe Bernardo Borkenztain

Opinión | Por qué no vale la pena discutir en internet

Un saludable escepticismo y crítica es necesario y bueno, pero esta gente está lejos de eso. Por Bernardo Borkenztain.

04.02.2021 10:40

Lectura: 5'

2021-02-04T10:40:00-03:00
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Por Q.F. Bernardo Borkenztain

borky@montevideo.com.uy

Le hemos dedicado una serie de notas al efecto Dunning-Kruger, que afecta a las personas como un sesgo cognitivo que hace que los incompetentes sobrevaloren su conocimiento y los más competentes lo infravaloren.

Es particularmente útil, porque permite un enfoque analítico sobre el fenómeno que ha explotado en las redes sociales de gente que opina de cosas que no entiende con la seguridad y autoridad de un pastor neoevangélico reclamando el diezmo.

Varias notas hechas sobre temas como el negacionismo de la pandemia o la mafia infame del dióxido de cloro lo prueban: el tono elegido no es el de debatir (no se puede debatir hechos científicos contra opiniones) sino más bien refutar las mentiras, pero como la tendencia de una persona bajo disonancia cognitiva no es abrir la mente sino aferrarse como una garrapata a su paradigma en discusión, ocurre una escalada de intensidad (o violencia) en la discusión en la que el que opina se enoja de que su incomunicable convicción de competencia (que no tiene pero percibe por el efecto DK).

Lo que trae a la memoria un aforismo (no es una ley ni mucho menos) de Intenet, el aserto de Benford:
"La pasión asociada a una discusión es inversamente proporcional a la cantidad de información real disponible".

Basta repasar las apariciones antivacuna del diputado César Vega para darse cuenta de por qué. Promete información que nunca aporta, pero prolifera en opiniones y agresiones a los periodistas.

Es importante entender que se habla de "información real disponible", o sea, no opiniones ni supuestos artículos de ciencia que no prueban nada porque, o son descontextualizados o simplemente no tienen validación por pares o son publicados en medios no reconocidos (como un blog).

Como decía Galeano, "atrás de la aparente estupidez había verdadera estupidez"; en este caso por detrás de la aparente falta de argumentos hay una verdadera ausencia de los mismos, pero mucha pasión e indignación... y soberbia.

Permitiéndonos una digresión necesaria, y ya que a falta de argumentos esta gente es afecta a convertir un asunto de hechos (o sea datos científicos comprobables) en uno de palabras ( o sea pareceres y pseudodefiniciones) y son susceptibles a términos como "negacionistas" del que reniegan por estar asociado a los miserables que niegan la ocurrencia del holocausto (aunque se junten con alguno que lo hace, porque Dios los cría y ellos se juntan, sí señor) es menester aclarar una cosa: un saludable escepticismo y crítica es necesario y bueno, pero esta gente está lejos de eso.

En efecto, un crítico racional en primera medida no se autodefine como "minoría pensante" o "despierto" (por oposición a los "zombies" que siguen al Premier Malvado que nos rige) y se vanaglorian de ser esos mesías del pensamiento lúcido y revelado del que son los únicos detentadores.

Volviendo al hilo de la nota, el efecto DK provee a los negacionistas de características propias (soberbia, sobrevaloración de su conocimiento tal como es autopercibido, negación de un discurso que lo refute sea cual sea) y de una actitud paranoica (o casi) que lo lleva a declarar que es silenciado o cancelado por su valentía heroica y no considerar que - a lo mejor - lo que dice no tiene interés o despierta respeto.

Es conocido el caso de un médico que pretendió "debatir con todo el GACH" y no pudo resistir ni siquiera al panel de Esta Boca es Mía (con todo respeto al mismo, es claro que no son el GACH en este tema). La soberbia y la grandilocuencia, insistimos, son signos de aviso: no vale la pena discutir. Como dijera un muerto célebre "guarda e pasa".

Una consecuencia de lo anterior es la que causa la tozudez de los jihadistas del despertar (sabido es que un terco es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema) es lo que se ha llamado en internet la ley (no lo es) de Wilcox - McCandlish:

"La probabilidad del éxito de cualquier intento de cambiar el asunto o la dirección de una discusión en un foro en línea es directamente proporcional a la calidad del contenido actual."

Volvemos al problema de la calidad de la información y argumentos que manejan que los alejan de su autopercepción de escépticos racionales y los acerca a la alteropercepción que logran: fanáticos que creen ser lo ÚNICOS racionales mientras acusan a los demás de ser lo mismo.

Hace relativamente poco aprendí que a la persona que es "sensata, prudente, razonable, cuerda, juiciosa, consciente" se la llama "phrónimos" en filosofía por detentar la "phrónesis" o cualidad de la moderación, suprema virtud para los filósofos griegos.

Es claro que para ser hay que parecer también, y a los gritos y llantos, lo que abunda es lo opuesto, la "hybris" o pecado de desmesura. Y con eso no hay debate posible...

Posar de phrónimos mientras caen en hybris es la marca en la frente de estos Caínes ad hoc.

Por lo anterior, lo mejor es no discutir, porque como me dijo alguien, entrar en estos intercambios es como participar en una pelea entre dos gorilas: aunque ganes, sos un animal irracional.

Y mejor abstenerse y dedicarse a otra cosa...

Q.F. Bernardo Borkenztain

Por Q.F. Bernardo Borkenztain

borky@montevideo.com.uy