Contenido creado por Gerardo Carrasco
Cybertario

Escribe Gerardo Sotelo

Opinión | Más luz

El país enfrenta un escenario crítico, de origen externo, alcance global y consecuencias locales impredecibles.

27.03.2020 09:37

Lectura: 3'

2020-03-27T09:37:00-03:00
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"Luz, más luz". Cuenta la leyenda que estas fueron las últimas palabras de Johann Wolfgang von Goethe, fallecido en Weimar un 22 de marzo de 1832.

En rigor, fue su médico, Carl Vogel, quien inmortalizó el mensaje postrero del poeta alemán, a pesar de no haber sido testigo. Tanto da. La anécdota viene a cuento de los desvelos a los que puede exponernos la vida, según sea nuestra altura espiritual. Por lo visto, la de Goethe, lo llevó a pedir la luz del discernimiento, si se me permite la metáfora, aún en los umbrales de la muerte, como si su enorme recorrido vital no reflejara ya suficiente fulgor.

Los espíritus pedestres y mundanos reniegan de los símbolos como de las metáforas. Prefieren las fórmulas o los dogmas, valga la redundancia, porque les permiten utilizar a los incautos, y tender sobre ellos las penumbras de la ignorancia y la manipulación, especialmente en tiempos inciertos. Los símbolos, en cambio, son mucho más difíciles de controlar. Cada quien puede interpretarlos a su forma, y hacer, por ejemplo, de aquel trapo una bandera que represente a su patria, y de aquellos acordes y versos decimonónicos, un himno con el cual conmoverse llegada la ocasión.

Los dictadores y los totalitarios de las más diversas coartadas ideológicas, han intentado reducir los símbolos a imágenes estandarizadas hasta la náusea, fracasando siempre en el empeño, no sin antes sembrar de división, resentimiento, miseria y muerte, su infame derrotero.

El país enfrenta un escenario crítico, de origen externo, alcance global y consecuencias locales impredecibles. Una crisis es tal cuando la incertidumbre parece gobernarlo todo. La incertidumbre es la incapacidad de vislumbrar el futuro (tanto en sus plazos como en su aspecto), de determinar el valor de nuestros principales activos, ya sean materiales, inmateriales o espirituales.

Así como se esfuma la certeza sobre nuestro salario, trabajo y bienestar, todo lo que parecía sólido se vuelve materia volátil y delicada. Esto incluye la convivencia en paz, la estabilidad de las instituciones y las organizaciones, y el pedestal simbólico en el que se sustentan los liderazgos. Cuando todo esto pase, quedará la memoria de las personas que actuaron con responsabilidad, coraje, sensibilidad y sentido del bien común.

¿Y tú qué hiciste? ¿Cuántas veces encendiste la luz de la unión de quienes, pensando distinto, compartimos la misma patria? ¿Cuántas veces depusiste tu interés y cuántas utilizaste la desdicha colectiva para cultivar el perfilismo y el ventajeo? ¿Cuántas veces callaste por temor a la manada?

Las respuestas (como sabemos los que llevamos varias crisis en el lomo), van a ser la clave con la que se identificarán los sobrevivientes y los triunfadores, si no se trata de lo mismo, habida cuenta de la situación. Aquellas personas que, como Goethe, piden la luz del discernimiento, por compromiso y aún con la guadaña al cuello, cualquiera sea el lugar desde el cual les tocó dar su respuesta.

Cuando volvamos a sentir el suave resplandor de la esperanza, no solo habrá que rescatar a los más débiles. Seguramente haya que tender la mano también a los ventajeros y los pusilánimes; gente que, por acción u omisión, no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. La Historia y la memoria, en cambio, serán implacables.