El problema con el evento llevado a cabo el viernes último en el edificio anexo del Palacio Legislativo por el día de “Solidaridad con el Pueblo Palestino”, con participación de legisladores del Frente Amplio, comienza con la fecha misma de la conmemoración. Aunque en Montevideo se adelantó para que no caiga en fin de semana, ese día determinado años atrás por las Naciones Unidas es el 29 de noviembre, en recuerdo de lo ocurrido en la fecha en 1947 cuando la Asamblea General de la ONU aprobó la Partición de Palestina en un Estado judío y otro árabe. Ya allí está la base del problema, ya que lo que callan quienes señalan cada año el aniversario es que esa resolución fue aceptada por el liderazgo judío sionista mientras que fue rechazada por el mundo árabe todo. También por los líderes de los árabes de la tierra de Israel, de la Palestina del Mandato Británico, antes llamada Judea, que hoy se harían llamar palestinos.
El lado árabe quería todo o nada. No aceptaba que se funde un Estado judío en parte de la tierra del Mandato, no porque le robaban un Estado propio —que nunca jamás existió— sino porque no reconocía el derecho del pueblo judío a su propio hogar nacional en su tierra ancestral.
Y lo peor es que los árabes no sólo rechazaron la resolución de la ONU sino que se lanzaron a la guerra para impedir su concreción y frustrar la fundación del Estado de Israel, en lo cual afortunadamente fallaron. Prometieron una guerra de exterminio.
Imaginamos que los diputados frenteamplistas Víctor Aldaya y Tatiana Antúnez, que participaron en el evento, nunca oyeron hablar del Mufti Hajj Amin el-Husseini, el gran antisemita admirador de los nazis que incitó a múltiples disturbios asesinos contra la población judía local, en su calidad de líder religioso y de hecho también político de los árabes que vivían en la tierra en disputa. Tampoco de Fawzi el-Kaukji, el jefe de las camarillas violentas de los árabes locales, que apenas fue aprobada la mencionada resolución de la ONU encabezó los ataques a los judíos en el norte de la Palestina del Mandato Británico. Ese fue el prólogo de lo que ocurrió el 15 de mayo de 1948, cuando apenas se fue el último soldado británico, cinco ejércitos árabes invadieron el entonces naciente Estado de Israel.
Afortunadamente, todos ellos fracasaron.
En lo que no fracasaron fue en arruinar la vida de muchos árabes que residían en la tierra en cuestión, que no participaron en los ataques sino que eran habitantes comunes y corrientes, que podrían haberse convertido en ciudadanos del Estado árabe que la ONU había recomendado crear junto al Estado judío, pero que en lugar de eso se convirtieron en refugiados.
Los que vivieron otro destino fueron los árabes que vivían en la parte del Mandato Británico que se convirtió en el Estado de Israel. Todos aquellos que optaron por quedarse a pesar del miedo a la guerra, a pesar del llamados de sus líderes a irse para volver luego victoriosos cuando los judíos hayan sido eliminados, son la base de la minoría árabe del Estado de Israel, aproximadamente el 21% de la población del país, o sea más de dos millones de ciudadanos árabes. Ciudadanos que pueden vivir con normalidad, convertirse en diputados, médicos, profesores, jueces, futbolistas, según lo que amen y aquello para lo que tengan talento.
Esa realidad, que la vemos día a día, es la que volvimos a constatar recientemente al tener que pasar varios días en el hospital Hadassah de Jerusalem acompañando a una persona internada. Vimos a los médicos y enfermeros árabes y judíos trabajando juntos, atendiendo por igual a enfermos de distintos credos. Tendría para publicar un álbum entero de impactantes fotografías de convivencia, si no fuera porque hay situaciones en las que no corresponde tomarlas.
Pues el trabajo conjunto de Rami y Natalia, de aquel enfermero siempre sonriente, árabe, al que no alcancé a preguntar su nombre, y de Rita, enfermera jefe de la sección, entre tantos otros, es un mensaje mucho más fuerte que las distorsiones en el evento en el anexo de la encargada de negocios de la embajada palestina en Uruguay Nadia Qaraqra. De su romántico anuncio que el Estado de Palestina “será libre, independiente y plenamente soberano en nuestro territorio sin importar el tiempo que lleve, sin importar la magnitud e inmensidad de los desafíos”, aunque no trató siquiera de explicar por qué todas las propuestas que hubo sobre la mesa de negociaciones a lo largo de los años, fueron rechazadas por el liderazgo palestino.
Como era de esperar, la diplomática palestina usó varias veces el término “casi 80 años”, en evidente referencia a los casi 78 años desde la fundación de Israel, atribuyendo al Estado judío un sinfín de crímenes contra los palestinos. Todo, para quitar legitimidad a la existencia misma de Israel. Qaraqra no iba a ser menos que otros demonizadores de Israel, por lo cual también ella le acusó de genocidio y de intento constante de destrucción y exterminio “desde el amanecer hasta el anochecer”, alegando que Israel “no ha escatimado medios” para destruir a la población gazatí. Pero entonces…¿qué pasó? ¿Cómo puede ser entonces que Gaza siga tan super poblada? ¿Tanta efectividad han perdido las armas israelíes?
Pero su más pecaminosa mentira, es lo que simplemente omite mencionar: que nada del sufrimiento palestino habría ocurrido de no ser por los crímenes de los terroristas de Hamás que gobiernan Gaza, cuyo asalto el 7 de octubre fue elogiado por no pocos en la Autoridad Palestina a la que ella representa.
“El futuro de Gaza lo tienen que poder determinar los propios palestinos”, dijo la representante palestina, quizás inspirada en el espíritu “democrático” que emana de Ramallah, sede de la AP, que desde que Mahmud Abbas fue electo Presidente en el 2005 no volvió a las urnas. El pequeño problema, evidentemente, es que Hamás no renuncia a las armas ni al poder.
Como era de esperar, Qaraqra habla de la nueva “Nakba”, o sea catástrofe, el mismo término con el que llaman a la fundación de Israel, ocultando que, si hubieran aceptado la resolución de la ONU y la convivencia junto a un Estado judío, todos estarían celebrando la independencia el próximo 14 de mayo.
A la diputada que habló y se mostró muy preocupada, mejor ni la cito. Es que sus palabras pueden ser solamente producto de una profunda ignorancia o de una mal intencionada distorsión de la realidad. No porque no haya sufrimiento palestino, claro que lo hay. Pero ni mencionar a los terroristas, no exigir que depongan las armas para dar chance a la paz, no es aportar nada a los palestinos. Al menos en el “Día de Solidaridad con el Pueblo Palestino” podría haber hecho un esfuerzo para dar un mensaje de esperanza a la población civil gazatí, que necesita vivir sin Hamás.

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