Contenido creado por Gonzalo Charquero
Nino Medina

Escribe Nino Medina

Opinión | La ciencia y la tecnología uruguaya pusieron en jaque a la garrapata

Eso cambia mucho más que la vida del ganado.

28.11.2025 14:42

Lectura: 4'

2025-11-28T14:42:00-03:00
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Esta semana en Treinta y Tres, vivimos una de esas jornadas que sirven para tomar aire y decir: este país todavía puede sorprendernos. En el marco del Plan Nacional de Lucha contra la Garrapata, se realizó la aplicación de la vacuna experimental desarrollada por el Institut Pasteur de Montevideo, dentro de una prueba a campo en distintas zonas del país. Es un hito que llega después de años de investigación y que recién ahora entra en contacto con la tierra, los corrales y la realidad de los productores.

La vacuna había sido presentada en mayo, despertando expectativas en todo el sector. Pero fue en noviembre, con su aplicación real en predios productivos, que el país vio nacer una herramienta que puede cambiar la historia sanitaria del rodeo. Su ensayo abarca más de 4.000 animales distribuidos en siete establecimientos ganaderos ubicados en Artigas, Salto, Rivera, Tacuarembó, Cerro Largo, Treinta y Tres y Lavalleja. No se eligieron al azar: algunos tienen cargas parasitarias elevadas, otros moderadas, y varios cuentan con antecedentes de resistencia a productos químicos. Es decir, se la está probando en el Uruguay real luego de su paso por el laboratorio.

La aplicación será intramuscular, en tres dosis (la primera ya colocada, y los refuerzos a los 21 y 42 días) y el seguimiento se extenderá hasta mayo. El ministro Alfredo Fratti acompañó estas jornadas en el norte y en el este, señalando la importancia de este paso para los productores y para la sanidad del país.

Para quienes vivimos en el interior, esto no es simplemente un avance técnico. La garrapata es un problema que desgasta: enferma, baja el engorde, enlentece la producción y genera pérdidas que superan los millones de dólares año tras año. Y como suele ocurrir, golpea más fuerte donde hay menos capacidad de absorber el costo: el productor familiar.

Por eso importa tanto que este proceso se desarrolle dentro de una estrategia nacional sólida. El plan tiene un objetivo claro: reducir al mínimo la presencia de la garrapata y mitigar sus consecuencias sanitarias, productivas y comerciales. No es solo combatir un parásito; es fortalecer un sistema productivo que es columna vertebral de nuestros departamentos. Entre sus líneas estratégicas están el diagnóstico permanente, el control en zonas endémicas, la actuación inmediata en zonas libres, la reducción de enfermedades asociadas y la vigilancia estricta para evitar residuos en carne y frenar la multirresistencia. Es una política seria, basada en evidencia y pensada a largo plazo.

En Treinta y Tres, este plan respira con más intensidad. Nuestra ganadería convive con una realidad geográfica fragmentada y una movilidad permanente del ganado entre suelos de basalto, areniscas y pasturas arrendadas. Esa circulación aumenta el riesgo de dispersión del parásito y exige una reacción temprana que muchas veces depende de los recursos disponibles. Cuando el control falla, el impacto es inmediato: liquidez comprometida, pérdidas en el engorde, menor capacidad de movimiento del stock. Lo que un predio grande amortigua, uno familiar lo siente como un golpe directo a su temporada.

A esto se suma la amenaza creciente de la multirresistencia que ya aparece en varios puntos de la región. Sin diagnósticos accesibles, capacitación técnica y rotación inteligente de productos, corremos el riesgo de perder eficacia en las herramientas tradicionales. Y no es menor el tema de los residuos garrapaticidas (que pueden comprometer la reputación exportadora del departamento y del país).

En este escenario, ver una vacuna uruguaya (con un 90 % de eficacia en etapas previas) entrar en fase de prueba a campo no es una anécdota: es un gesto de futuro. Menos químicos, más sanidad, más soberanía tecnológica y una apuesta por la ciencia nacional como motor de transformación.

Esta conjunción entre conocimiento, territorio y política pública es lo que permite que un país chico haga cosas grandes. Y cuando ese engranaje funciona, gana el productor, gana el campo y gana el Uruguay profundo. En Treinta y Tres se sintió así.