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Escribe Esteban Valenti

Opinión | Hoy la revolución es feminista

Toda la sociedad necesita de esta revolución, que es de origen feminista, pero que involucra el mayor cambio de época y de civilización que necesita el mundo actual y que nos mejorará la vida a todos.

10.03.2020 12:29

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2020-03-10T12:29:00-03:00
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Como otros 8 de marzo estuve en la marcha del Día Internacional de la Mujer. Había cientos de miles de personas, es la mayor manifestación popular que se registra actualmente en el Uruguay y el 99% de las participantes son mujeres, de todas las edades, opiniones políticas y condiciones. Lo principal no es la cantidad que es impresionante, estuvimos 1 hora y 40 minutos para recorrer 200 metros... Lo fundamental son tres elementos: la constancia creciente, cada año son más; la variedad de posiciones y opiniones y en tercer lugar la convicción, el clima humano y político de la marcha. No hay ninguna otra causa en el Uruguay y me atrevo a decir en el mundo que despierte una adhesión tan masiva y tan fervorosa y creciente en estos tiempos.

¿Es una moda? No, es un sentimiento cultural y político muy fuerte que se expresa en miles de pequeños carteles en pedazos de cartón que tienen las más diversas y creativas consignas, como un nuevo "68" pleno siglo XXI. La cantidad de mujeres jóvenes es impresionante en un país, donde la juventud lucha contra la demografía a brazo partido. Y van convencidas, firmes, dispuestas a gritar sus verdades y sus broncas. No hay revoluciones sin broncas.

Y la palabra revolución la elegí luego de pensarlo muy bien. Revolución quiere decir hacer girar algo, radicalmente, es decir desde la raíces. Y el feminismo, la lucha feminista tiene consignas concretas, algunas muy dolorosas, como una que decía "No estamos todas" y muchas otras variantes sobre las mujeres asesinadas por sus parejas, que son una de las peores lacras de esta y de otras sociedades. Son el peor resabio de un machismo atrasado, enfermo y repudiable.

Están naturalmente todas las consignas a favor de la igualdad de derechos, de los fondos para la última ley a favor de las mujeres, aprobada por todos, pero financiada por nadie y otras contra los patrones y los supuestos "dueños" familiares de las mujeres, contra la prostitución y la trata de personas, contra las persecuciones de las viejas y las nuevas brujas y de nuevo, contra todo tipo de violencia.

Pero la suma de todos los reclamos, de todas las posiciones, de todos los carteles y consignas gritadas a voz en cuello, de todos los adornos y del color violeta y negro que llevan en la marcha, transmite algo mucho más vasto, la necesidad, la obligación, sin distinción de clases, edades, razas, países y situaciones de igualdad absoluta de oportunidades, en el acceso al poder, político, empresarial, cultural, profesional y igualdad en el pago, a igual trabajo igual sueldo.

Y si miramos a nuestro país, donde la mayoría de las universitarias - y creciendo en porcentaje todos los años - son mujeres, donde se reúnen cientos de miles de mujeres y algunos hombres los 8 de marzo, en Montevideo y otros puntos del país, estamos todavía muy lejos, realmente más lejos todavía si lo analizamos culturalmente, es decir que toda la sociedad y sobre todo los hombres asumamos que TODA LA SOCIEDAD necesita de esta revolución, que es de origen feminista, pero que involucra el mayor cambio de época y de civilización que necesita el mundo actual y que nos mejorará la vida a todos.

Por algo las sociedades más atrasadas, hundidas totalmente en el medioevo o en sus proximidades, tienen a la mujer en condiciones de total discriminación. Ese es su sello de barbarie más notorio, no solo por la cantidad, sino porque del otro lado de la franja, del lado de los hombres hay barbarie, hay sentido de propiedad, hay resabios de esclavismo, hay una profunda incultura e injusticia.

Uruguay que fue el primero en permitir el divorcio por la sola voluntad de la mujer (gracias a José Batlle y Ordoñez y a su esposa Matilde Pacheco).

La despenalización del aborto tuvo un proceso realmente tortuoso, el código penal de 1898 lo penalizaba duramente, en 933 José Irureta Goyena impulsó una reforma del código penal que hizo posible que en hospitales públicos se practicara la interrupción del embarazo. Dicha reforma entró en vigencia en octubre de 1934. Esta legislación duró muy poco, ya que, por medio de un decreto, el dictador Gabriel Terra prohibió en 1935 la realización de abortos a las instituciones públicas. ¡Cuando no una dictadura! Y en 1936 se tipificó el aborto como delito por medio de la ley 9.763. Con el impulso dado por el Dr. Salvador García Pintos, el proyecto de ley fue escrito por los legisladores de la Unión Cívica Dardo Regules y José Trabal, y negociado con los partidos tradicionales. La ley fue aprobada el 28 de enero de 1938 con una votación fue de 25 legisladores en 35. En el año 2012 fue aprobada una ley que volvió a despenalizar el aborto dentro de las primeras 12 semanas de gestación. Antes en el 2008, luego de la aprobación parlamentaria de una ley en este sentido, fue vetada por el Presidente de la República, Tabaré Vázquez. Más tortuoso que este recorrido, difícil.

Importa tener siempre presente este tortuoso camino oriental.

Como importa recordar que Uruguay fue con su plebiscito en el poblado de Cerro Chato en julio de 1927, fue el primer país de Sudamérica donde las mujeres tuvieron derecho al voto.

Ahora, reptamos poco a poco, con pequeños y menudos avances que en algunas materias nos colocan al final de la tabla de América Latina y del mundo democrático en cuanto - por ejemplo - al porcentaje de legisladoras, de ministras, de altos cargos públicos y privados. Algo avanzamos, en el 2019 elegimos por primera vez en forma directa, es decir por el voto a una mujer como vicepresidente de la república.

En la marcha había dos carteles bien contundentes "No nos callamos más". Y de eso podemos estar seguros, mujeres y hombres y, el otro decía "somos más fuertes que un Nokia 1100" y viéndolas desfilar, creo que se quedaron cortas. No paran hasta revolucionar el mundo, de mujeres y hombres.

Y eso es soberbio, estupendo, nuevo y esperanzador. Y no tengan dudas que son más fuertes que cualquier celular, o que una piedra donde se hayan escrito antiguos jeroglíficos. Y es la única revolución en curso en la actualidad.