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Escribe Esteban Valenti

Opinión | El voto por descarte

Nunca voté por el mal menor, voté siempre, inclusive con críticas y discrepancias con una profunda convicción, y no voy a rebajarme a hacerlo ahora por descarte

02.10.2019 12:34

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2019-10-02T12:34:00-03:00
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Por Esteban Valenti | @ValentiEsteban

La política ocupa cada día un espacio más importante en nuestras vidas a través de todos los medios de comunicación, de la calle, de las redes, lo que no debería confundirse con el interés ciudadano. Eso sucede en todo el largo proceso electoral, pero no hay por cierto muchas novedades, la única notoria es la aparición de Cabildo Abierto y el fenómeno Guido Manini Ríos. Es el fenómeno emergente.

Lo que pretendíamos que fuera La Alternativa, es decir una tercera fuerza entre los dos partidos tradicionales y el Frente Amplio fracasamos gracias a la "generosidad" del PI y fue totalmente ocupada por derecha por Cabildo Abierto, con la ayuda invalorable del gobierno y de un fiscal, que cumplió el guión como si fueran movimientos de un ajedrez sincronizado, para el lanzamiento de la candidatura, en el momento justo, con una base social y programática definida y ahora Morosolli mediante, con la imagen de la persecución.

Cuando el ex comandante en jefe, que tiene todo el derecho a actuar en política, debería haber sido dado de baja y por lo tanto destituido de su alto cargo militar mucho antes, cuando con la total complicidad de las máximas autoridades del Ministerio de Defensa, Fernández Huidobro-Montiel, siguió haciendo declaraciones políticas, polemizando con autoridades de gobierno y manejando (supuestamente...) los Tribunales de Honor como si fuera de su propiedad.

Tengo mis muy serias dudas que el entonces ministro in pectore, el subsecretario Daniel Montiel no estuviera al tanto de lo que sucedía en los Tribunales Militares, de primera instancia y de apelaciones. Quedará para la peor historia de las relaciones entre el poder civil y los militares. Yo más que mis serias dudas, en realidad tengo mis certezas. Y no se si hay algún antecedente.

Lo cierto es que ni en los discursos, ni en la publicidad que se ha visto hasta ahora, ni en los debates que ya se han producido y en el que se realizará en forma directa hoy, 1 de octubre, entre Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou, ha surgido lo fundamental, ideas claras de cómo los uruguayos, rodeados de dos países en crisis política y económica como Brasil y Argentina, podemos construir una potente fuerza de acuerdo y de diversidad, pero que tenga claro un Proyecto Nacional básico, en lo inmediato y urgente, a medio plazo y mirando más lejos.

Se puede, ya lo hemos demostrado varias veces los uruguayos, que podemos aspirar a proponernos grandes objetivos, democráticos y con gran imaginación.

Por ello no acepto el voto por descarte, votar al mal menor, votar la continuidad porque el cambio es peligroso y hacerme cómplice y corresponsable de perseverar errores y horrores graves, que desdibujaron la esencia misma de la izquierda y sus valores básicos, en el combate contra los vicios de los gobiernos tradicionales, incluyendo la deshonestidad, el clientelismo, la parcelación feroz del poder, y la falta absoluta de capacidad autocrítica y por último la burocratización nada menos que del tema de la verdad y la justicia en dictadura. Es más, inclusive la construcción de relatos totalmente falsos, que hasta ahora solo tenían un valor cultural deformante de la percepción de la lucha contra la dictadura, pero que cambiaron de gravedad y de contenido.

Esos relatos falsos son ahora la base ideológica, política y cultural, sobre la que se construyó por parte de los dos últimos gobiernos del FA una política militar totalmente fracasada, que en lugar de fortalecer los factores democráticos en las Fuerzas Armadas, las deformó y ayudó a fortalecer la corporación militar, con la preminencia de uno de los sectores, el mayor responsable del golpe de estado, los Tenientes de Artigas.

¿Ustedes en todo este proceso electoral escucharon, leyeron análisis críticos serios y profundos sobre los motivos de la crisis del 2002, sobre la decadencia que siguió su rumbo a partir de 1985, de cómo salimos de la crisis y por primera vez en muchas décadas no solo crecimos en el PBI y en la distribución de la riqueza, sino que iniciamos un verdadero proceso de reformas estructurales progresistas en el primer gobierno del FA y luego en los dos posteriores, los aplastamos debajo del desorden, del despilfarro, de las luchas internas y luego de la soberbia del poder y la paralización?

Sin esos análisis de cara a la ciudadanía, nadie garantiza los cambios necesarios, en un país donde nadie tendrá mayorías parlamentarias automáticas y donde afrontamos situaciones regionales y nacionales complejas desde el punto de vista económico y político y donde en algunos frentes, como la inseguridad y la educación necesitamos reformas profundas y muy bien fundadas y en el Estado tenemos que dejarnos de enviciarlo y necesitamos cambios muy serios, para cambiar el país y su economía y su mentalidad.

Por ello, hay algunas definiciones que quiero reafirmar, porque en las redes, a veces con cierta desesperación, aparecen las justificaciones a votar la continuidad, a pesar de todas las discrepancias, las metidas de pata y de mano, simplemente por descarte.

Yo no quiero sentirme durante cinco años responsable de ese voto por descarte, ni me voy a lavar las manos, como sé que lo harán después los actuales desesperados.

Y mucho más grave es la situación cuando la candidata a vicepresidente del Frente Amplio repite, reitera ayer que su máximo objetivo es alcanzar de nuevo la mayoría parlamentaria. ¿Puede haber una declaración más devastadora de que lo único, lo principal es mantener el poder total a toda costa?

Yo nunca voté por el mal menor, voté siempre, inclusive con críticas y discrepancias con una profunda convicción, y no voy a rebajarme a hacerlo ahora por descarte. Son cinco años de mi vida y la de todos los uruguayos.