Contenido creado por Cecilia Franco
Danilo Astori

Escribe Danilo Astori

Opinión | El freno de una visión equivocada

La visión que tiene el gobierno sobre el país y la política económica le impide encarar los problemas actuales operando simultáneamente sobre la oferta y la demanda

27.11.2020 18:06

Lectura: 6'

2020-11-27T18:06:00-03:00
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A lo largo de la historia, y en especial la contemporánea, el mundo ofrece abundante y rica experiencia acerca de los factores originarios de las dificultades macroeconómicas que han sufrido diferentes sociedades. Ello nos permite analizar el papel jugado por las variables de más alto nivel de agregación, esto es, la oferta y la demanda, prestando atención en particular a sus componentes, o sea el consumo interno, la inversión y las exportaciones en el caso de la demanda, y por otro lado la producción y las importaciones en el caso de la oferta.

Teniendo en cuenta la experiencia acumulada y la lectura que es preciso realizar antes de definir acciones políticas, Uruguay está viviendo problemas económicos muy serios que tienen su origen tanto en la oferta como en la demanda. Ambas han sumado sus efectos negativos que - además - están interconectados y se potencian entre sí.

Aunque creo que a esta altura no es necesaria la aclaración, que nadie piense que estoy olvidando el papel que juega la pandemia. No sólo no es así, sino que lo incluyo - para bien y para mal - como una de las influencias que se canalizan tanto a través de la oferta como de la demanda.

Si se comparte la afirmación precedente, entonces hay una sola conclusión posible: para mejorar los resultados macroeconómicos que hoy exhibe Uruguay es preciso encarar acciones políticas apuntando hacia la oferta y la demanda, considerando el papel de sus componentes y sus interrelaciones. El gobierno no está siguiendo este camino y no lo hace porque está encerrado en una concepción fiscal equivocada que lo lleva a incurrir en contradicciones insanables a la hora de elegir el blanco de su ataque y las armas a utilizar.

Pongamos algunos ejemplos. La política económica actual está jugada a que uno de los impulsores principales de la recuperación sea el consumo interno. Sin embargo, está llevando adelante un severo ajuste fiscal que resulta incompatible con un mejor comportamiento de ese importante generador de crecimiento y mejora de las condiciones de vida.

También encuentro inviable la apuesta a una inversión en la que el papel del sector público en materia de infraestructura es absolutamente crucial, porque es el propio gobierno el que se encarga de impedirlo con las relevantes limitaciones que ha impuesto al gasto público.

En materia de exportaciones, sólo hay discursos y viajes para comentar. No hay hasta ahora un solo paso que luzca importante y eficaz para mejorar la inserción comercial del país.

Si ingresamos al análisis por el lado de la oferta, lo que atrae prioritariamente nuestra atención es el muy débil esfuerzo que se está realizando para mejorar su calidad a través de la educación, la ciencia y la tecnología. Este mismo componente de la oferta nos brinda situaciones contrastantes al respecto, que habría que ayudar a superar con decisiones políticas que el gobierno no toma ni promueve.

Así, la asignación de recursos presupuestales con estos destinos es pobrísima. No obstante, en el propio escenario de la producción tenemos ejemplos relevantes que demuestran la potencialidad de algunos sectores para absorber medidas de apoyo y transformarlas en resultados positivos para el país. Me refiero a los llamados servicios globales, a su alto nivel de calidad y a su percepción de que enfrenta dificultades para mejorar la capacidad de su oferta de trabajo. Sabiendo que cuando la cantidad es un límite hay que recurrir a la calidad, el sector se está planteando reducir los umbrales de exigencia para incorporar personal y menciona incluso que el uso de un teléfono celular en condiciones determinadas previamente, pueda ser la base de la puesta en práctica de un camino de este tipo.

En suma, es la propia visión que tiene el gobierno sobre el país y la política económica la que le impide encarar los problemas actuales con una postura que involucre globalmente a la oferta y la demanda. Además, recorre su camino equivocado incurriendo en contradicciones, como las que existen entre la eliminación de gastos que resultan imprescindibles por un lado, y el incremento de cargos de confianza y retribuciones de jerarcas por otro.

Si una de las perspectivas posibles para analizar y definir un proceso de cambios tendiente a alcanzar niveles más altos de desarrollo económico y social es el mejoramiento de las capacidades física y humana, la verdad es que el análisis de la realidad indica que muy poco se ha avanzado en nuestro país desde que asumió el gobierno actual.

Reconozco que afirmar ahora que lo hecho en materia de capacidad humana es insuficiente, puede aparecer contradictorio con la postura y la acción oficial para enfrentar la pandemia, sobre las que hemos expresado una evaluación positiva en varias oportunidades. Al fin de cuentas, no puede negarse la estrecha vinculación entre esta conducta y lo que estamos llamando capacidad humana. En este escenario está nada menos que la vida en juego.

Es que cuando decimos que se avanzó poco en materia de capacidades humanas nos referimos a la calidad del mundo del trabajo y - en particular - a las oportunidades que tienen los ciudadanos para incrementar su acceso a más y mejores conocimientos y habilidades que les permitan defender mejor sus derechos y acceder a superiores condiciones de vida.

En cambio, cuando apoyamos la estrategia y la acción del gobierno en esta área estamos prestando toda nuestra atención - hoy más que nunca - a los valores de la responsabilidad y la solidaridad colectivas, único camino en las circunstancias vigentes hoy, para mantener el control de la lucha contra este mal visitante que llegó a Uruguay en marzo de este año.

Por eso nos sumamos con fuerza a la exhortación que encabeza la comunicación oficial sobre este tema. Estamos refiriéndonos a valores superiores que no tienen, ni tendrán jamás, color partidario. Son los que vemos y escuchamos cuando miramos hacia nuestro fuero interno y descubrimos su potente influencia. Es lo que los uruguayos tenemos que hacer hoy. Y allí, en nuestra alma, encontraremos los fundamentos de la conducta responsable y solidaria, así como el impulso necesario para sumarnos a ella.