Este jueves de mañana estuve dos horas con Tal Shoham, que en febrero último fue liberado del cautiverio en Gaza, tras 505 días secuestrado en manos de la organización terrorista Hamas. El 7 de octubre del 2023 se lo llevaron por la fuerza de la casa de sus suegros en el kibutz Beeri. En camino al coche en cuya valija lo introdujeron, vio numerosos cuerpos sin vida de civiles baleados, hombres y mujeres, asesinados por los terroristas. Su suegro fue asesinado y todo el resto de la familia fue secuestrada por separado: su esposa, sus hijos de 3 y 8 años, su suegra, la tía y la prima de su esposa, de 10 años. Todos volvieron a Israel en el primer alto el fuego y recién entonces él se enteró en Gaza de que sus seres queridos más cercanos estaban con vida.
Fue golpeado, mantenido esposado durante semanas enteras, perdió 26 kilos en cautiverio por el hambre que pasó, mientras los terroristas comían de todo y hasta se vanagloriaban de los camiones de ayuda humanitaria que habían robado, llevándose a los túneles la comida que estaba destinada a ser entregada gratuitamente a los civiles palestinos.
“Cuando salgas, vete de Israel”, le dijeron sus guardianes. “Porque la próxima, que seguro vendrá, vamos a conquistar todo Israel y mataremos a todos. No podrán vivir nunca en paz, todo es nuestro”. Salió espantada por ver la cultura de muerte en la que vive la población de Gaza. No por Israel sino por sus propios valores.
Y quizás lo peor, es difícil “elegir” entre tantos horrores, es el papel que desempeñaron los civiles palestinos en todo esto. No sólo los que trataron de lincharlo cuando entró a Gaza, los que festejaban que había israelíes secuestrados, sino los guardias de Hamas que lo tenían cautivo. Aparte de terrorista a servicio de Hamas, eran “civiles” con todo tipo de profesiones normales en su vida diaria: un maestro de primaria, un médico, un asistente social, un sicólogo. Y si los matan, el mundo dirá que eran civiles.
Al comienzo, cuando estaba solo en una casa cuidado por terroristas, le advirtieron que la casa estaba llena de explosivos y que si intentaba escapar, los detonarían. Como él oía desde adentro las voces de la gente afuera, también mujeres y niños, preguntó a sus guardias qué pasaría entonces con esa gente. “No importa, que mueran todos, serán mártires en la guerra santa”.
Tal ya no cree en la posibilidad de paz con esa gente. No ahora, no por mucho tiempo, hasta que algo cambie en forma radical.
No es el primero que cuenta algo así . Los testimonios están. Las declaraciones escritas y filmadas de los terroristas, también. Es muy fácil acceder a ellas. Pero el mundo-no todo, gran parte- está empecinado en no verlo y en optar por demonizar a Israel.
Cuando leo y escucho comentarios sobre Israel y la guerra en curso de parte de algunos periodistas y figuras públicas que hablan y escriben como si dominaran los temas sobre los que opinan, siento una combinación de repudio y vergüenza ajena. No porque discrepen con Israel o tengan críticas a Netanyahu, lo cual es más que legítimo. El problema es cuando se suman al coro mundial, que evidentemente está orquestado desde arriba y también bien pagado por enemigos de Israel, repitiendo mentiras y distorsiones de la realidad. Y las explicaciones son dos: ignorancia o mala intención, o no saben nada o lo saben y no les importa porque no corresponde con la agenda que quieren difundir.
Lo afirmo categóricamente, con pleno conocimiento del tema, aún si hay figuras israelíes que dicen otras cosas en forma irresponsable, porque parece que es más fácil seguir la corriente mundial, o porque su rechazo de Netanyahu les hace olvidar que Israel, por suerte, es mucho más que él.
Es que el hecho que hay muchos muertos en Gaza, no es una mentira. Tampoco lo es el hecho que también hay civiles muertos y que hay sufrimiento del lado palestino. Pero sí es mentira decir que Israel está haciendo un genocidio y tratando de exterminar a la población palestina. Tendría las armas y la fuerza para hacerlo si quisiera, pero no quiere, nunca lo quiso. Por eso en lo que los mentirosos llaman “guerra de exterminio”, Israel ya ha perdido a 912 soldados. Por eso casi 700.000 palestinos han salido de la ciudad de Gaza en las últimas semanas, respondiendo precisamente a los llamados terminantes de Israel, destinados a alejarlos de las líneas de fuego contra los terroristas de Hamas que tienen en Gaza un bastión central.
Los antisemitas, tanto los que lo son orgullosamente como los que pretenden disimularlo alegando que son “sólo anti sionistas”, cometen el doble pecado de demonizar a un país que fue atacado salvajemente por terroristas –esos sí trataron de hacer un genocidio- y de fortalecer con su postura a los terroristas que condenan a los palestinos a una vida sin esperanza.
Incluyo en ello a los “judíos” que patéticamente presentaron una “carta” en Torre Ejecutiva pidiendo la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel. Se olvidaron que a renegados como ellos, los nazis también los mataron.
En Uruguay esta situación mundial está teniendo aristas especialmente preocupantes, ya que hay quienes ni tratan de ocultar su antisemitismo: van desde los que quieren provocar junto a una escuela judía, hasta los que quieren bloquear la exportación de carne a Israel y los representantes de un comité del Frente Amplio en Madrid que piden cancelar la designación de Bernardo Greiver como Embajador en España, alegando que es “sionista” y que se identifica con el gobierno de Israel, aunque está claro que el tema es que es judío.
Más allá de la aclaración que ser sionista no es un insulto sino un orgullo-apoyar el derecho del Estado de Israel a vivir en paz en su tierra milenaria- , y sin saber ni de lejos qué piensa Greiver del gobierno de Israel, lo que cuenta es que se trata de un diplomático profesional de carrera que realizó excelentes gestiones en todos sus destinos. En Israel lo vimos claramente siempre como entusiasta defensor de los intereses de Uruguay. Fue nombrado por gobiernos del Frente Amplio como embajador en Israel y fue el entonces Canciller Rodolfo Nin Novoa quien lo llamó especialmente a volver a Uruguay para ser el número tres en la jerarquía de la diplomacia uruguaya, como Director General del Ministerio de RREE. Tratar de bloquear su nombramiento es una de las más alevosas expresiones de antisemitismo de los últimos tiempos.
Quisiéramos que la guerra termine ya. Hoy. Mañana. Para eso, Hamas tiene que liberar a los secuestrados y deponer las armas. En lugar de eso, insiste en condenar a su pueblo a tragedias.
Las legítimas discusiones dentro de Israel sobre las políticas de Netanyahu en la guerra, son parte de la democracia israelí. No nos hallamos del lado que defiende al Primer Ministro, pero tampoco del que lo demoniza como símbolo de Israel. El Estado judío está combatiendo al terrorismo jihadista que de ganar en Gaza, incentivará a otros en Occidente a seguir sus pasos. En lugar de demonizarlo con mentiras, el mundo le debería agradecer a Israel.

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