Contenido creado por Federica Bordaberry
Santiago Gutiérrez Silva

Escribe Santiago Gutiérrez Silva

Opinión | Carta abierta al expresidente José Mujica Cordano: echar luz sobre el pasado

“Usted como ningún otro puede elegir ser el 'viejo sabio' y cuando la hora indique, irse por la verdadera puerta grande de la historia”.

06.03.2022 23:04

Lectura: 6'

2022-03-06T23:04:00-03:00
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Estimado ex presidente José Mujica Cordano:

En los últimos tiempos en Uruguay han fallecido varias de las figuras más determinantes de lo que coloquialmente llamamos “el pasado reciente”.

En cuestión de pocos años se fueron Juan María Bordaberry, Juan Carlos Blanco, José Gavazzo, Eleuterio Fernández Huidobro y, hace pocos días, sus compañeros Eduardo Bonomi y Jorge Zabalza -aprovecho la ocasión para extenderle mis más sinceras condolencias y respetos-.

Parece que la coyuntura, junto a la biología, está llevando este capítulo oscuro de nuestra historia a su fin. Pero contrario a lo que muchos asumen, creo que no a un final definitivo, o a una solución, sino al comienzo de uno nuevo y distinto al que transitamos desde la vuelta a la democracia.

Usted, quizás únicamente junto al Dr. Sanguinetti, cumple con una doble condición. La de ser uno de los políticos más inteligentes y decisivos desde el 85’ en adelante y, a su vez, la de ser protagonista de los años previos a la dictadura, de la propia dictadura en sí y de la salida que encontramos de la misma.

En este contexto, y por esto mismo, creo que usted tiene una posibilidad en sus manos. Con ello me refiero a una gran responsabilidad, la de colaborar con iluminar asuntos de los que muy poco sabemos y tanto dolor e impotencia nos causan como comunidad. En ese mismo camino usted también estará ayudando a soltar algunas cadenas que impiden la tan ansiada y necesaria reconciliación nacional.

La información es un recurso finito y muchos de quienes pueden tenerla o acceder a la misma ya no se cuentan entre los vivos.

En una entrevista en 2019, Jorge Zabalza decía que existía un pacto de silencio entre militares y civiles, entre los que nombraba a usted, a Fernández Huidobro como ideólogo y al ex presidente Vázquez como afín al mismo. Varias investigaciones periodísticas de calidad materializadas en libros, sumadas a las vivencias y expresiones de su ex compañero de armas sustentan ese particular secreto a voces.

Esta no es una carta que busque reprochar su accionar, juzgar si cumplió o no una pena acorde, evaluar su actividad política en democracia ni sus ideas de las cuales compartimos origen blanco y nacionalista. Ni siquiera busca cuestionar, aunque no comparta en absoluto, muchas de sus decisiones como primer mandatario. Asumo que en su responsabilidad como gobernante tomó ciertas decisiones con el criterio del bien superior, o del mal menor.

Por el contrario, me dirijo usted para que nos ayude a todos, pero particularmente a los más jóvenes, a mirar hacia delante definitivamente y a no cargar con una mochila que no merecemos.

Tampoco intento cargar responsabilidades pasadas en tiempos actuales. La salida de la dictadura mediante el Pacto del Club Naval y de alguna forma su “legalización” mediante la Ley de Caducidad son los hitos donde reposan el silencio y la impunidad y de las que todos los principales partidos políticos, en mayor o menor medida, somos responsables en las últimas cuatro décadas. Sin excepción. Quiero ser bien claro al respecto: yo no comparto, pero entiendo que el Frente Amplio se haya sentado en el Club Naval.

La desesperación de tener cientos de presos políticos (compañeros, amigos, familiares que en su mayoría jamás tocaron un arma) en el lomo, pidiendo libertad, es un motivo más que comprensible. Sin embargo, no creo que haya sido el único motivo. Romper el inconfundible compromiso de un Uruguay democrático y sin exclusiones también tuvo razones de conveniencia política para militares, colorados y frenteamplistas. La ausencia pactada de la figura del líder demócrata, progresista y popular que fue Wilson Ferreira Aldunate marcó el rumbo que tomó nuestro país estos siguientes 36 años; más paz que cambio.

Del mismo modo, no comparto, pero entiendo a Wilson y en sus hombros al Partido Nacional al impulsar la Ley de Caducidad. Es que la amenaza de perder la salida y entrar en un nuevo golpe militar estaba latente. Salvaguardar las instituciones y la libertad de todos parece más que suficiente. Es la lógica del mal menor o el bien superior en la coyuntura pertinente. Todo a costo político y humano personal, sin beneficio alguno.

Esta es la salida que el Uruguay encontró, pero ante la lógica desesperación de salir no pudimos, quisimos o supimos resolver. En el espacio entre estos dos términos, quizás triviales, vivió la eterna esperanza de los familiares de encontrar a sus seres queridos, la desazón y la injusticia de un pueblo entero que sigue arrastrando sus consecuencias y diferencias. A fin de cuentas, el Uruguay usurpado (sic).

Hoy las circunstancias cambiaron por designio divino del propio pueblo oriental y la lógica del bien superior debería ser la que prime. Ese bien superior es encontrar toda la verdad que lleve a una gran reconciliación nacional que nos permita mirar el futuro en paz y con esperanza.

A veces, hablar en términos tan genéricos nos impide ver que esta paz y esperanza vive en historias cotidianas y personales, en casas y familias que arrastran dolor, incertidumbre, rabia y cuentas pendientes. De eso se compone nuestra comunidad espiritual, de pequeños sentires entrelazados e indivisibles que hacen y definen el destino de esta gran nación.

Esta carta tampoco intenta señalar responsables ni culpables de un pasado difícil, y por demás confuso; casi imposible de juzgar libres de sentimientos y juicios previos. Sobre todo, por lo que no sabemos. Busca encontrar silenciosos valientes, independientemente de su bandera, que quieran superar su horizonte personal para alcanzar el colectivo. Quizás usted como ningún otro puede elegir ser el “viejo sabio” de la comunidad y cuando la hora indique, marcharse por la verdadera puerta grande de nuestra historia, por haber colaborado a la reconciliación nacional, con todo lo que ello significa.

Asumir la responsabilidad de ayudar a iluminar los rincones donde todavía no llegó la luz, quizás sin hacerlo público, donde el griterío todo confunde y enreda, sería un verdadero acto de heroísmo. Lo sería para los que ya lo consideraban héroe, pero sobre todo para los que no lo consideramos.

Lo que le pido es un impulso de voluntad sincera para encontrar más verdad. Por un bien común. Por nuestro país y nuestro mañana.

De más está decir que me pongo inmediatamente a las órdenes si lo considera pertinente, ofreciendo seguir este diálogo con un mate como testigo.

Sin más y agradeciendo el tiempo dedicado.

Con un afectuoso saludo entre orientales.

Santiago Gutiérrez Silva