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Charles Carrera

Escribe Charles Carrera

Opinión | 27 de junio de 1973, 50 años del inicio formal de la dictadura en el Uruguay

Debemos reflexionar sobre los tiempos que vivimos, porque lejos estamos de haber superado las heridas del pasado.

27.06.2023 11:24

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2023-06-27T11:24:00-03:00
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En pupitres salpicados de inscripciones
no se sabe de cuántas generaciones
aprendías a volverte un aspirante
a un empleo que ya no estaba vacante

Golondrinas, Leo Masliah.

Cuando se habla de dictadura y se recuerdan los doce terribles años, siempre conviene remarcar que todo comenzó mucho antes. Lo que ocurrió hace 50 años fue la coronación de una realidad que pretendía practicar un decidido aleccionamiento a un pueblo que se resistía a hundirse en la miseria. Como describe Leo Masliah en su canción Golondrinas —que narra justamente los cruentos años de la dictadura—, hacía mucho tiempo que habíamos dejado de ser el país de las oportunidades.

El deterioro de nuestra convivencia democrática fue producto de reiteradas crisis económicas, la destrucción del aparato productivo y el desmantelamiento del Uruguay batllista. Una triste realidad que día tras día nos refregaba en la cara la idea de que ya no éramos lo que creíamos ser. Ese paraíso democrático e igualitario, ese país de las vacas gordas, esa Suiza de América hacía rato que había desaparecido, y el Uruguay se convertía en una triste caricatura de si mismo.

Afirmar que acá hubo una guerra y que los triunfadores en el campo bélico se alzaron con el poder conservándolo durante doce años es caer en la peor de las simplificaciones y subestimar la inteligencia de la gente. Lo digo y lo reafirmo cada 27 de junio, la denominada “Teoría de los dos demonios” debe ser desterrada de nuestra historia. Acá no hubo una guerra, hubo un Estado fascista que buscó a través del terror aleccionar a un pueblo, barriendo con la izquierda, y los blancos y colorados demócratas, y desterrando cualquier idea de cambio social. Pero, además, muchos años antes, nuestro país ya se encontraba siendo un escenario más en el marco de la Guerra Fría, como lo fueron sus países vecinos, que también sufrieron el terrorismo de Estado.

A cincuenta años del triste Decreto N.° 464/973 de Juan María Bordaberry, que disolvió las Cámaras, debemos reflexionar sobre los tiempos que vivimos, porque lejos estamos de haber superado las heridas del pasado.

Hablemos del hoy, entonces. ¿Cómo pueden superarse las heridas en un país donde el propio presidente de la República ignora el acto de reconocimiento de responsabilidad estatal por el crimen de las Muchachas de Abril? Un acto de reconocimiento de responsabilidad que, además, fue dispuesto en el marco de la Convención Americana de Derechos Humanos, a la cual Uruguay adhirió a partir de 1985. ¿Cómo pueden superarse las heridas en un país que debate la posibilidad de liberar a los genocidas recluidos en la cárcel de Domingo Arena? ¿Cómo pueden superarse las heridas en un país que acaba de encontrar nuevamente restos de desaparecidos en un batallón militar y al mismo tiempo tiene que lidiar con el silencio cómplice de los verdugos?

Es muy difícil. Duele mucho constatar que no estamos hablando de historia sino de presente. Todos los lamentables hechos que se narran sucedieron este año. Cinco décadas después, las preguntas esperan respuestas y la incansable lucha de los familiares de los detenidos desaparecidos da muestra que seguimos muy lejos de poder dar vuelta la página.

Pero más allá de eso, debemos pasar en limpio algunas certezas. Hoy más que nunca debemos comprometernos y afirmar nuestros votos por verdad y justicia. Debemos gritar con fuerza y empeño: “Nunca más terrorismo de Estado en el Uruguay”.

Las convicciones de hoy serán nuestra guía para defender nuestra democracia hacia el futuro. De eso, estamos convencidos.


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